El golpe de Portu y Sarasola
Los etarras que volaron la T-4 de Barajas sientan en el banquillo por torturas a 15 guardias que les apresaron. En el juicio detallan pu?etazos, patadas, vejaciones y amenazas de muerte
Los etarras del comando Elurra (Nieve) comparecen fr¨ªos como un t¨¦mpano ante el tribunal que juzga a 15 guardias civiles por un delito de torturas. Esta vez sin pistolas, ni explosivos en su poder, Igor Portu y Mattin Sarasola, dos de los autores de la voladura de la T-4 de Barajas, testifican por los golpes, malos tratos, humillaciones y amenazas de muerte que dicen haber sufrido a manos de aquellos agentes. La Audiencia de Guip¨²zcoa debe determinar ahora si su testimonio es veraz o, como ha ocurrido tant¨ªsimas veces, las denuncias son falsas y con ello persiguen ajustar cuentas con el "enemigo".
Con el arma de la palabra, Portu y Sarasola, penados con 1.040 a?os de c¨¢rcel, ratificaron el pasado martes ante el tribunal todas las sevicias sufridas tras su detenci¨®n por la Guardia Civil el 6 de enero de 2008 en Mondrag¨®n (Guip¨²zcoa). Fueron interceptados, seg¨²n confesaron, tras recoger del monte un paquete con dos rev¨®lveres Smith & Wesson y 50 cartuchos. "Nos meten a cada uno en un Patrol y nos llevan hacia una pista. Veo que a Mattin le llevan monte abajo. Despu¨¦s me sacan a m¨ª y vamos al mismo sitio entre empujones y patadas. Bajamos hasta un r¨ªo y siguen las patadas en las costillas y el vientre hasta quedarme sin respiraci¨®n. Me metieron la cabeza en el agua dos o tres veces", declar¨® el primero, quien tambi¨¦n asegur¨® haber recibido amenazas y burlas de los agentes: "Gudari (soldado) de mierda, te vamos a matar"; "tus jefes est¨¢n muy bien en Francia y vosotros sois unos pringados".
Txeroki festej¨® a trav¨¦s de un correo electr¨®nico las "torturas falsas de Igor
Sarasola, que al parecer fue conducido al mismo lugar, no lleg¨® a ver el r¨ªo donde sumergieron "completamente" a su compa?ero, lo que supone una contradicci¨®n para las defensas de los acusados. Tambi¨¦n denunci¨® "pu?etazos y patadas" en este paraje boscoso: "Me daban golpes en la cabeza, empujones y ca¨ª dos veces al suelo con las manos esposadas atr¨¢s". "Me pusieron la pistola en la sien y me amenazaron con hacerme lo mismo que a [Mikel] Zabalza", el presunto etarra que, seg¨²n papeles del Cesid, muri¨® torturado en el cuartel de Intxaurrondo y su cuerpo apareci¨® en el r¨ªo Bidasoa. Los golpes se repitieron en ambos casos durante el traslado a Intxaurrondo y en sus calabozos. Portu y Sarasola dijeron que les apretaron con fuerza en los test¨ªculos, pero en los m¨²ltiples reconocimientos, ning¨²n m¨¦dico observ¨® lesiones en los genitales.
