Mario, un se?or de Manhattan
Vargas Llosa busca el anonimato y la vuelta a la calma en Nueva York al d¨ªa siguiente de la vor¨¢gine del premio - El lunes retomar¨¢ las clases en Princeton
Apenas doblar la esquina del Instituto Cervantes, concluidas las entrevistas, felicitaciones y fotograf¨ªas, Mario Vargas Llosa era ya uno m¨¢s en esta jungla sin due?o. Cuando se sent¨® a comer unos huevos benedict en P. J. Clarke's nadie se fij¨® en ¨¦l, excepto una pareja de turistas espa?oles que le pidi¨® un aut¨®grafo sin saber siquiera que lo estaba firmando el flamante premio Nobel de Literatura. No es f¨¢cil volver a la normalidad despu¨¦s de un acontecimiento as¨ª. Probablemente, aunque ¨¦l lo intente, las cosas no volver¨¢n a ser ya nunca igual.
Como escritor, Mario Vargas Llosa se ver¨¢ amenazado por las expectativas desbordadas; como conciencia cr¨ªtica de la sociedad sentir¨¢ posiblemente el peso de una responsabilidad multiplicada por diez.
"Esta es una gran ciudad para recuperar la modestia", admite
El escritor exclama: "?Qui¨¦n me iba a decir que acabar¨ªa como he acabado!"
"El Nobel no es lo m¨¢s importante de mi vida; mi familia es m¨¢s importante"
Zapatero le dijo que el premio ha puesto de acuerdo a izquierda y derecha
Pero promete intentarlo, y Nueva York es el lugar id¨®neo para hacerlo. "Esta es una gran ciudad para recuperar la modestia, aqu¨ª no se reconoce a nadie", admite el escritor. Aqu¨ª, un premio Nobel no se libra del trato displicente del indio que gobierna el deli de la esquina. Aqu¨ª no hay ¨¦xito que te salve de regresar el lunes al trabajo. Vargas Llosa tendr¨¢ que volver, por tanto, a las aulas de Princeton para completar su curso de literatura, en el fondo lo que m¨¢s le apetece despu¨¦s de esta vor¨¢gine, sumergirse de nuevo en los libros y descubrirle a los alumnos las lecturas que marcaron su vida.
Este fin de semana previo es, en todo caso, una oportunidad para la recapitulaci¨®n. Vargas Llosa lo hace un rato en voz alta para EL PA?S. "En estas horas me he acordado mucho de mi madre, una gran lectora, que seguramente me contagi¨® esa afici¨®n, de mi abuelo materno, Pedro, que escrib¨ªa unos versitos que le hac¨ªan mucha ilusi¨®n y a quien yo siempre miraba con admiraci¨®n".
"Me acuerdo de cuando empec¨¦ en esto. ?Qui¨¦n me iba a decir a m¨ª que acabar¨ªa como he acabado! Yo jam¨¢s pens¨¦ que me ganar¨ªa la vida como escritor, jam¨¢s pens¨¦ siquiera que fueran a editarme un primer libro. Yo cre¨ªa que la edici¨®n me la tendr¨ªa que pagar yo y que lo leer¨ªan apenas un grupito de amigos".
Y contin¨²a: "Y ya ves, aqu¨ª estoy, gracias entre otras cosas a que he tenido mucha suerte en la vida". Suerte para encontrar las ayudas necesarias, "sobre todo en Espa?a", recuerda. Suerte, por ejemplo, para cruzarse con Carlos Barral, "que pele¨® como nadie con la censura de entonces para publicar La ciudad y los perros", o con Carmen Balcells, "que cre¨ªa m¨¢s en m¨ª que yo mismo". Y aqu¨ª est¨¢, en efecto, en la portada de The New York Times, convertido en "el escritor que examina los peligros del poder y la corrupci¨®n en Am¨¦rica Latina". Enorme plataforma y enorme gloria, pero Vargas Llosa quiere relativizar ese logro. "No es lo m¨¢s importante que me ha pasado en la vida". "Mi matrimonio es m¨¢s importante, mi familia es m¨¢s importante. Mi familia es mi vida, siento protecci¨®n en mi familia. Algunos amigos. Ese aliento vital que recibes de tu entorno ¨ªntimo es lo m¨¢s importante. Siento gran felicidad por este premio, pero no es mayor que la que sent¨ª al ver editado mi primer libro por una peque?a editorial de Barcelona que llevaban un grupo de m¨¦dicos aficionados a los cuentos; ten¨ªa el nombre de uno de los m¨¦dicos, Roca".
Vargas Llosa pone mucho ¨¦nfasis en estas horas en los aspectos m¨¢s privados de su vida y parece pensar que lo otro, lo m¨¢s p¨²blico, lo que ha provocado a veces una cierta distorsi¨®n de su imagen, es secundario, casi irrelevante. Jam¨¢s cambiar¨ªa, por ejemplo, su Nobel o su obra literaria por la presidencia de Per¨². "Yo quise ser presidente porque el Per¨² se ven¨ªa abajo. Fue sobre todo un sacrificio. Cuando perd¨ª no me entristec¨ª, no fue una tragedia, como s¨ª ser¨ªa una tragedia una enfermedad que me impidiese escribir".
Escribir es, por tanto, lo que quiere seguir haciendo y de la forma m¨¢s discreta posible. Escribir sobre Espa?a, por ejemplo; no lo descarta. El autor se sorprende de que, aunque ha dedicado a Espa?a decenas de art¨ªculos, su segunda patria no est¨¦ presente en su trabajo de ficci¨®n, el grueso de su obra. "Seguramente es porque las experiencias de la adolescencia y la juventud son las que m¨¢s marcan la personalidad, seguramente es porque en Espa?a no he tenido traumas y en el Per¨² s¨ª, y los traumas son el alimento principal de un escritor".
Mario Vargas Llosa ha vivido menos tiempo en su pa¨ªs natal que en Espa?a, pero fue all¨ª donde trat¨® con su padre, donde conoci¨® la violencia, la complejidad de una sociedad diversa y conflictiva, fue all¨ª donde se le inocul¨® el veneno de la pol¨ªtica del que nunca se ha liberado.
Siempre pens¨® que no le dar¨ªan el Nobel por sus ideas pol¨ªticas y es consciente del papel que juega en esa materia. "Cuando Zapatero me ha llamado para felicitarme me ha dicho que he conseguido la extra?a proeza de que, por una vez, la izquierda y la derecha est¨¦n de acuerdo con mi premio en Espa?a". Quiz¨¢ ahora, con el Nobel y los a?os, el personaje controvertido se transforme en un factor de cohesi¨®n. Qui¨¦n sabe.
Lo que s¨ª sabe es que va a seguir comprometido y conectado intelectualmente con su tiempo. Eso le plantea en estos momentos el reto de las nuevas tecnolog¨ªas. "Yo sigo prendido del periodismo de anta?o", reconoce. Y confiesa que si sus art¨ªculos de EL PA?S apareciesen solo en edici¨®n digital, ¨¦l se sentir¨ªa "frustrado". "No me gustar¨ªa, sentir¨ªa que me faltaba algo".
Babelia
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