Publicar a un Nobel
Cuando supimos la noticia ayer a mediod¨ªa vino a mi memoria toda una historia, que hemos compartido con tanta gente, con Amaya Elezcano, con Fernando Esteves, con Juan Gonz¨¢lez, con los tiempos de Juan Cruz, Sealtiel Alatriste y Conrado Zuluaga, dirigidos por la a?orada Isabel Polanco, y con todos los colegas de una editorial, Alfaguara, que cobr¨® cuerpo internacional, iberoamericano, gracias al impulso que nos dieron autores como Carlos Fuentes o Mario Vargas Llosa, y sin duda merced a la confianza que depositaron en nosotros, los responsables de la edici¨®n de los libros y aquellos que han dirigido Alfaguara en Espa?a y en el resto de los pa¨ªses iberoamericanos. Ha sido una aventura que, en el caso del Nobel, tiene su inicio en 1993, cuando nos entreg¨® Los cuadernos de don Rigoberto y, sucesivamente, toda su obra, que ahora es una biblioteca viva (est¨¢ a punto de aparecer El sue?o del celta) que nos enorgullece ofrecer a los lectores como justificaci¨®n m¨¢xima de las razones que tuvo el jurado para honrar a nuestro autor.
Hay muchas m¨¢s razones que estas ¨ªntimas o internas para celebrar el premio a Mario Vargas Llosa desde la perspectiva de sus editores. Desde que comenz¨® su andadura en nuestro sello, y hoy lo hablaba con mi compa?era Amaya Elezcano, Mario ha sido un autor ejemplar; delicado en todos los momentos de la proyecci¨®n del libro como objeto que luego ha de ser mercanc¨ªa, instrumento de lectura. El mimo con el que ¨¦l trata a la gente, a los que est¨¢n arriba y a los que est¨¢n abajo, ha sido siempre para nosotros una prolongaci¨®n de su genio como personalidad intelectual que jam¨¢s abandona la sencillez de sus principios y or¨ªgenes. Es un lector; muchas veces, en Alfaguara, hemos entendido de d¨®nde viene su genio: de la lectura. Hace a?os quiso que revis¨¢ramos sus ediciones, que el tiempo hab¨ªa llenado de erratas (eso cre¨ªa ¨¦l); y ¨¦l mismo someti¨® a escrutinio su obra con un ojo cr¨ªtico implacable. De ah¨ª naci¨®, y renaci¨®, la biblioteca Vargas Llosa, que para nosotros es un homenaje al lector que es ¨¦l y a los lectores que tiene.
Una palabra final de recuerdo al Nobel Saramago, que nos abandon¨® este a?o. Pocos meses antes de su muerte, ¨¦l y Pilar del R¨ªo recibieron en su casa de Lanzarote a Mario y a Patricia. Mario y Jos¨¦ hablaron de literatura y de vida. Ahora este Nobel que nos llega a la casa de Alfaguara nos hace recordar, inevitablemente, ese otro Nobel que tuvimos y que con tanto cari?o queremos rememorar en esta otra ocasi¨®n gozosa.
Pilar Reyes es directora de Alfaguara.
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