Vitamina R (ron) y estrellas de mar
Piratas legendarios, conquistadores y naturaleza caribe?a entre Hig¨¹ey y el parque nacional del Este
A medio camino entre la marchosa Santo Domingo y el ajetreo tur¨ªstico de resorts como los de Punta Cana, al sureste de la Rep¨²blica Dominicana sorprende un rinc¨®n con historia -aqu¨ª vivi¨® Ponce de Le¨®n- y deslumbrantes playas blancas.
01 Hig¨¹ey, meta de peregrinaci¨®n
El casco urbano de Hig¨¹ey, capital de la provincia de La Altagracia, evoca Toma chocolate y paga lo que debes, la canci¨®n que radiaba La Voz del Tr¨®pico en los a?os cincuenta. Es una ciudad que prospera en su equidistancia entre La Romana y Punta Cana, y que roza los 200.000 habitantes, pero sin perder su ritmo pausado. La vieja Salvale¨®n de Hig¨¹ey fue fundada por Juan de Esquivel (el conquistador de Jamaica) entre 1503 y 1506, y con tantos incendios, huracanes y cambios, a¨²n predomina el estilo colonial de casas bajas, distribuidas en cuadras. Por eso sorprende la imponencia de la catedral de Nuestra Se?ora de La Altagracia, patrona del pa¨ªs. Los arquitectos franceses Andr¨¦ Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupr¨¦ se inspiraron en las manos juntas y arqueadas de la Virgen seg¨²n un cuadro del siglo XVI tra¨ªdo desde Espa?a por unos encomenderos extreme?os, los hermanos Trejo. C¨²pulas y arcos de cemento se curvan como dedos gigantescos en una catedral que desde su inauguraci¨®n en 1971 es meta de peregrinos. Suben al camar¨ªn de la Virgen a tocar el cristal del cuadro, encienden una vela y casi siempre piden un deseo. A veces llevan un h¨¢bito de raso negro y vienen caminando desde la otra punta de la isla para agradecer "la gracia recibida". Lujos e ilusiones en una bas¨ªlica de 45 campanas y con unas puertas de bronce que no se privan de un ba?o de oro de 24 quilates.
02 Los toreros de San Rafael de Yuma
El r¨ªo Yuma, que se forma en Hig¨¹ey con la confluencia del Duey y el Quisiban¨ª, recorre 60 kil¨®metros, casi todos entre haciendas de ganado y ca?averales de az¨²car, antes de desembocar en el mar Caribe. Eso es en Boca de Yuma, el viejo puerto de Hig¨¹ey, pero a 24 kil¨®metros de la capital sale al paso San Rafael de Yuma, un peque?o pueblo de agricultores y hateros, como llaman a los que cr¨ªan ganado. Es gente que suele engrosar la Hermandad de los Toreros de la Virgen. Lejos de vestir de luces y empu?ar capotes, los toreros de La Altagracia calzan botas largas con espuelas. La tradici¨®n es pagar un toro a la Virgen el 15 de agosto. Muchos toreros van en romer¨ªa conduciendo a caballo las reses tributadas hasta el santuario de la Virgen de Hig¨¹ey.
03 La casa-museo de Juan Ponce de Le¨®n
A un par de kil¨®metros de San Rafael de Yuma, por una pista de tierra, se alza la casa-museo de Juan Ponce de Le¨®n. Es una mansi¨®n solariega, de piedras grises y tejas rojas, con una recia portada de siller¨ªa. Falta el escudo noble, qui¨¦n sabe ad¨®nde vol¨®. La bandera espa?ola, la dominicana y la del Ministerio de Cultura presiden la entrada de una casona rodeada de jardines con palmeras y setos bien cuidados. En la planta baja recibe un busto de bronce del conquistador nacido en 1460 en Santerv¨¢s de Campos (Valladolid) y fallecido en 1521 en Cuba tras un flechazo envenenado que recibi¨® en La Florida. Ponce de Le¨®n residi¨® en esta casa con su mujer, Leonor, y sus tres hijas desde 1505 hasta 1508. "Johan Ponce estaba un hombre rico", dec¨ªa el historiador Fern¨¢ndez de Oviedo. No le faltaban siervos indios (mientras le duraron vivos), cultivos y ganados. Pero el Adelantado sent¨ªa la llamada del mar, y la ambici¨®n de m¨¢s tierras, no contento con tener esa hacienda dominicana y otra en Caparra, en Puerto Rico, isla que descubri¨® y gobern¨®. Los indios le calentaron la cabeza con historias de B¨ªmini, la fuente de la eterna juventud. ?C¨®mo no ir all¨ª? Ponce de Le¨®n ten¨ªa una carabela en Boca de Yuma, cerca de su casona de San Rafael, y desde ah¨ª emprendi¨® sus nuevos viajes de descubrimiento.
