El puerto de Marsella naufraga
La defensa que hacen los huelguistas de sus derechos amenaza con dejar moribunda la actividad econ¨®mica
Desde la evocadora iglesia de Saint Laurent, en Marsella, se percib¨ªa ayer con un par de vistazos el gran dilema que angustia a Europa. Por un lado, en el mar, se perfilaba el espect¨¢culo de decenas de cargueros paralizados por el bloqueo del puerto. Por el otro, en el legendario puerto antiguo, cientos de manifestantes defend¨ªan con rabia derechos sociales conquistados en d¨¦cadas de lucha. En el mar, se ergu¨ªan el capital, el comercio, y su exigencia de competitividad absoluta. En el puerto antiguo se libraba una defensa a ultranza de derechos que amenaza con dejar moribunda la actividad econ¨®mica. Cada vez m¨¢s, los armadores eligen descargar en muelles menos conflictivos.
El puerto de Marsella est¨¢ bloqueado desde el 27 de septiembre. En las aguas lim¨ªtrofes se hallan paralizados 85 cargueros. Junto a los muelles, tambi¨¦n est¨¢n paradas las cuatro refiner¨ªas que cubren el sur de Francia y una terminal de gas. El impacto sobre la regi¨®n es poderoso: el puerto da empleo directo o indirecto a unas 40.000 personas, y a trav¨¦s de ¨¦l se abastecen muchas empresas de la regi¨®n. Los trabajadores que lo bloquean luchan, sobre todo, contra la privatizaci¨®n de ciertos sectores prevista en una reforma portuaria de 2008 que poco a poco se va implementando.
Los trabajadores aseguran que "se quiere privatizar hasta las gr¨²as"
La ciudad queda rezagada frente a los grandes puertos europeos
"No nos equivoquemos: esto no es solo un asunto de pensiones, es una cuesti¨®n de modelo social", sostiene, vehemente, Fr¨¦d¨¦ric Alpozzo, sindicalista del sector marino de la CGT, la central dominante en el puerto de Marsella, que ayer estaba desierto. Muelle tras muelle, durante kil¨®metros, la fantasmal sensaci¨®n de vac¨ªo humano se reafirmaba tan inexorable como la fuerza de los sindicatos. Ni siquiera los puestos de control en los accesos estaban ocupados.
Los marineros tambi¨¦n denuncian que las liberalizaciones est¨¢n destrozando su sector y abriendo la puerta a armadores que pueden contratar masivamente a empleados extranjeros sin respetar los convenios colectivos nacionales. Los trabajadores que manejan las gr¨²as de los muelles se niegan a ser transferidos a las sociedades privadas que, seg¨²n la reforma, asumir¨¢n la gesti¨®n. "Quieren privatizar hasta las gr¨²as", lamenta Daniel Manca, l¨ªder del sector de muelles de la CGT de Marsella. Estos ¨²ltimos son quienes, m¨¢s que nadie, mantienen el sistema paralizado. Ni cargan, ni descargan.
La pugna no es solo ideol¨®gica o simplemente laboral: detr¨¢s de ella vibra una cruda lucha de poder para el control del puerto, hist¨®ricamente muy sindicalizado. Los trabajadores defienden derechos -pero tambi¨¦n privilegios y una excesiva capacidad de influencia, seg¨²n los cr¨ªticos-. Las autoridades buscan elevar la productividad y rentabilidad, y adem¨¢s partir el espinazo a un contrapoder f¨¢ctico muy temible, subrayan los esc¨¦pticos.
Est¨¢ claro que la defensa a ultranza del statu quo con recurrentes movilizaciones y paros es uno de los factores que ha inhibido el crecimiento del puerto de Marsella. En la ¨²ltima d¨¦cada, Rotterdam ha pasado de gestionar 6 a 10 millones de contenedores al a?o; Amberes, de 4 a 7; Marsella sigue deambulando alrededor del mill¨®n, con un crecimiento irrelevante. Le Havre, el otro gran puerto franc¨¦s, supo crecer m¨¢s, sobrepasando los 2 millones.
La pugna pone de rodillas en la regi¨®n a muchos empresarios y particulares que necesitan gasolina. Adem¨¢s, la lucha del puerto anima significativamente la m¨¢s amplia ola de movilizaciones contra la reforma de las pensiones. Trabajadores de las refiner¨ªas contiguas al puerto protagonizaron ayer un bloqueo del aeropuerto de Marsella. Durante horas, los manifestantes impidieron la llegada de coches a las terminales, obligando a los pasajeros a alcanzarlas a pie.
El fermento para la reivindicaci¨®n persiste. El puerto antiguo -protagonista junto al cercano barrio de Le Panier de tantas p¨¢ginas de Jean-Claude Izzo- reuni¨® ayer a representantes de varios sectores profesionales y estudiantes. La sensaci¨®n general es que las protestas no amainar¨¢n f¨¢cilmente. "Si perdemos esta, nos meter¨¢n las reformas de la seguridad social, la educaci¨®n y la sanidad. No nos rendiremos", dec¨ªa Alain Olier, trabajador del sector de telecomunicaciones.
?Defensa a ultranza de derechos y muerte por inanici¨®n econ¨®mica? ?O rendici¨®n en los derechos y triste supervivencia laboral? El dilema estaba a los pies de la Iglesia de Saint Laurent. Pocas ser¨¢n, parece, las partes de Europa que se salven de ¨¦l.
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