Mam¨¢ se queda con las galletas
Mar¨ªa Teresa Rodr¨ªguez recupera el poder en Gull¨®n - La presidenta contrata al directivo al que sus hijos despidieron e indemnizaron con nueve millones
En las oficinas de Gull¨®n, la mayor galletera de Europa, se respira una calma tensa desde el viernes. Parece que una m¨¢quina del tiempo haya transportado a toda la empresa, situada en Aguilar de Campoo (Palencia), 13 meses atr¨¢s. El despacho noble es propiedad de Mar¨ªa Teresa Rodr¨ªguez, viuda de Jos¨¦ Manuel Gull¨®n. La direcci¨®n general la ocupa Juan Miguel Mart¨ªnez Gabald¨®n. Sin embargo, peque?as diferencias dejaban entrever el viernes que un terremoto ha sacudido la compa?¨ªa durante un a?o. Las cerraduras hab¨ªan sido cambiadas y las llaves de los hijos de Mar¨ªa Teresa no encajaban. En la cuenta corriente del director general, que acudi¨® a trabajar con sus abogados a las espaldas, hay nueve millones de euros m¨¢s.
Los hijos de la matriarca dicen que el director general la manipula
Todas las familias felices, seg¨²n dijo Tolstoi, se parecen. Las desdichadas lo son cada una a su manera. La tragedia de los Gull¨®n se resume en una madre de 67 a?os que siente que sus hijos, borrachos de ambici¨®n, quieren arrebatarle la empresa que ha sacado adelante desde que su marido muri¨® en un accidente de tr¨¢fico en 1983. En el otro lado del espejo, tres hijos (de los cuatro que forman el clan), que aseguran que a su madre le ha absorbido el juicio Mart¨ªnez Gabald¨®n, que se est¨¢ haciendo rico a costa de aprovecharse de la empresa que su padre les dej¨® en herencia.
Todo comenz¨®, asegura F¨¦lix Gull¨®n, de 41 a?os e hijo peque?o de Mar¨ªa Teresa, cuando se enteraron de que Juan Miguel Mart¨ªnez Gabald¨®n, mano derecha de su madre durante 20 a?os, hab¨ªa comprado en 2004 unos terrenos anexos a la f¨¢brica. "Quer¨ªa vend¨¦rselos a la empresa por cuatro millones. No hab¨ªa pagado por ellos ni 300.000 euros", dice el peque?o de los Gull¨®n. Esto desat¨® las iras de los tres v¨¢stagos varones. Pensaron que el directivo se estaba aprovechando de su posici¨®n. Gabald¨®n, explic¨® su madre en un comunicado, compr¨® esos terrenos por el bien de la compa?¨ªa, para asegurar que en el futuro podr¨ªan expandir la f¨¢brica.
Tras meses de tensiones m¨¢s o menos contenidas, en septiembre de 2009, F¨¦lix, Hern¨¢n y Rub¨¦n, junto a sus t¨ªos (dos hermanos de Mar¨ªa Teresa), decidieron dar un golpe de Estado. En un consejo de administraci¨®n, nombraron a la matriarca presidenta de honor, le quitaron los poderes ejecutivos y el peque?o de los tres, F¨¦lix Gull¨®n, ocup¨® el cargo de director general. Se defiende diciendo que la empresa que Gabald¨®n convirti¨® en un imperio, desde que ¨¦l lleg¨® tambi¨¦n sube como la espuma. "El mi¨¦rcoles logramos otro r¨¦cord: en un d¨ªa salieron de la f¨¢brica 600.000 kilos de galletas. Las ventas crecen un 8%", dice.
Seg¨²n Mar¨ªa Teresa, F¨¦lix quer¨ªa hacerse con la empresa antes de tiempo. Ella deseaba el cambio generacional, pero cuando su hijo "hubiera demostrado sus habilidades en todos los departamentos". No quiso esperar, lamenta. La versi¨®n de F¨¦lix es bien distinta. "Mi madre le firmaba a Gabald¨®n todo lo que quer¨ªa. Se ha hecho con terrenos, acciones... Ella es su chaleco antibalas. No permite que le paremos. ?No se da cuenta de que por eso se ha peleado con sus hijos, sus hermanos y con todo el pueblo? Hasta ha dejado de venir a ver a sus nietos", se queja F¨¦lix.
La primera intenci¨®n de los hijos al llegar a la empresa estuvo clara: quitar de en medio a Gabald¨®n. Interpusieron contra ¨¦l varias demandas judiciales. Le despidieron. La sorpresa, relata F¨¦lix, les lleg¨® al descubrir que el directivo ten¨ªa un contrato blindado con un salario de 1,8 millones anuales. A prueba de balas. Despedirle les costar¨ªa nueve millones de euros. Cerca del 80% del beneficio que su empresa genera. Se echaron atr¨¢s. "Le pedimos que se reincorporara a la empresa. Nos dijo que s¨®lo lo har¨ªa si quit¨¢bamos todas las acciones judiciales contra ¨¦l. No quisimos, y exigi¨® la indemnizaci¨®n", asegura.
