"La ola t¨®xica se lo llev¨® todo"
Hungr¨ªa se afana por frenar el vertido corrosivo antes de que llegue al Danubio - Los supervivientes buscan algo que salvar y temen la contaminaci¨®n del aire
Kolontar es un pueblo rojo. El lunes pasado, un vertido t¨®xico de color ocre engull¨® buena parte de este peque?o municipio h¨²ngaro. Sus habitantes a¨²n hablan de ello como si se tratara de un suceso m¨¢gico, inexplicable. Una ola de barro que lleg¨® a medir dos metros se les vino encima. No cabe duda de su dimensi¨®n. Todo el valle, sus sucias casas, ¨¢rboles y camiones tienen la huella del lodo contaminante. Es el paisaje que ha dejado la rotura de una balsa con residuos de aluminio de una firma minera en 40 kil¨®metros cuadrados entre tres condados (Veszpr¨¦m, Gy?r-Moson-Sopron y Vas). Al menos cuatro personas han muerto, cinco est¨¢n desaparecidas, 134 heridas y varios cientos han tenido que ser evacuadas de sus hogares.
Junto a militares bien protegidos trabaja gente sin botas ni mascarillas
"Nos dijeron que la balsa era segura", lamenta un vecino de Kolontar
Ottila est¨¢ con su cu?ado, Norbert, buscando algo que salvar de su casa: "Mi hermana y mi madre estaban aqu¨ª cuando, a mediod¨ªa del lunes, oyeron un ruido. Se asomaron a la ventana y tuvieron el tiempo justo para cerrarla y subir a la primera planta. La ola t¨®xica de dos metros se lo llev¨® todo", explica en ingl¨¦s Ottila, profesor de universidad. El vertido contaminante se llev¨® media casa. Su madre y su hermana, relata, est¨¢n en el hospital: "Est¨¢n bien, pero tienen quemaduras".
Como ellas, 130 personas segu¨ªan ayer ingresadas, la mayor¨ªa por las abrasiones producidas por el vertido, altamente corrosivo. En una escala de 0 a 14, el lodo t¨®xico, un residuo de la producci¨®n de aluminio, tiene un pH de 13, eso implica que es muy alcalino y tiende a reaccionar con todo lo que se encuentra a su paso.
Ottila y Norbert no han podido salvar apenas nada, solo el bolso de su madre, que han tendido bajo el plomizo cielo para que no tenga que renovarse el DNI. "El dormitorio lo acab¨¢bamos de arreglar", explican apuntando a un amasijo de barro y muebles desvencijados.
Sus vecinos no les compadecen ni ayudan. Cada uno tiene lo suyo. Barta Laszlo, de 48 a?os, chapotea con sus botas de agua sobre el barro rojo mientras fuma un cigarrillo tras otro. En su garaje, los coches se hallan apilados y por hoy ya no va a intentar moverlos. "?No quiero volver a vivir aqu¨ª!", resume en la inservible cocina.
Todos ellos est¨¢n entre las m¨¢s de 300 personas desalojadas de sus viviendas, pero el Gobierno h¨²ngaro les ha dado permiso para ir de d¨ªa a ver si pueden rescatar algunos de sus enseres. Yula Togolich solo ha salvado un par de bombonas de gas, a las que mira con resentimiento, como si fueran lo m¨¢s in¨²til que hab¨ªa en su hogar. Su suegra, dice, falleci¨® en su casa. Y su esposo, lamenta, est¨¢ entre las cinco personas que ayer segu¨ªan desaparecidas. La casa es de las m¨¢s da?adas, tiene una pared derruida. "Nos dijeron que la balsa era segura", y gira la cabeza r¨ªo arriba.
A apenas dos kil¨®metros aguas arriba de Kolontar est¨¢ el origen del problema. La balsa de lodos rojos, el residuo que se genera al lavar la bauxita con sosa c¨¢ustica para producir aluminio. La balsa es tan grande que el GPS del coche la toma por un lago. El lunes revent¨® -como a?os antes, en 1998, ocurri¨® con la de la empresa Boliden en Aznalc¨®llar (Sevilla)- y liber¨® "un mill¨®n de metros c¨²bicos de residuos", seg¨²n explic¨® por tel¨¦fono la subdirectora de la Direcci¨®n General de Desastres de Hungr¨ªa, Reka Becze.
