Marsella encabeza el malestar franc¨¦s
Las demandas sectoriales convierten la ciudad en vanguardia de la protesta
El hedor de la basura que se pudre en las calles de Marsella tras 10 d¨ªas de huelga de los recogedores hiere, pero es claramente otra la descomposici¨®n que preocupa a los marselleses: la del Estado de bienestar. Mientras la cuesti¨®n de las pensiones monopoliza la atenci¨®n medi¨¢tica, entre la ciudadan¨ªa es recurrente la idea de rebeli¨®n ante lo que perciben como el fin del proyecto de cohesi¨®n social que ha regido las sociedades europeas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Marsella ense?a, con toda evidencia, los s¨ªntomas de un virus que probablemente se incuba en otras partes de Europa.
Aqu¨ª, sobre el tronco de la protesta contra la reforma de las pensiones, han florecido numerosas reivindicaciones sectoriales que est¨¢n poniendo de rodillas a una ciudad hist¨®ricamente muy sindicalizada y propensa a la agitaci¨®n. Frente al puerto, se vislumbran las siluetas de los 80 cargueros bloqueados en el mar por las protestas de los trabajadores portuarios, dirigidas contra una ley de privatizaci¨®n del sector. En la ciudad, donde no circulaban ayer autobuses por el bloqueo de los dep¨®sitos de combustibles, la basura se acumula por una protesta que une a la lucha general tambi¨¦n reivindicaciones salariales. Otros sectores, como los empleados de Hacienda, est¨¢n en pie de guerra en Marsella por cuestiones espec¨ªficas.
M¨¢s all¨¢ de la reforma delas pensiones
"Francamente, no estoy seguro de que todo lo que est¨¢ pasando en Francia sea por lo de las pensiones. Me parece m¨¢s bien que es el elemento que hizo estallar un malestar muy amplio. La gente ve que se abre la brecha social entre clases, ve que la red de protecci¨®n se agrieta, y siente que pagan siempre los mismos", dice Roland Graille, bi¨®logo marino de 48 a?os, en la c¨¦ntrica Rue de la Canabi¨¨re. A su lado, Alexis Casimiri, marino de 35, interviene: "Deber¨ªan explicar por qu¨¦ encontraron miles de millones para salvar a los bancos, y ahora donde hay que ahorrar es con las pensiones de los trabajadores", dice. "Esto va a estallar", a?ade.
Mientras hablan, fuerzas de la Seguridad Civil empiezan a recolectar basura en camiones militares. Es una medida simb¨®lica: solo son 150 para un ¨¢rea con 1,5 millones de habitantes. A escasos metros, Patrick Ru¨¦ observa a los agentes con mirada desafiante. Plantado como un roble en la acera, ojos claros, voz bronca, el dirigente sindical de Fuerza Obrera, una central bastante radical, asegura con tono duro: "Estos no romper¨¢n la huelga, claro est¨¢". Por la ma?ana, el mismo Ru¨¦ hab¨ªa liderado el bloqueo de dos t¨²neles de acceso al centro de Marsella. ?Temor a que la protesta degenere? "Controlamos la situaci¨®n. Pero hacen de todo para provocarnos", responde.
Y el aire que sopla no es del todo calmo. Los contenedores arden por la noche, y con ellos algunos coches. Hubo disturbios en un liceo. Significativamente, la sede de la central CGT ten¨ªa ayer su puerta de acceso bien cerrada, y custodiada por siete u ocho se?ores de los que ninguno parec¨ªa pesar menos de 90 kilogramos. En el interior, Mireille Chessa, secretaria general de la CGT en la provincia, coincide: "El asunto de las pensiones ha aglutinado una constelaci¨®n de motivos de protesta. La gente est¨¢ harta".
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