As¨ª fue como Gabald¨®n pas¨® a ser casi nueve millones de euros m¨¢s rico. Mientras las disputas por su contrato se desarrollaban, Mar¨ªa Teresa, la matriarca, con el apoyo de su ¨²nica hija y del propio Gabald¨®n, dio su propio golpe de Estado. Aduciendo que entre los tres tienen la mayor¨ªa accionarial (el 82% de la galletera), convoc¨® su propio consejo extraordinario. Lo celebr¨® en un coche, a las puertas de Gull¨®n, donde sus hijos le negaron la entrada. Una notaria dio fe de todo. Y la pasada semana lograron incluirlo en el Registro Mercantil de Palencia. Mar¨ªa Teresa ha recuperado el poder. Es administradora ¨²nica.
El jueves, volvi¨® a sus dominios. Nada m¨¢s llegar tom¨® la primera decisi¨®n: contrat¨® a Juan Miguel Mart¨ªnez Gabald¨®n. Vuelve a ser el director general. Con un nuevo contrato y con 8,9 millones en el banco en compensaci¨®n por la ruptura del anterior. En los tribunales siguen pendientes contra ¨¦l varios procesos.
Mar¨ªa Teresa lanz¨® el viernes un comunicado: no quiere que sus reto?os dejen la compa?¨ªa. Insiste en que sigue pensando que son el futuro, cuando est¨¦n preparados. "Llevan mucho tiempo vendi¨¦ndome motos. No me pueden decir que soy la esperanza de una compa?¨ªa que me maltrata. S¨¦ que ahora Gabald¨®n va a humillarme. Lo ¨²nico que quiere es m¨¢s dinero. Ya no veo que esto tenga arreglo", zanja F¨¦lix.
CUANDO LA EMPRESA ROMPE LA FAMILIA
Llongueras. Despidos cruzados
Peluquero, estilista y showman. Llu¨ªs Llongueras tiene un conglomerado de firmas que incluyen peluquer¨ªas, cosm¨¦ticos, escuelas y franquicias. Algunas de las firmas las comparte con su primera mujer y los dos hijos que tuvo con ella. La semana pasada, su hija Esther Llongueras decidi¨® despedirle de Peluquer¨ªa y Maquillaje S. A., donde ella es administradora ¨²nica. Aunque los miembros de la familia no han querido aclararlo, la acci¨®n huele a venganza: su padre la borr¨® a ella (tambi¨¦n a su madre) de otra empresa semanas antes. Con su actual mujer, Jocelyne Novella, con quien se cas¨® en 2006 y tiene tres hijos, Llu¨ªs Llongueras comparte negocios.
Lladr¨®. La decisi¨®n salom¨®nica
Despu¨¦s de 54 a?os siendo familia y socios, los Lladr¨® tomaron en 2007 una decisi¨®n salom¨®nica: dividieron en tres partes la empresa. Cada rama de la familia se qued¨® con un negocio. Juan Lladr¨® y sus cuatro hijas, la divisi¨®n hist¨®rica, basada en la porcelana, que pasaba un mal momento. Jos¨¦, negocios inmobiliarios y Vicente, de energ¨ªa principalmente. La decisi¨®n apacigu¨® el conflicto que se viv¨ªa desde que Rosa Mar¨ªa Lladr¨® (actualmente fallecida), de la segunda generaci¨®n, quiso vender sus acciones tras a?os apartada de la gesti¨®n. No le dejaron. Tampoco usar su apellido en otro negocio. Con el reparto, lleg¨® la calma familiar, aunque no la econ¨®mica.
Eulen. Golpe al patriarca
David ?lvarez cre¨® en 1962 una empresa de limpieza. Hoy esa empresa es un imperio y se llama Eulen. Tienen divisiones de seguridad, telemarketing, mantenimiento... En 2008 factur¨® 1.324 millones de euros. Sin embargo, el patriarca, con 83 a?os, ha tenido que acudir a los tribunales para recuperar el poder. Cinco de sus siete hijos (todos tienen cargos dentro del conglomerado), trataron de aparcarle para dar un giro a la gesti¨®n de la compa?¨ªa. En el divorcio familiar, dicen sus allegados, tuvo mucho que ver que ?lvarez, dos veces viudo, se casara por tercera vez. El padre ahora prepara la salida a Bolsa de la empresa, que tendr¨¢ un consejo profesionalizado y accionistas fuera del clan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.