No es un milagro
El ejemplar trabajo de los chilenos culmina con el rescate de los mineros sepultados en Atacama
A Chile le ha tocado poner en escena el argumento que muestra que tambi¨¦n existe un lado luminoso en la condici¨®n humana, y el pa¨ªs latinoamericano ha salido mod¨¦licamente airoso. Hace 69 d¨ªas 33 mineros quedaron atrapados a 600 metros bajo tierra y desde el primer momento se temi¨® lo peor: que la combinaci¨®n de una naturaleza hostil con unas p¨¦simas condiciones de trabajo terminara con la muerte de todos ellos. M¨¢s de dos semanas despu¨¦s lleg¨® el primer signo de esperanza: estaban vivos. A partir de ese momento, todo el pa¨ªs se confabul¨® contra la desgracia.
Al Gobierno chileno le toc¨® coordinar el esfuerzo de rescatar a aquellos hombres y sacarlos de las entra?as de la mina San Jos¨¦, que con sus derrumbamientos ya hab¨ªa avisado que no tolerar¨ªa una intervenci¨®n violenta, ni improvisada. Era imprescindible obrar con prudencia, pero con rapidez, y combinar la tecnolog¨ªa m¨¢s sofisticada e innovadora con el recurso a esa sabidur¨ªa que puede templar la ansiedad y la angustia de cuantos se ven implicados en una situaci¨®n desesperada. El presidente Sebasti¨¢n Pi?era se volc¨® en la tarea de recabar ayuda internacional, y consigui¨® que los pa¨ªses m¨¢s avanzados pusieran a su disposici¨®n la maquinaria id¨®nea y facilitaran la participaci¨®n de los mejores especialistas.
El esfuerzo ha sido, en cualquier caso, colectivo y los chilenos han superado con creces el desaf¨ªo confirmando de nuevo que sus instituciones son s¨®lidas y competentes sus profesionales que, en las m¨²ltiples tareas que surgieron d¨ªa a d¨ªa, pusieron por delante siempre el objetivo final y nunca sus propios intereses. La solidaridad ha sido el carburante para superar un reto que se les pod¨ªa haber ido f¨¢cilmente de las manos. Chile ha dado ejemplo, no solo a sus vecinos sino al mundo entero: el rescate se produjo antes de lo previsto y se pusieron en marcha hasta tres estrategias para garantizar la vida de los mineros.
El proceso se ha seguido en todas partes a trav¨¦s de la televisi¨®n y los nuevos medios de comunicaci¨®n. Con un argumento que ten¨ªa la intensidad de las tragedias griegas o shakespearianas, y en el que fueron perfil¨¢ndose distintos caracteres, el desierto de Atacama ha sido el espejo donde millones de mujeres y hombres de las condiciones m¨¢s diversas se han vuelto a asomar a las viejas heridas de la vida y la muerte, la injusticia, la pobreza, el miedo, la angustia. Los abrazos de los supervivientes han permitido, aunque fuera solo por un rato, abrir un hueco a la alegr¨ªa y a la esperanza en tiempos verdaderamente dif¨ªciles. No hay que olvidar que los chilenos se enfrentaron hace unos meses, y tambi¨¦n con enorme eficacia, a las consecuencias de un terremoto devastador.
Despu¨¦s del feliz desenlace, vienen los interrogantes. ?Qu¨¦ pasar¨¢ ahora? La vuelta a la mon¨®tona normalidad exige redoblar las alertas. Solo con que parte de lo que se ha gastado en rescatar a los mineros se hubiera invertido en garantizar la seguridad en su trabajo, quiz¨¢ el accidente no se habr¨ªa producido nunca.
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