El porqu¨¦ del desfile
"Si el tiempo no lo impide, con el permiso de la autoridad y bajo su presidencia", as¨ª rezan los carteles taurinos, y as¨ª ser¨¢ como en la ma?ana de hoy tendremos el habitual desfile del d¨ªa de la Fiesta Nacional. Ir¨¢ acompa?ado de los abucheos de rigor al presidente del Gobierno, orquestados con premeditaci¨®n y alevos¨ªa y ejecutados por una claque reclutada entre el facher¨ªo rencoroso, que act¨²a de forma tan an¨®nima como identificable y tan enfervorizada como impune.
Recordemos que la decisi¨®n a favor de fijar el 12 de octubre como d¨ªa de la Fiesta Nacional lleg¨® tras algunos a?os de titubeo. Entonces, se prefiri¨® optar por el modelo de celebraci¨®n franc¨¦s, con la solemne parada militar como uno de los actos centrales. En nuestro caso, las unidades siguen el eje de la Castellana en direcci¨®n norte-sur y rinden acatamiento a Su Majestad el Rey.
Guti¨¦rrez Mellado sustituy¨® el nombre de Desfile de la Victoria y apost¨®, con el Rey y Su¨¢rez, por la concordia
Desde el a?o pasado la novedad consiste en que la tribuna del Rey ha migrado de la plaza de Col¨®n a la de Lima. Una migraci¨®n obligada, una vez que la reforma del eje Prado-Recoletos ha repuesto al almirante descubridor en el centro de la calzada, lo cual inhabilita la utilizaci¨®n de ese lugar por la extrema dificultad que para las unidades de a pie supone describir un semic¨ªrculo mientras pasan por la tribuna de honor.
Felicit¨¦monos de que se abandone por fin la desventurada plaza donde se dieron cita todos los abusos y desastres urban¨ªsticos desde los a?os sesenta con el alcalde Carlos Arias Navarro en adelante. Ahora, los encuadres de televisi¨®n tienen como tel¨®n de fondo el estadio Santiago Bernab¨¦u, la torre de Madrid y el antiguo palacio de Exposiciones y Congresos con el mosaico de Joan Mir¨® incluido. La Castellana ha multiplicado su longitud pero nadie parece haber pensado en la necesidad de disponer un espacio id¨®neo para la tribuna Real a instalar con ocasi¨®n de estos desfiles o de otras necesidades c¨ªvicas o deportivas.
Aceptemos que otros pa¨ªses de tradici¨®n mucho m¨¢s belicosa, como Reino Unido, procedan de manera mucho m¨¢s discreta y dejen esos desfiles de las Fuerzas Armadas fuera de sus programas anuales para reservarlos en exclusiva cuando se producen momentos muy especiales con ¨¦xito de sus armas en Las Malvinas o donde fuere. Pero, en todo caso, reconozcamos que solo la Iglesia y el Ej¨¦rcito, la hueste eclesi¨¢stica y la castrense, han sido capaces de desplegar una liturgia convincente, ya sea la misa de pontifical o la rendici¨®n de honores militares a las autoridades se?aladas en el reglamento. Sin unidades que puedan cumplir ese servicio, la Uni¨®n Europea permanece en evidencia porque es imposible imaginarse a ning¨²n dignatario de visita oficial en las instituciones de Bruselas pasando revista a una formaci¨®n integrada por efectivos de esos contingentes.
Y quienes a otra escala de poder auton¨®mico o municipal carecen de unidades militares con ese adiestramiento para los honores acaban buscando la manera de presentar alg¨²n remedo marcial a base de Miqueletes o Mossos con armas largas m¨¢s o menos de atrezzo.
Digamos, a quienes siempre parecen propensos a criticar una parada militar como la de hoy, que cuantos prestan servicio en los Ej¨¦rcitos de manera tan honrosa y esforzada, muchas veces a miles de kil¨®metros de su entorno amistoso y familiar, bien merecen una vez al a?o recibir el afecto de sus conciudadanos.
Ahora podemos hacerlo sin complejos porque nuestra democracia vino por sus pasos contados -de la ley a la ley pasando por la ley- como respuesta a la demanda c¨ªvica de las fuerzas empe?adas en el restablecimiento de los derechos y de las libertades p¨²blicas. Franco ofreci¨® como prenda de continuidad de su r¨¦gimen que "todo quedar¨ªa atado y bien atado bajo la guardia fiel de nuestro Ej¨¦rcito". Pero las Fuerzas Armadas prefirieron llevar a cabo el cambio preciso de lealtades para dejar de ser de Franco y pasar a ser de Espa?a.
Aqu¨ª, tras la muerte de Franco, al desfile resultaba imposible seguir llam¨¢ndolo "Desfile de la Victoria", porque la Victoria aludida era la del ¨²ltimo parte de guerra, fechado el 1 de abril de 1939. La cual, al proclamarse, asignaba a unos espa?oles el orgullo del triunfo y a otros, espa?oles tambi¨¦n, el estigma humillante de la derrota.
Fue el general Guti¨¦rrez Mellado quien sustituy¨® aquella denominaci¨®n improrrogable y apost¨® con el presidente Su¨¢rez y el Rey por la concordia. Son recuerdos de un ¨¢lbum antiguo pero conviene no perderlos para evitar confusiones sobre el origen de los abucheos y las aspiraciones constitucionales de los espa?oles.
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