04 Boca de Yuma, un Caribe ins¨®lito
Siete kil¨®metros m¨¢s hacia el sur y huele a mar Caribe en Boca de Yuma, un pueblo marinero de unos 2.000 habitantes. Tiene como puntos de atracci¨®n el Hoyo del Zumbador, una piscina marina natural, y el parque de la Virgen (o de la Puntica), con una pintura mariana y un par de ca?ones oxidados disparando imaginaci¨®n hacia la espuma de las olas. El Caribe bate las escolleras mientras las tijeretas, por otro nombre p¨¢jaros fragata, ponen sus acentos circunflejos en un cielo estruendosamente azul.
Como todas las estaciones T¨¦rmini del mundo, Boca de Yuma es un buen sitio para meditar quedarse (aunque solo sea unas horas). Ah¨ª vivi¨® Pedro Cifuentes, un n¨¢ufrago apodado El Portugalete, un precursor de Robinson Crusoe espa?ol. Hay media docena de restaurantes en sus calles a pico sobre el mar, y la cuesti¨®n es elegir chillo o colirrubia, langosta o langostino... En una caleta han varado las barcas azules (Miramar, Ruth...) que llevan al r¨ªo Yuma y a Playa Blanca, a la que se accede mejor por mar. Remontando el Yuma desde la misma boca, la sal marina se diluye en el agua verde del r¨ªo en menos de un kil¨®metro. Gordas iguanas toman el sol en los pe?ascos, los pel¨ªcanos descansan de sus atracones de peces y las garzas bueyeras adornan los ¨¢rboles de la margen derecha como si fuesen flores de algod¨®n. A mano izquierda, un cobertizo guarda una r¨¦plica de una carabela espa?ola. El gu¨ªa Manuel Mota fabula: "Cuando Ponce de Le¨®n sal¨ªa de aqu¨ª pintaba su carabela de negro, y cuando volv¨ªa la pintaba de amarillo". Manuel quiere dar muela, es decir, quiere convencer de que Ponce de Le¨®n emprend¨ªa sigilosamente sus expediciones y regresaba en triunfo -con el amarillo del oro- a Boca de Yuma. Luego Ponce cabalgaba en torno a una legua hasta su casona de San Rafael.
05 El refugio del famoso pirata Cofres¨ª
A una hendidura en los farallones del r¨ªo Yuma le dicen la cueva del pirata Cofres¨ª. Es tan breve que se ve su final desde la barca, pero eso no quita orgullo a los de Boca de Yuma: no todos los puertos pesqueros han tenido un pirata de ese calibre. Su extra?o nombre se debe a pronunciar al desgaire su verdadero apellido, Kupferschen. Nacido en Cabo Rojo (Puerto Rico) en 1791, fue hijo de un alem¨¢n de Trieste, Franz Von Kupferschen, y de la dama puertorrique?a Mar¨ªa Ram¨ªrez de Arellano. No estando por las labores burguesas, Roberto Cofres¨ª se dedic¨® a la pirater¨ªa con su goleta Ana. Cruzaba con desenvoltura el canal de la Mona, que separa Puerto Rico de la Hispaniola, y se refugiaba en Boca de Yuma tras sus correr¨ªas. Los espa?oles estaban hartos, y no menos los norteamericanos que empezaban a mandar en la zona y que un d¨ªa lo capturaron. El ingrato trabajo de fusilarlo -en 1823- recay¨® en Espa?a, que a¨²n pose¨ªa Puerto Rico.
06 El parque nacional del Este
En las afueras de Boca de Yuma se abre el parque nacional del Este. Sus 808 kil¨®metros cuadrados (420 en tierra y 388 en el mar) se reparten entre aguas marinas de color turquesa y una tierra forrada de caobas y alm¨¢cigos, y llena de cavernas donde se dan el pico las estalactitas y las estalagmitas. Una de sus joyas es Saona, isla de arenas deslumbrantemente blancas, bautizada as¨ª por Michele de Cuneo, un marino italiano de Savona, en el segundo viaje de Col¨®n. Otra isla del parque es Catalinita, meta de grupos que practican snorkel o que, si no, brindan con vitamina R (ron dominicano) a la salud de las estrellas de mar. En el parque hay hasta 112 especies de aves y con suerte se avistan delfines y manat¨ªes. En tierra, solo en roedores se encuentra desde el solenodonte, una rara musara?a, hasta la gran jut¨ªa.
