?Qu¨¦ clase de novelista es Mario Vargas Llosa?
La concesi¨®n del Premio Nobel generar¨¢ obligadamente una catarata de elogios que responder¨¢ tanto a ese humano y pegajoso deseo de apuntarse al galardonado como a la expansi¨®n de entusiasmo que los grandes reconocimientos comportan. La opini¨®n cr¨ªtica queda literalmente arrasada por la habitual desmesura de los elogiantes, como si se tratara de una competici¨®n, y es l¨®gico porque este es un momento de alegr¨ªa (e incluso de envidia) y fuegos artificiales. Pero aparte de los incondicionales y de los de ceja alzada, tambi¨¦n hay gente que en medio de la onda expansiva se pregunta: ?es realmente tan bueno el autor?
Examinemos unas cuantas razones. La primera de ellas ser¨ªa, sin duda alguna, la ambici¨®n. No hay gran novela sin gran ambici¨®n. No hay novelista (incluso tan educado y elegante como ¨¦l) que no alimente su escritura en un orgullo sat¨¢nico. Esa es la parte oscura, infernal, del gran escritor. Pero la ambici¨®n por s¨ª sola tambi¨¦n se la podr¨ªamos aplicar a Al Capone o a Stalin, as¨ª que algo falta en la caracterizaci¨®n del escritor. Lo que falta -segunda raz¨®n- es el amor por la Literatura. Genera dos propiedades muy importantes; de una parte, el gusto literario, adquirido gracias a la experiencia literaria; de otra, la vocaci¨®n, esa misteriosa voluntad de anteponer la creaci¨®n a cualquier otra consideraci¨®n vital. Como dec¨ªa Faulkner, el novelista ha de estar dispuesto a mentir, robar, falsear e incluso a vender a su madre con tal de conseguir crear la Obra. Vocaci¨®n y ambici¨®n revelan un car¨¢cter. Experiencia literaria (lectura) y experiencia de la vida son las armas de ese escritor. Mario Vargas es un ejemplo perfecto de escritor vocacional entregado a su obra, lo cual no quiere decir que haya tenido que sacrificar a la familia, lo que no se puede decir de otros.
Uno de sus grandes hallazgos son las formulaciones de 'La Casa Verde'
Ha creado en sus libros individuos y grupos con la misma potencia
Hasta aqu¨ª, caracter¨ªsticas personales. Pasemos a las literarias. Las pasiones literarias de Mario Vargas contemplan, si no me equivoco, los libros de caballer¨ªas, la novela decimon¨®nica, m¨¢s Dumas y Victor Hugo por un lado y Flaubert por otro. Los primeros, sobre todo Tirante el Blanco, del que hizo una edici¨®n excelente, contienen, seg¨²n declar¨® en su d¨ªa, una "representaci¨®n de su tiempo", asunto clave para el escritor; por eso admirar¨¢ Guerra y paz. Raz¨®n de su importancia es la concepci¨®n de la novela con af¨¢n de totalidad; es cierto que la novela total es un imposible, pero Vargas Llosa ha pugnado por acercarse a ella en todas sus novelas mayores, lo cual le convierte en un forzado de la Literatura. Pero las razones no acaban ah¨ª, hay que afinar un poco m¨¢s para llegar a lo excepcional.
La siguiente raz¨®n que lo convierte en un gran escritor es su capacidad de aunar acci¨®n e historia, lo cual concuerda perfectamente con su antigua afici¨®n por Dumas y Victor Hugo. Pero llega m¨¢s lejos: de Flaubert procede otra caracter¨ªstica, la fusi¨®n entre lo personal y lo hist¨®rico que, con La educaci¨®n sentimental funda la novela moderna. Si juntamos todas esas calidades en una persona, reunidas con tanto tes¨®n y esfuerzo como talento, tenemos retratada su escritura y su ambici¨®n. Aparte de eso, y hablando del lenguaje y de la expresi¨®n, otra raz¨®n de su importancia: no hay t¨¦cnica expresiva que extra?e, desde la multiplicidad de puntos de vista, que ha debido de apreciar en Faulkner, o el mon¨®logo interior hasta la descripci¨®n en la que apoya sus historias o el o¨ªdo para el di¨¢logo, que traspone a lo literario admirablemente y, no lo olvidemos, siempre sin perder de vista la b¨²squeda ut¨®pica de la obra total. Vargas ha creado adem¨¢s individuos y grupos con la misma potencia, un equilibrio nada f¨¢cil conseguido porque su pasi¨®n en el retrato del individuo ante la injusticia se compadece estupendamente con la realidad en la que se desenvuelven y ah¨ª tenemos un nuevo y complementario valor de primer orden. Uno de sus grandes hallazgos son las formulaciones literarias de La Casa Verde, que ensamblan lo tel¨²rico con la modernidad en un ejercicio necesariamente irregular en algunos momentos, pero prodigiosamente conseguido en su conjunto: ese ensamblaje es un hallazgo y una lecci¨®n para muchos escritores posteriores. A su vez, una novela decididamente hist¨®rica, como es La guerra del fin del mundo, posee un formidable trabajo documental, lo cual ser¨¢ tambi¨¦n una de sus herramientas favoritas para crear libros como La Fiesta del Chivo, donde consigue que historia, acci¨®n, personajes e idioma se fundan en un todo. Y as¨ª ha procedido siempre: baste con recurrir a esa imagen del escritor visitando el Congo para ambientar El sue?o del celta, que recuerda a aquella otra de ?mile Zola en el estribo del tren dispuesto a viajar por los caminos de hierro para ambientar su novela La bestia humana. Por otra parte, y siguiendo con su capacidad de pelear en todos los terrenos, los que hoy se adentran en la autoficci¨®n no pueden dejar de lado ese precioso antecedente que es, en cierto modo, La t¨ªa Julia y el escribidor, a la vez comedia dram¨¢tica y aventura literaria que revela la versatilidad del autor porque la escribe tras vaciarse en un monumento como Conversaci¨®n en La Catedral. La versatilidad es tanto una virtud como una prueba de talento y de dominio, de la escritura y de los materiales, de la que muy pocos salen con bien: tanto si escribe en el tono m¨¢s alto como en un tono menor, se adecua a lo que cada registro le exige y esa es una nueva raz¨®n para considerarlo como un escritor que es verdaderamente due?o de sus proyectos. La suma de todo ello retrata a un escritor total que ha conseguido ajustar siempre lo que quiere decir a lo que dice.
Esta no es una suma de elogios sino una relaci¨®n de propiedades conquistadas a lo largo de toda una vida, pero que ya en La ciudad y los perros mostraba los dientes. En ese libro, la relaci¨®n especular entre el grupo (los cadetes y los profesores del Leoncio Prado) y el individuo (El Jaguar, Cava, El Esclavo, Alberto, Gamboa...) est¨¢ ya plasmada y, por as¨ª decirlo, ese es el germen de una constante en su obra, creo que la m¨¢s significativa y la que m¨¢s decididamente contribuye a su grandeza. Una grandeza envidiable y muy justamente reconocida.
Babelia
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