Enredar
?Volver¨¢ el PP a las andadas? ?Volver¨¢ Mariano Rajoy a utilizar la pol¨ªtica antiterrorista para desgastar al Gobierno como hizo la pasada legislatura durante la tregua? La coincidencia en el tiempo del ascenso de P¨¦rez Rubalcaba al rango de primer ministro y de las nuevas se?ales emitidas por Batasuna y por ETA, que han abierto algunas expectativas sobre el fin de la violencia, ha provocado la formaci¨®n de algunas nubes sobre la reconstruida unidad en torno a la pol¨ªtica antiterrorista. El PP ha decidido salir en tromba contra el nuevo hombre fuerte del Gobierno, confirmando que el ascenso del ministro del Interior no ha hecho ninguna gracia a sus dirigentes. Tanto es as¨ª que han dado un giro a su estrategia electoral: si hace 15 d¨ªas el criterio del PP era perfil bajo, moderaci¨®n y dejar que la crisis consuma a Zapatero, el protagonismo de Rubalcaba les ha hecho resucitar el arsenal de la crispaci¨®n: del GAL al caso Fais¨¢n, pasando por el 11-M.
Al cargarse el proceso de paz, en un momento en que la sociedad ya hab¨ªa empezado a hacerse la idea de vivir sin ETA, la organizaci¨®n terrorista perdi¨® lo ¨²nico que le quedaba: la legitimidad ante los suyos, ante la izquierda abertzale y sus sat¨¦lites. Los hechos han demostrado tambi¨¦n que la teor¨ªa de que la tregua hab¨ªa permitido a ETA reorganizarse, ante la actitud pasiva del Ministerio del Interior, era falsa. Desde entonces, los etarras han ca¨ªdo en cadena. Resumen: ETA sali¨® profundamente debilitada de la tregua y ha sido incapaz de recuperarse. Con lo cual, la gesti¨®n de la tregua por parte del Gobierno, pese a no haber contado con la complicidad del PP, fue globalmente positiva, a pesar de alg¨²n error grave por exceso de confianza.
?Qu¨¦ hay en el escenario? Se?ales de agotamiento de una ETA acorralada no solo en lo policial, sino tambi¨¦n en lo pol¨ªtico y lo social. Un anuncio de cese de actividades violentas no defensivas por parte de ETA, despu¨¦s de una tregua que demostr¨® que el que la rompe lo paga muy caro. Un alejamiento de la organizaci¨®n de una parte cada vez m¨¢s importante del colectivo de presos. Y una izquierda abertzale que todav¨ªa no ha vencido el miedo, el respeto o el s¨ªndrome de dependencia de ETA, pero que da se?ales m¨¢s claras que nunca de asumir que los terroristas ya no llevan a ninguna parte.
Al mismo tiempo, la posici¨®n del Gobierno es inequ¨ªvoca. Rubalcaba la ha formulado esta misma semana: "O ETA deja las armas o Batasuna abandona a ETA". La izquierda abertzale asume que no hay otra salida. Y tiene prisa para poder presentarse a las elecciones. Por ello intenta tomar la iniciativa con contactos en diversos frentes: partidos, organizaciones civiles, foros internacionales. Y precisamente en este momento algunas voces del PP empiezan a sembrar dudas sobre la pol¨ªtica del Gobierno. ?Por qu¨¦?
Por supuesto, pesa sobre el PP la sospecha electoralista. El PP que se ve ya en La Moncloa podr¨ªa temer que el fin de ETA fuera el salvavidas de Zapatero. Adem¨¢s de ser una actitud siniestra, es infundada: primero, porque psicol¨®gicamente el fin de ETA est¨¢ ya asumido por la sociedad y son dudosos los r¨¦ditos electorales que pueda dar; segundo, porque lo m¨¢s probable es que no haya punto final, sino una suerte de desaparici¨®n por inanici¨®n de los ¨²ltimos reductos; y tercero, porque el PP lo pagar¨ªa caro si cundiera la idea de que enreda en inter¨¦s propio. Ocurri¨® en la legislatura anterior.
Hay, sin embargo, un problema en los centros espa?oles de poder pol¨ªtico pero tambi¨¦n medi¨¢tico y econ¨®mico: demasiada gente piensa todav¨ªa que una ETA de baja intensidad y una izquierda abertzale con derechos limitados es mejor que el final de ETA, porque mientras ETA exista, el Pa¨ªs Vasco ser¨¢ cautivo, no podr¨¢ moverse. Este argumento, que a veces se reviste con la idea de que es mejor que no haya final del terrorismo que un mal final, ha obstaculizado ya otras oportunidades. Despu¨¦s de tantos a?os, el antiterrorismo es un negocio pol¨ªtico y econ¨®mico, y hay gente que teme que esto acabe.
Despu¨¦s del fracaso de la ¨²ltima tregua, nadie discute que no puede haber negociaci¨®n alguna mientras no se depongan las armas. Y que con ETA solo se puede hablar de armas y presos. Entregadas las armas, desaparecida ETA, ser¨¢ el tiempo de la pol¨ªtica vasca, por fin libre. Y all¨ª los vascos sabr¨¢n lo que les conviene. Ser¨ªa rid¨ªculo querer pasar de una sociedad secuestrada por ETA a una sociedad tutelada por Espa?a.
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