El sino del placer
Jin Ping Mei constituye uno de los relatos literarios en China en torno al que se teje una historia interminable sobre su gestaci¨®n, sus versiones, su autor¨ªa, unida a su inclusi¨®n en c¨¢nones censurados dentro y fuera de China, cuya primera menci¨®n data de 1596. Son muchos los estudios realizados que han seguido los diferentes caminos que han puesto de relevancia las versiones diferentes que se han publicado a lo largo de los siglos y que han presentado m¨²ltiples mutilaciones debido a la censura. Incluso en la actualidad contin¨²an apareciendo ediciones en chino donde los fragmentos de mayor carga sexual est¨¢n mutilados con el supuesto fin de no herir la sensibilidad del lector.
Los protagonistas de 'Jin Ping Mei' desvelan sus caracteres con la misma desnudez con la que muestran sus cuerpos
Su publicaci¨®n se origina a partir de copias manuscritas que circularon en medios literarios de su ¨¦poca bajo el anonimato del autor hasta su primera edici¨®n. Es sin duda un producto de su ¨¦poca donde el inter¨¦s por una nueva literatura, favorecida por el desarrollo de la imprenta y el comercio de libros, permit¨ªa satisfacer una amplia demanda m¨¢s all¨¢ del elitista c¨ªrculo de literatos y artistas. En un lenguaje cercano, donde se intercambia la lengua culta con la vulgar, Jin Ping Mei narra la vida cotidiana donde el abuso, la escasa moralidad imperante a fines de la dinast¨ªa Ming (la pen¨²ltima que gobern¨®, entre los siglos XIV y XVII), queda de manifiesto a trav¨¦s de una nueva argumentaci¨®n: la vida licenciosa de un personaje -Ximen Qing- y sus conflictivas relaciones sociales a partir de sus excesos sexuales. Son, sin duda, estos ¨²ltimos los que adquieren un mayor protagonismo y bajo esta simple visi¨®n la novela comienza a ser considerada como perniciosa y maldita.
El autor juega con el conocimiento de su propio medio cultural para situar la narraci¨®n en un periodo hist¨®rico anterior, la ca¨ªda de la dinast¨ªa Song (969-1279), y de este modo establecer paralelismos entre comportamientos sociales a modo de denuncia de su propio presente. No crea la literatura er¨®tica puesto que se conoce la tradici¨®n anterior, y el autor se vincula a ella mediante el pr¨¦stamo de historias y canciones populares difundidas en la ¨¦poca. Por ello el autor prefiere huir de su protagonismo y elige la figura del narrador para desvincularse del contenido tal y como manifiesta de un modo rotundo al inicio de la novela. Se trata de un enga?o que bajo una apariencia cuidadosa y hermosa encierra un contenido licencioso cuya lectura puede provocar males mayores. Pero el lector comienza a leer el texto y va desvelando los secretos que esconden los personajes y apenas puede impedir que la curiosidad sea mayor que la cautela. Parte de su ¨¦xito editorial, que no literario, quedar¨¢ unido a esta cualidad que sit¨²a a Jin Ping Mei en el terreno del deseo, de lo que no debe ser, pero es.
Sus lectores han sido y son personas de amplia cultura literaria, pero tambi¨¦n aquellos que se acercan a ¨¦l por la fantas¨ªa que derrocha. Aproxima a un p¨²blico donde ve en la novela un relato m¨¢s cercano, alejado de la descripci¨®n de h¨¦roes y sabios para adentrarse en la complejidad del ser humano. Sus protagonistas desvelan sus caracteres con la misma desnudez que con la que muestran sus cuerpos y no ocultan bajo met¨¢foras o velos sinuosos cu¨¢n despiadado y dichoso se puede llegar a comportar el ser humano en sus relaciones sociales y personales. Lo er¨®tico y lo pornogr¨¢fico se entrecruzan. El primero como sexualidad construida culturalmente y el segundo por lo descarnado de sus actuaciones que en su caso se despliegan m¨¢s all¨¢ de la conducta sexual, extendiendo el car¨¢cter pornogr¨¢fico a la propia conducta de los personajes.