Ese mill¨®n de metros c¨²bicos -100 metros de alto, por 100 de ancho, por 100 de fondo, de una magnitud similar a la del estadio Santiago Bernab¨¦u- baj¨® por el arroyo Torna, aneg¨® todos los maizales del valle, azot¨® los pueblos de Kolontar y Devecser y sigui¨® por el r¨ªo Marcal. A su paso liquid¨® toda la vida existente y dej¨® todo un valle pintado de color sangre. El desastre ambiental es a¨²n incalculable. El puente de piedra de Kolontar no aguant¨® la embestida y ayer fue sustituido de urgencia por uno de hierro construido por el Ej¨¦rcito.
La propietaria de la balsa, la empresa Magyar Aluminium, no dio ninguna explicaci¨®n y se limit¨® en un comunicado a transmitir sus condolencias a las familias de los fallecidos. Inicialmente, culp¨® a las fuertes lluvias de las ¨²ltimas semanas -ayer no llovi¨® pero los d¨ªas previos s¨ª-, algo que indign¨® a Greenpeace. Su director Ejecutivo en Hungr¨ªa, Zsolt Szegfalvi, critic¨® esta postura: "El mal tiempo no es una excusa aceptable. Deben estar preparados para la lluvia". Oficialmente, el escape est¨¢ bajo investigaci¨®n; la polic¨ªa ha abierto una causa criminal. Ayer, las m¨¢quinas sellaron la fuga y una hilera de camiones entraba y sal¨ªa de la balsa, custodiada por guardas.
En la zona, unos 520 miembros de polic¨ªa, bomberos, militares y Cruz Roja trataban de limpiar las calles. Los militares iban pertrechados con m¨¢scaras antig¨¢s y trajes especiales y regaban a presi¨®n sus veh¨ªculos antes de abandonar la zona para no dispersar el t¨®xico. En el pueblo de Devecser, los militares usaban mangueras salpicadas de pinchazos, por lo que el agua sal¨ªa c¨®micamente en todas direcciones.
Junto a los militares, bien protegidos, se encontraba gente sin botas de agua ni mascarillas, que paseaba tranquilamente intentando regresar a la normalidad. Unos sacaban fango de sus viviendas con palas, otros apilaban a la puerta de sus casas la nevera y los muebles inservibles, una mujer intentaba salvar las calabazas que ten¨ªa plantadas y un grupo de ni?os en bicicleta paseaba por la plaza ante la iglesia.
La escena, de vuelta a la normalidad, chocaba con la severidad de las advertencias sanitarias sobre los peligros del contacto con el barro rojo. El Gobierno trabaja con dos grandes prioridades. Por una parte, evitar que el vertido llegue al Danubio, seg¨²n explic¨® Becze, algo que dio por seguro en los pr¨®ximos d¨ªas, porque all¨ª s¨ª ser¨ªa dif¨ªcilmente controlable. Por otra, limpiar las calles antes de que el barro se convierta el polvo, porque en ese momento ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil que pase al aire y que alguien lo ingiera, con el incremento del riesgo que eso conlleva.
Eso es lo urgente, porque el esfuerzo que queda despu¨¦s de eso es ¨ªmprobo. Retirar las toneladas de fango rojo que cubren cientos de kil¨®metros llevar¨¢ "meses o a?os y costar¨¢ miles de millones (de florines)", seg¨²n Becze. No tiene demasiado riesgo apostar a que la empresa propietaria de la balsa no pagar¨¢ la restauraci¨®n. Una radio h¨²ngara anunci¨® ayer que la intenci¨®n de la firma era reemprender la producci¨®n el fin de semana, pero el Ejecutivo replic¨® r¨¢pidamente que la planta est¨¢ suspendida por orden gubernamental.
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