Feministas arrepentidos
"Todos los compa?eros, tan radicales en los caf¨¦s, en los sindicatos y hasta en los grupos, suelen dejar en la puerta de su casa el ropaje de amantes de la liberaci¨®n femenina y dentro se conducen con la compa?era como vulgares maridos", denunci¨® la anarquista Lola Iturbe, en 1935. Un a?o despu¨¦s, al arrancar la Guerra Civil, las mujeres libertarias iban a convertirse en el s¨ªmbolo de la movilizaci¨®n espa?ola contra el franquismo. La imagen de la libertaria con el pu?o en alto, el arma al hombro, marchando con paso decidido al frente a la caza del enemigo, acaparar¨ªa miles de carteles reproducidos por toda Espa?a, pero no iba a durar mucho.
"En realidad, esa imagen agresiva de la mujer desapareci¨® muy pronto y fue sustituida por la consigna 'hombres al frente, mujeres a la retaguardia', m¨¢s acorde con el diferente papel que a ambos g¨¦neros se les asignaba en el esfuerzo b¨¦lico: los primeros, ocupados en labores de combate en las trincheras, y las segundas en servicios de apoyo y auxilio a la retaguardia", explica el catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Zaragoza, Juli¨¢n Casanova.
Los populares carteles reproducidos por los anarquistas se llenaron entonces de mujeres que cos¨ªan los uniformes de sus maridos, o a las que se ped¨ªa: "T¨² que diste la vida al ni?o, salva de la muerte al hombre" en los hospitales de guerra.
Pese a todo, se crearon dentro del anarquismo movimientos como Mujeres Libres, fundado por Amparo Poch, que defend¨ªan la legalizaci¨®n del aborto. "Pod¨ªa haber llevado una vida de burguesa acomodada, pero eligi¨® otro camino", aseguraba Casanova ante el expediente acad¨¦mico de Poch, expuesto en la muestra: todo matr¨ªculas de honor.
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