La versi¨®n de los hechos dada por los guardias que les apresaron es diametralmente opuesta. Aducen que tuvieron que emplearse con mucha fuerza para impedir la huida de los terroristas y contrarrestar la violenta resistencia que opusieron en el momento del arresto. Niegan que les trasladaran a una pista forestal o les golpearan mientras les custodiaban. Sentados en el banquillo, los agentes -varios con peluca y bigote postizo para dificultar su identificaci¨®n- ofrecen testimonios calcados. "Uno de ellos, sali¨® corriendo calle abajo. Era Portu. Fui a por ¨¦l y al darle alcance le hice un placaje y ca¨ªmos al suelo. Se ech¨® encima de nosotros el cabo, tuvimos que agarrarle del cuello, el pelo y los brazos porque quer¨ªa escapar y se resist¨ªa con una violencia extrema, desmesurada. Logr¨® darse la vuelta y nos pegaba patadas y golpes en los chalecos hasta lograr darse la vuelta. Le cogimos de todos los sitios. No recuerdo si le di un golpe para romperle la costilla", relat¨® el sargento que estaba al mando del operativo. Sarasola tambi¨¦n tuvo que ser reducido por otros dos agentes cuando emprendi¨® la fuga de forma simult¨¢nea. Ninguno de los acusados admiti¨® haberles propinado un solo cachete. El fiscal jefe de Guip¨²zcoa, Jaime Goyena, no da cr¨¦dito a estos testimonios -"es cualquier cosa menos cre¨ªble", dijo el jueves al exponer su informe de conclusiones ante la Sala- y s¨ª, en cambio, considera veraz el relato de los denunciantes.
Despu¨¦s de asistir por separado a los registros de sus domicilios, Portu fue conducido a la cl¨ªnica forense. "Presentaba un cuadro policontusivo y lesiones internas que nos hicieron sospechar que ten¨ªa un neumot¨®rax", detalla ante el tribunal la doctora S¨¢inz de Tr¨¢paga, a quien el detenido confes¨® durante su reconocimiento que recibi¨® malos tratos y fue sumergido en el agua "varias veces". "Las lesiones no son autoinfligidas", concluy¨® la facultativa. Portu tuvo que permanecer tres d¨ªas en la UCI del Hospital Donostia. Cuando la forense recibe a Sarasola, observa policontusiones, pero un cuadro "menos grave". "Estaba reticente a hablar. Ten¨ªa una gran ansiedad, le temblaba la voz, estaba lloroso. Solo dijo que tuvo un forcejeo al intentar escapar".
Los forenses -peritos imparciales por pertenecer al cuerpo judicial- que analizaron minuciosamente las 18 lesiones de Portu y las 17 de Sarasola -en su examen forense en Madrid se encontr¨® una m¨¢s detr¨¢s de una oreja- no tienen ninguna duda de que "las m¨¢s graves son compatibles con la versi¨®n de los denunciantes".
El fiscal, que no ve indicios de delito en cinco de los agentes, pero imputa torturas a otros cuatro y considera a los seis restantes responsables de faltas de lesiones, considera a Portu y Sarasola unos "asesinos" que persiguen "la destrucci¨®n del Estado de derecho", pero tambi¨¦n precisa que son "sujetos de derecho" que pueden sufrir torturas. Para justificar la solicitud de tres a?os de c¨¢rcel para dos guardias y dos a?os para otros dos, Goyena hace constar que los tres magistrados instructores coinciden en que "los acusados no dicen la verdad".
Enfrente, las defensas censuran que la investigaci¨®n judicial "se ha llevado a cabo de forma unidireccional" y "s¨®lo se ha preocupado de buscar elementos incriminatorios" contra los guardias civiles, sin respetar la "objetividad" de los hechos.
M¨¢s all¨¢ de las emboscadas que presenta el caso, el juicio por torturas contra 15 guardias civiles ha tomado una gran relevancia para ETA y su entorno. La captura en noviembre de 2008 del entonces jefe de la banda, Garikoitz Aspiazu Txeroki, aport¨® un elemento clave en este proceso. Txeroki envi¨® un correo electr¨®nico a otro militante terrorista en el que admit¨ªa "las torturas falsas sufridas por Igor" y festejaba "el da?o que le causamos al enemigo". En ese mensaje recordaba que los etarras deben "tener preparada una cantada, igual que hac¨ªa el talde (grupo) de Igor". Las defensas de los guardias apuntan a esta estrategia para explicar el hecho de que Sarasola no denunciara inicialmente las torturas y lo hiciera cuando fue interrogado d¨ªas despu¨¦s por el juez de la Audiencia Nacional.
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