Para ahondar en esta dualidad, a fines del XVII contin¨²a el ¨¦xito de las ediciones ilustradas de esta y otras novelas del mismo g¨¦nero que aumentan si cabe la popularidad y el peligro del libro. La tradici¨®n de pinturas er¨®ticas en las dinast¨ªas Ming y Qing (1664-1911) se desarrollan igualmente entre estos dos supuestos: la delicadeza de im¨¢genes donde lo sutil adquiere mayor presencia frente a aquellas m¨¢s expl¨ªcitas que no ocultan lo que el texto describe. En su conjunto se denominan en chino chunhua o "im¨¢genes de primavera", y fueron extraordinariamente populares tanto en su original formato en rollo horizontal como en ¨¢lbumes pintados y recopilaciones de grabados. De Jin Ping Mei las primeras que se conocen son un conjunto de 200 grabados que acompa?aban a una edici¨®n de fines de la dinast¨ªa Ming. Despu¨¦s, durante los siglos XVIII y XIX se realizaron diferentes ediciones ilustradas de las que se conocen algunas conservadas en Jap¨®n. Al igual que el anonimato de esta novela y otros relatos er¨®ticos, las pinturas no incluyen las firmas de los autores aunque s¨ª se conoce la preferencia de pintores relevantes por este g¨¦nero y desde luego el coleccionismo por parte de la clase erudita y la casa imperial. ?Cu¨¢l era el uso de estas im¨¢genes? La literatura m¨¢s ben¨¦vola las quiere relacionar con la instrucci¨®n a las j¨®venes antes de su matrimonio a modo de manuales de comportamiento sexual, pero la propia literatura nos refiere otros usos no tan did¨¢cticos sino m¨¢s placenteros. En Jing Pin Mei se hace una clara alusi¨®n a uno de esos usos cuando el protagonista muestra un ¨¢lbum de dichas pinturas a sus amantes indicando, para dar mayor relevancia a las obras, que proceden de la colecci¨®n imperial. Sus amantes las miran, y el narrador evoca con un poema el tiempo del disfrute visual de las damas. Finalmente le dicen que se las quedan para disfrutarlas entre ellas. Comentarios como ¨¦ste son frecuentes en las novelas, como es tambi¨¦n el hecho de que en algunas de estas pinturas se pueda apreciar en el suelo de la estancia donde transcurre la escena pict¨®rica el propio Jin Ping Mei abierto. Al igual que la novela, las im¨¢genes no eran de uso exclusivo masculino, y hasta se cree que pudieran haber sido realizadas, en algunos casos, por mujeres cuyo anonimato era doble en su calidad de pintores y mujeres.
La novela ha sido una fuente inagotable para la realizaci¨®n de im¨¢genes cuya distribuci¨®n estuvo inicialmente ligada al desarrollo de la imprenta, as¨ª como al de otros soportes como la decoraci¨®n de porcelanas, las peque?as tallas en marfil, tabaqueras y botellas de rape.
El conocimiento de Jin Ping Mei y de las im¨¢genes de primavera en Occidente se remonta a las menciones censuradas que realizan los religiosos cristianos en China en su correspondencia, para mostrar especialmente en el siglo XIX la idea de la escasa moralidad del pueblo chino. Hablan de ella como la novela m¨¢s depravada jam¨¢s escrita; eso s¨ª, su juicio deja claro que no es por haberla le¨ªdo sino por lo que han escuchado. Posteriormente se realizan diferentes traducciones al alem¨¢n, franc¨¦s e ingl¨¦s, censuradas parcialmente, e incluso lleg¨® a estar prohibida en la Alemania nazi. Al mismo tiempo se distribuyeron en Europa las im¨¢genes er¨®ticas siguiendo la estela de las japonesas y fueron sometidas al escrutinio acad¨¦mico dentro del primer estudio de la sexualidad en China en lenguas europeas realizado por Van Gulik, as¨ª como por sus innegables cualidades art¨ªsticas.
En China la novela no dej¨® de sufrir mutilaciones a lo largo del siglo XX siguiendo la estela hist¨®rica que marc¨® el car¨¢cter censurado. EL pensamiento pol¨ªtico de Mao Zedong marc¨® las l¨ªneas de moralidad p¨²blica y privada de los ciudadanos chinos durante m¨¢s de tres d¨¦cadas, donde el placer no formaba parte del vocabulario al uso y donde se utilizar¨ªa en medios controlados siguiendo el eslogan de la revoluci¨®n cultural: "Ense?ando mediante ejemplos negativos".
Sin embargo la circulaci¨®n popular y culta de la obra, las discusiones acad¨¦micas en torno a muy diferentes cuestiones, se mantuvieron dentro y fuera del pa¨ªs, buscando los resquicios m¨¢s propicios para ello. Es frecuente en la actualidad la edici¨®n de facs¨ªmiles de buena calidad en China a¨²n con fragmentos censurados. Pero Ximen Qing, el licencioso protagonista, ha traspasado desde los or¨ªgenes las barreras entre lo culto y lo popular, recreando la mente e imaginaci¨®n de letrados y gente com¨²n. Ediciones abreviadas de m¨¢s f¨¢cil acceso, ¨¢lbumes de im¨¢genes en las que sobran las palabras, han enriquecido y sustentado la importancia de la obra. Por ello en la actualidad es un personaje igualmente reconocido cuya imagen ilustra desde tarjetas de tel¨¦fonos a cualquier otro soporte de la cultura popular. El cine ha recreado en diferentes versiones Jin Ping Mei en producciones generalmente de Singapur y Hong que circulan sin dificultad en China. La calidad de las cintas no presenta un gran nivel ya que el contenido er¨®tico es reforzado hasta el l¨ªmite de lo pornogr¨¢fico, ignorando en la mayor¨ªa de los casos la calidad literaria de la obra.
Afortunadamente, el lector en lengua castellana podr¨¢ gozar de la novela y juzgar por s¨ª mismo a partir de las traducciones, en un caso directamente de la lengua china.
Isabel Cervera es profesora titular de Arte de Asia Oriental. Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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