Una actitud humanista
S¨®lo en las ¨²ltimas p¨¢ginas de La experiencia totalitaria se advierte el sentido de la b¨²squeda que lleva a cabo Tzvetan Todorov: desaparecidas las grandes utop¨ªas del siglo XX, es preciso identificar las ideas y los autores que permitir¨ªan dar forma a una actitud humanista ante los problemas que sigue padeciendo el mundo. No es un asunto radicalmente novedoso en la obra de Todorov: hacia ¨¦l ven¨ªan apuntando obras anteriores como Frente al l¨ªmite, Una tragedia francesa o Memoria del mal, tentaci¨®n del bien. Lo que s¨ª resulta original es la voluntad cada vez m¨¢s deliberada de explicitar el contenido de esa actitud humanista y, tambi¨¦n, la estrategia intelectual desde la que Todorov se propone hacerlo.
La experiencia totalitaria
Tzvetan Todorov
Traducci¨®n de Noem¨ª Sobregu¨¦s
Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores
Barcelona, 2010
314 p¨¢ginas. 22,50 euros
En sus ¨²ltimos trabajos, los apuntes biogr¨¢ficos sobre escritores contempor¨¢neos y el an¨¢lisis monogr¨¢fico de episodios de la historia reciente han ido ocupando el lugar que, en su obra anterior, correspond¨ªa al razonamiento abstracto, m¨¢s ajustado a las estereotipadas exigencias del rigor acad¨¦mico. Todorov ofrece una explicaci¨®n de este desplazamiento, de esta estrategia intelectual, en el pr¨®logo de La experiencia totalitaria: "Aunque soy historiador", escribe, "comparto con los novelistas la afici¨®n al relato, y con los fil¨®sofos la b¨²squeda de la sabidur¨ªa". Pero seguramente habr¨ªa una explicaci¨®n adicional relacionada con la naturaleza de la actitud humanista que Todorov intenta identificar. Hacerlo a trav¨¦s de apuntes biogr¨¢ficos y del an¨¢lisis monogr¨¢fico de episodios de la historia reciente le impide caer en la formulaci¨®n de un sistema de pensamiento cerrado, opuesto a las grandes utop¨ªas del siglo XX pero tambi¨¦n a la propia actitud humanista. Las ideas que la van configurando responden, en cambio, a est¨ªmulos y coyunturas particulares que reclaman una atenci¨®n minuciosa. Y el v¨ªnculo que las une no puede ser el de un engranaje perfecto sino el de un inconcluso palimpsesto, el de un interminable proceso de amplificaci¨®n y de correcci¨®n.
Todorov da el t¨ªtulo de 'Retratos' a la primera secci¨®n de La experiencia totalitaria, y en ella traza una sucinta biograf¨ªa de Germaine Tillion y de Raymond Aron, adem¨¢s de establecer una comparaci¨®n entre las ideas y las trayectorias vitales de dos de los m¨¢s importantes te¨®ricos de la literatura en la Rusia comunista, Roman Jakobson y Mija¨ªl Bajt¨ªn. La figura de Tillion ocupa un lugar destacado en los trabajos m¨¢s recientes de Todorov, hasta el punto de erigirse en una referencia tan constante como imprescindible. Si algo caracteriza la actitud humanista de Tillion, una de las primeras voces en denunciar los campos sovi¨¦ticos y las torturas y masacres cometidas por Francia en Argelia, es la duda siempre irresuelta acerca de si debe prevalecer la compasi¨®n sobre la justicia; duda que, como se?ala Todorov, no paraliza su acci¨®n, sino que, simplemente, le evita incurrir en simplificaciones maniqueas. A este respecto, la trayectoria intelectual de Raymond Aron no ser¨ªa distinta de la de Tillion, pero el rasgo que Todorov destaca en el pensador franc¨¦s, el rasgo que incorpora a la descripci¨®n de la actitud humanista, es su orgullosa, casi soberbia disposici¨®n a arrostrar la soledad. El cap¨ªtulo dedicado a Jakobson y Bajt¨ªn, tal vez uno de los m¨¢s brillantes de La experiencia totalitaria, ilustra, por su parte, la falta de correspondencia entre las actitudes vitales y las intelectuales, hasta el extremo de resultar antag¨®nicas en no pocas ocasiones.
Si en la secci¨®n 'Retratos' Todorov da cuenta de c¨®mo ciertas figuras respondieron a los requerimientos ¨¦ticos y pol¨ªticos de su tiempo, en la que titula 'Historias' enfrenta al lector con hechos como la salvaci¨®n de los jud¨ªos b¨²lgaros durante la Segunda Guerra Mundial, la tiran¨ªa de Stalin sobre su entorno inmediato o la concomitancia ideol¨®gica entre los proyectos pol¨ªticos revolucionarios y el arte de vanguardia. En cada uno de estos cap¨ªtulos Todorov presta m¨¢s atenci¨®n a las preguntas, a los requerimientos ¨¦ticos y pol¨ªticos que desprenden los hechos que a las respuestas que ofrecieron determinadas figuras. Se trata en todos los casos de episodios del pasado que, contemplados desde el presente, conducen de manera casi inexorable a interrogarse sobre el alcance, la utilidad y la validez de dos conceptos hoy en boga: la memoria y el papel de la justicia. Y a esos dos conceptos consagra la ¨²ltima secci¨®n de La experiencia totalitaria. Todorov advierte en ella contra ese uso cada vez m¨¢s generalizado de la memoria que parte de una sistem¨¢tica y retrospectiva identificaci¨®n con las v¨ªctimas y no con los verdugos, lo que impide extraer cualquier lecci¨®n ¨²til del pasado. De igual manera, expresa profundas reservas hacia la justicia internacional y los juicios por cr¨ªmenes contra la humanidad. No porque renuncie a preocuparse por las v¨ªctimas, sino porque "la finalidad de la justicia debe seguir siendo s¨®lo la justicia", no la educaci¨®n. Perseguir una pedagog¨ªa hist¨®rica a trav¨¦s de los tribunales puede llevar, afirma Todorov, a "cometer una injusticia a poco que ofrezca una buena lecci¨®n".
La experiencia totalitaria es un paso m¨¢s en la identificaci¨®n de la actitud humanista que defiende Todorov. No es un paso definitivo porque no podr¨ªa serlo sin traicionar su prop¨®sito. Pero es en este car¨¢cter aproximativo donde reside uno de los principales valores de este estimulante ensayo.
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