Cinco notas conjeturales
A la realidad le gustan las simetr¨ªas, se lee en un cuento de Borges, y es sin duda por eso que Vargas Llosa ha recibido el Nobel en el mismo a?o redondo en que los lectores de Camus conmemoramos los cincuenta a?os de su muerte. Vargas Llosa y Camus tienen algo de almas gemelas, o de vidas, si no paralelas, por lo menos an¨¢logas. ?Qui¨¦n le iba a decir esto al sartrecillo valiente? Alg¨²n d¨ªa escribir¨¦ algo serio al respecto. Mientras ese d¨ªa llega, he tomado algunas notas.
1 No me sorprende encontrar el nombre de Camus en las p¨¢ginas de Sables y utop¨ªas, esa especie de retrato del intelectual p¨²blico a trav¨¦s de sus textos. Cuando piensan en Vargas Llosa, sus lectores suelen pensar en Sartre: la idea de que las palabras son actos deslumbr¨® a Vargas Llosa en su juventud y molde¨® buena parte de su concepci¨®n de la literatura. Pero es la trayectoria de Camus, el hombre de izquierdas decepcionado por la izquierda totalitarista y violenta, y no la del existencialista dogm¨¢tico, la que tiene m¨¢s de un punto en com¨²n con la de Vargas Llosa. No llegan al mismo lugar, es cierto, pero sufren los mismos malentendidos, soportan los mismos ataques, deben enfrentar los mismos intentos de secuestro intelectual por parte del enemigo. En un discurso pronunciado en 1978, Vargas Llosa recuerda o parafrasea a Camus: "La ¨²nica moral capaz de hacer el mundo vivible es aquella que est¨¦ dispuesta a sacrificar las ideas todas las veces que ellas entren en colisi¨®n con la vida, aunque sea la de una sola persona humana, porque ¨¦sta ser¨¢ siempre infinitamente m¨¢s valiosa que las ideas". Vargas Llosa no dice de d¨®nde viene la par¨¢frasis, as¨ª que me pongo a buscar argumentos semejantes en El hombre rebelde. Los encuentro, y en varias p¨¢ginas; y entonces encuentro tambi¨¦n otras cosas.
2 En la cuarta parte de El hombre rebelde, que Camus titula "Revuelta y arte", leo una cita de Nietzsche: "Ning¨²n artista tolera lo real". Y luego la glosa de Camus: "La creaci¨®n es exigencia de unidad y rechazo del mundo. Pero rechaza el mundo por causa de lo que le falta y en nombre de lo que, a veces, el mundo es". La creaci¨®n art¨ªstica como manera de subsanar las carencias del mundo: eso lo he le¨ªdo antes y en varios ensayos o conferencias de Vargas Llosa. En el ep¨ªlogo de La verdad de las mentiras leo que "toda buena literatura es un cuestionamiento radical del mundo en que vivimos", y tambi¨¦n que la literatura "es un refugio para aquel al que sobra o falta algo, en la vida, para no ser infeliz, para no sentirse incompleto", y tambi¨¦n que la mejor contribuci¨®n de la literatura al progreso humano es "recordarnos que el mundo est¨¢ mal hecho". El novelista que es Vargas Llosa siempre ha aspirado a compensar, mediante los poderes de la ficci¨®n, los defectos de la realidad; Camus, por su parte, dice: "El artista rehace el mundo por su cuenta".
Esto me hubiera bastado para imaginar a Vargas Llosa leyendo El hombre rebelde y derivando de all¨ª buena parte de su visi¨®n literaria. Pero entonces me encuentro con este p¨¢rrafo:
Un cr¨ªtico cat¨®lico ha escrito: "El arte, sea cual sea su objetivo, entra siempre en culpable competencia con Dios". Es m¨¢s justo, en efecto, hablar de competencia con Dios, a prop¨®sito de la novela, que de competencia con el estado civil. Thibaudet expresaba una idea parecida cuando dec¨ªa, a prop¨®sito de Balzac: "La comedia humana es la imitaci¨®n de Dios padre". El esfuerzo de la gran literatura parece ser el de crear universos cerrados.
No me parece una especulaci¨®n demasiado grosera ver en estas l¨ªneas, y en otras de ese cap¨ªtulo de El hombre rebelde, el origen mediato de una de las teor¨ªas que soportan la obra literaria de Mario Vargas Llosa: el novelista como deicida.
3 En 1970, Vargas Llosa contest¨® a unas preguntas de la revista El Urogallo con palabras que no hubieran desentonado en el ensayo de Camus:
Esta representaci¨®n desinteresada de la realidad humana que expresa el mundo en la medida que lo niega, que rehace deshaciendo, este deicidio sutil que entendemos por novela y que es perpetrado por un hombre que hace las veces de suplantador de Dios, naci¨® en Occidente, en la alta Edad Media, cuando mor¨ªa la fe y la raz¨®n humana iba a reemplazar a Dios como instrumento de comprensi¨®n de la vida y como principio rector para el gobierno de la sociedad. Occidente es la ¨²nica civilizaci¨®n que ha matado a sus dioses sin sustituirlos por otros, ha escrito Malraux: la aparici¨®n de la novela, ese deicidio, y del novelista, ese suplantador de Dios, es el resultado de ese crimen.
Confrontar este pasaje con El hombre rebelde: "Religi¨®n o crimen, todo esfuerzo humano obedece, finalmente, a este deseo irracional y pretende dar a la vida la forma que ella no tiene. El mismo movimiento, que puede llevar a la adoraci¨®n del cielo o a la destrucci¨®n del hombre, lleva tambi¨¦n a la creaci¨®n novelesca". Pocas p¨¢ginas despu¨¦s, Camus se refiere a Proust. Le Temps retrouv¨¦, dice Camus, es la eternidad sin dios. Proust, dice Camus, "ha demostrado que el arte novelesco rehace la creaci¨®n misma, tal como ella nos ha sido impuesta y tal como la rechazamos".
4 Imaginar a Vargas Llosa en aquella buhardilla del Hotel Wetter. Imaginar que lee El hombre rebelde; imaginar que anota palabras clave para la construcci¨®n de una po¨¦tica, palabras como creaci¨®n, rehace, rechaza, religi¨®n, crimen, creaci¨®n novelesca. Imaginar que tiene en mente a Camus (o ha olvidado que lo tuvo en mente) al contestar a las preguntas de El Urogallo en 1970 y, finalmente, al escribir el libro que da forma concreta a la idea del novelista como suplantador de Dios: Historia de un deicidio. All¨ª se lee esto: "Escribir novelas es un acto de rebeli¨®n contra la realidad, contra Dios, contra la creaci¨®n de Dios que es la realidad".
5 Una ma?ana de principios de 1958, Camus, que por esos d¨ªas dirige la reposici¨®n de una de sus obras de teatro, sale a la calle junto con la actriz Mar¨ªa Casares. Un joven peruano de veinti¨²n a?os se le acerca, le dice en un franc¨¦s todav¨ªa torpe que lo admira, le entrega una revista. Camus, nieto de espa?oles, le contesta al joven en su lengua.
Camus muere dos a?os despu¨¦s, justo cuando Vargas Llosa llega a instalarse a Par¨ªs.
Juan Gabriel V¨¢squez (Bogot¨¢, 1973) es autor de las novelas Los informantes (Alfaguara y Punto de Lectura) e Historia secreta de Costaguana (Alfaguara), entre otros libros.
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