Otro mundo sin par es el de las cuevas y los petroglifos de los indios ta¨ªnos. La cueva de Berna est¨¢ en la zona de amortiguamiento del parque nacional y alberga muchas caras antropomorfas, "pintarrajeadas por los estudiantes", seg¨²n el guarda. La caverna tiene dos grandes puertas naturales, una agradable penumbra y fresca temperatura. All¨ª se refugi¨® la poblaci¨®n de Boca de Yuma durante el devastador hurac¨¢n Georges en septiembre de 1998.
Otra caverna visitable con facilidad es la cueva de Bienve, a un kil¨®metro de la de Berna. A la cueva del Puente hay que acceder a partir del centro de visitantes de Guaraguao, o desde la costa viniendo en barca desde Playa Bayahibe y luego con una caminata de un par de horas. Con una hora m¨¢s se llega a la cueva de Jos¨¦ Mar¨ªa, que aloja 1.200 pinturas ta¨ªnas, entre ellas el espectacular panel con el tributo de casabe (pan de harina de mandioca) que deb¨ªan pagar los ta¨ªnos a los espa?oles y que para su cobro enviaban una carabela desde Saona. La cueva de La Aleta se lleva la palma del inter¨¦s, si bien requiere unas siete horas de camino desde el poblado de La Granchorra. La Aleta pudo ser un lugar ceremonial y sede del cacique Cotubamana. Se cree que fue ah¨ª donde se libr¨® en 1503 una batalla entre espa?oles y ta¨ªnos que, seg¨²n Bartolom¨¦ de Las Casas, arroj¨® un saldo de cientos de indios muertos. En el manantial de La Aleta, un cenote de cuarenta metros de di¨¢metro, hay siete ojos que permiten atisbarlo desde la superficie. En 1999, buceadores-arque¨®logos de la Universidad de Indiana encontraron objetos ta¨ªnos datados desde 1035 hasta 1420 de nuestra era, como un duho, o taburete, de los que usaban los caciques. Una cazoleta para cohoba, la droga sagrada que inhalaban los sacerdotes, y macanas, o mazas ceremoniales, un peque?o cocodrilo tallado... Es posible que esa caverna llena de agua dulce fuese Coaybay, la puerta que llevaba a la morada ta¨ªna de los muertos.
07 Un lugar para reponerse
Fulvio Loperfido se apa?a para tener radicchio (achicoria morada) de Trieste en El Viejo Pirata, un hotel acogedor a cinco minutos del mar en Boca de Yuma. Sus peque?as y aseadas habitaciones permiten, por 1.200 pesos (unos 25 euros) la noche, poner base en un lugar a¨²n no arrasado por los resorts (hay proyectos de construir uno). En el restaurante se compagina lo italiano y lo que da el lugar. Una lasa?a al horno con langosta cuesta 12 euros, y los gambones, 8 euros el medio kilo. La raci¨®n de mero sale por 6,5 euros, y solo le falta aletear de lo fresco que est¨¢.
? Luis Pancorbo es autor de Avatares. Viajes por la India de los dioses (Miraguano, 2008).
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Iberia (902 400 500; www.iberia.com) vuela sin escalas entre Madrid y Santo Domingo desde 731 euros, tasas incluidas. ? Air Europa (902 401 501; www.aireuropa.com) tiene vuelos directos entre Madrid y Punta Cana. Un billete de ida y vuelta para viajar en octubre o noviembre cuesta 917 euros, precio final. Tambi¨¦n enlaza Madrid y Santo Domingo, desde 717 euros.
Viajes organizados
?Viajes Iberia (902 11 62 21; www.viajesiberia.com) ofrece estancias de siete noches en hoteles de cinco estrellas de Punta Cana y Bayahibe, en r¨¦gimen todo incluido, desde 750 euros por persona. Con vuelos, traslados y tasas. ? Halc¨®n Viajes (902 300 600; www.halconviajes.com) organiza salidas en octubre a la zona de La Romana por 1.054 euros por persona. En el precio est¨¢n comprendidos los vuelos y traslados, m¨¢s ocho noches en hoteles de cinco estrellas con todo incluido. ? Pullmantur (www.pullmantur.es; en agencias). Paquetes todo incluido a Playa B¨¢varo y Punta Cana desde 779 euros por persona, con vuelos, traslados y tasas.
Excursiones
? Desde los complejos tur¨ªsticos de Punta Cana, Playa B¨¢varo o La Romana se organizan excursiones a lugares como Saona, Saman¨¢, Santo Domingo, Hig¨¹ey o los Altos de Chav¨®n. ? Compa?¨ªas de autocares interurbanos como Caribe Tours (www.caribetours.com), Autobuses Metro (www.groupmetro.com), Expreso B¨¢varo o Terra Bus enlazan a diario las principales poblaciones de la isla.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo dominicano en Madrid (914 17 73 75; govominicanrepublic.com). / I. M.
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