La delgada l¨ªnea roja
El confuso anuncio de tregua unilateral difundido por ETA, los movimientos dentro de la izquierda abertzale heredera de la ilegalizada Batasuna y la ruptura interna del colectivo de presos internados en las c¨¢rceles espa?olas y francesas han relanzado las especulaciones sobre una eventual capitulaci¨®n de la banda terrorista. El justificado temor a que ese nuevo alto el fuego sea -como en anteriores ocasiones- una trampa de ETA para reorganizarse explica que la opini¨®n p¨²blica haya recibido con incredulidad esos rumores.
Hasta tal punto resulta l¨®gica esa cautela que Arnaldo Otegi abandona el estereotipado lenguaje burocr¨¢tico de los portavoces pol¨ªticos y admite respetar -en declaraciones publicadas por EL PA?S (17 de octubre de 2010)- a los sectores de la sociedad civil que se muestran "esc¨¦pticos" sobre la "sinceridad" de las posiciones de la izquierda abertzale: "Todos tenemos razones para desconfiar de nuestros adversarios". El antiguo coordinador de la ilegalizada Batasuna hoy encarcelado critica, sin embargo, a los sectores de la clase pol¨ªtica "inmovilistas" que solo utilizan el escepticismo como pretexto para mantener la actual situaci¨®n de bloqueo.
El pacto entre el Gobierno y el primer grupo de la oposici¨®n es indispensable para acabar con ETA
En sus declaraciones, Otegi pide a ETA "que decrete una tregua unilateral, permanente y verificable por la comunidad internacional", anuncia que la izquierda abertzale "se opondr¨ªa" (un eufemismo para no decir "condenar¨ªa") a un futuro asesinato perpetrado por la organizaci¨®n terrorista e incluye en su rechazo de la violencia tanto las extorsiones a los empresarios como la kale borroka.
En la delgada l¨ªnea roja que pudieran recorrer los partidos democr¨¢ticos a la b¨²squeda de un acortamiento de los plazos para la desaparici¨®n de ETA no faltar¨ªan sin duda las emboscadas. El viciado planteamiento, el irresponsable desarrollo y el funesto desenlace de las conversaciones emprendidas en 2006 entre el Gobierno y la organizaci¨®n terrorista, en paralelo con la negociaci¨®n entre los partidos vascos democr¨¢ticos y Batasuna, est¨¢n repletos de ense?anzas al respecto. Muchas fueron las causas de aquella frustraci¨®n, desde la ingenuidad autosuficiente del presidente Zapatero hasta la inadvertencia por los negociadores gubernamentales de la inexistente voluntad de entendimiento de sus interlocutores, pasando por el absurdo de que las reivindicaciones exigidas por el nacionalismo radical para alcanzar un trato al final del di¨¢logo (derecho de autodeterminaci¨®n, unidad territorial del Pa¨ªs Vasco y de Navarra) eran a la vez la condici¨®n inmodificable para iniciarlo.
Pero el factor decisivo del fracaso de 2006 fue la ausencia de entendimiento entre el Gobierno y el principal partido de la oposici¨®n para iniciar un camino que exig¨ªa inevitablemente ese consenso aunque solo fuera porque el proceso de cierre de las profundas heridas abiertas en la sociedad vasca y la sociedad espa?ola por el terrorismo durar¨¢ el tiempo suficiente para que socialistas y populares se sigan alternando en el poder y aplicando de manera ininterrumpida y coherente la misma pol¨ªtica penitenciaria.
Hay motivos para temer que tampoco hoy la situaci¨®n se halle madura para ese imprescindible acuerdo entre el PSOE y el PP caso de darse el eventual supuesto -los esc¨¦pticos respecto a esa posibilidad ser¨ªan ampliamente mayoritarios- de que los prop¨®sitos de capitulaci¨®n de ETA tuviesen visos de realidad. Es probable que los intereses de partido a corto plazo prevalecieran sobre el inter¨¦s general, a diferencia de lo sucedido en Reino Unido a prop¨®sito del Ulster en la d¨¦cada de los noventa del pasado siglo. Si el acontecimiento hist¨®rico del fin del terrorismo en el Pa¨ªs Vasco tuviese lugar antes de que concluyese la presente legislatura, los socialistas acudir¨ªan a las urnas con un importante activo en sus manos: la mezquina tentaci¨®n de monopolizar sus beneficios, comparti¨¦ndolos a lo sumo con el PNV, para ganar las elecciones ser¨ªa muy grande. Ante esa eventualidad, los populares podr¨ªan actuar entonces por razones igualmente ruines y regresar a la desestabilizadora campa?a de la anterior legislatura contra los socialistas acus¨¢ndoles de "traicionar a los muertos" y de intercambiar votos por cad¨¢veres.
De materializarse ese inquietante horizonte de escenarios virtuales ventajistas, el Gobierno de Zapatero no tendr¨ªa m¨¢s alternativa que proseguir la v¨ªa policial y judicial para continuar desmantelando a ETA (la ¨²ltima desarticulaci¨®n de Segi marcha en esa exitosa direcci¨®n) y para impedir la concurrencia de la izquierda abertzale a los comicios municipales y forales, como pretende la proposici¨®n de ley de reforma de la Ley Electoral -inciertamente constitucional- presentada el 15 de octubre en el Congreso por PSOE y PP.
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