La humillaci¨®n del Reino Unido
A finales de 2008, cuando la crisis financiera estall¨® con toda su fuerza, los pa¨ªses del mundo se dividieron en dos grupos: aquellos cuyos l¨ªderes decidieron arregl¨¢rselas a duras penas y China. Solo los chinos se tomaron en serio el argumento de Milton Friedman y de John Maynard Keynes de que cuando uno se enfrenta a la posibilidad de una depresi¨®n, lo primero que tiene que hacer es lograr que el Gobierno intervenga estrat¨¦gicamente en los mercados financieros y de productos para mantener el flujo de demanda agregada.
Luego, a comienzos del actual ejercicio 2010, los pa¨ªses que hab¨ªan decidido arregl¨¢rselas a duras penas se dividieron a su vez en dos grupos: aquellos donde el cr¨¦dito del Gobierno estaba intacto siguieron saliendo del paso, mientras que pa¨ªses como Grecia e Irlanda, donde el cr¨¦dito del Gobierno estaba deteriorado, no tuvieron otra opci¨®n que aplicar la austeridad e intentar restablecer la confianza fiscal.
Humillante es el recorte de 500.000 empleos p¨²blicos y provocar la p¨¦rdida de otros tantos en el sector privado
Hoy se est¨¢ produciendo otra divisi¨®n, esta vez entre aquellos pa¨ªses que siguen arregl¨¢ndoselas a duras penas y Reino Unido. Aunque el cr¨¦dito del Gobierno brit¨¢nico sigue siendo oro s¨®lido, la Administraci¨®n del primer ministro David Cameron est¨¢ por embarcarse en lo que puede ser la mayor contracci¨®n fiscal sostenida de la historia: un plan para achicar el d¨¦ficit presupuestario del Gobierno en un 9% del producto interior bruto (PIB) en los pr¨®ximos cuatro a?os.
Hasta ahora, China es el pa¨ªs que mejor est¨¢ haciendo frente a la crisis financiera. Los pa¨ªses que se las arreglaron a duras penas se rezagaron. Y a aquellos donde la confianza en los pasivos del Gobierno se resquebraj¨®, obligando al Ejecutivo a tomar medidas de austeridad, les est¨¢ yendo peor.
Ahora el interrogante es el siguiente: ?Reino Unido -donde la confianza en el Gobierno no se ha resquebrajado y donde la austeridad no es una obligaci¨®n sino una opci¨®n- se sumar¨¢ a los otros pa¨ªses que est¨¢n en el fondo y servir¨¢ como una horrible advertencia?
El Gobierno de Cameron sol¨ªa decir que sus pol¨ªticas producir¨ªan un auge al generar la visita del hada de la confianza que reducir¨ªa marcadamente las tasas de inter¨¦s de largo plazo y causar¨ªa un enorme incremento del gasto en inversi¨®n privada. Ahora parece haber abandonado ese argumento a favor del mensaje de que si no hay recorte se producir¨¢ un desastre.
Tal como dijo el ministro de Hacienda, George Osborne: "El presupuesto de emergencia del mes de junio marc¨® el momento en que se restableci¨® la credibilidad fiscal. Las tasas de inter¨¦s de nuestro mercado cayeron a m¨ªnimos casi sin precedentes. Se afirm¨® la calificaci¨®n crediticia de nuestro pa¨ªs. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) pas¨® de pronunciar advertencias a decir que nuestro presupuesto era "esencial". Ahora debemos implementar algunas decisiones clave requeridas por ese presupuesto. Echarse atr¨¢s ahora y abandonar nuestros planes ser¨ªa emprender el camino a la ruina econ¨®mica".
Pero si uno les pregunta a los seguidores del Gobierno por qu¨¦ no existe ninguna alternativa para los recortes gigantescos del gasto p¨²blico y a los aumentos de los impuestos, sus argumentos suenan confusos e incoherentes. O tal vez solo est¨¦n repitiendo como loros temas de discusi¨®n respaldados por escasa reflexi¨®n.
?Qu¨¦ tiene de malo seguir teniendo grandes d¨¦ficits presupuestarios hasta que est¨¦ bien restablecida la recuperaci¨®n econ¨®mica? S¨ª, la deuda ser¨¢ mayor y habr¨¢ que pagar el inter¨¦s sobre esa deuda, pero el Gobierno brit¨¢nico hoy puede pedir dinero prestado en unos t¨¦rminos extraordinariamente favorables.
Cuando las tasas de inter¨¦s est¨¢n bajas y podemos endeudarnos en t¨¦rminos favorables, el mercado nos est¨¢ diciendo que debemos traer el gasto p¨²blico al presente y patear y desplazar los incrementos de impuestos hacia el futuro.
Los defensores de la austeridad sostienen que la confianza en el cr¨¦dito del Gobierno puede decaer y el Ejecutivo que encabeza Cameron se ver¨ªa obligado a renegociar su deuda en t¨¦rminos no tan favorables. Peor a¨²n, el Gobierno directamente podr¨ªa no poder refinanciar su deuda, y eso implicar¨ªa un recorte del gasto y un incremento marcado de los impuestos.
Sin embargo, eso es lo que el gabinete brit¨¢nico est¨¢ haciendo en la actualidad. ?C¨®mo puede ser que la posibilidad de que un Gobierno se vea obligado a implementar una consolidaci¨®n fiscal radical sea un argumento para tomar esa medida de inmediato, sin que exista ninguna coerci¨®n y antes de que la recuperaci¨®n econ¨®mica est¨¦ bien establecida?
Sin duda, all¨¢ por los a?os 1970, la confianza en el cr¨¦dito del Gobierno brit¨¢nico colaps¨®, oblig¨¢ndolo a pedirle dinero prestado al Fondo Monetario Internacional, de manera de recortar el gasto y aumentar los impuestos gradualmente en lugar de abruptamente. Pero esa es justamente la raz¨®n por la que Keynes y Harry Dexter White crearon el FMI. Un programa del Fondo Monetario Internacional restablece la confianza en la solidez fiscal de los Gobiernos de los que los mercados desconf¨ªan. El pr¨¦stamo permite que los recortes necesarios de gasto de mediano y largo plazo y los aumentos impositivos se lleven a cabo en un momento m¨¢s apropiado.
Endeudarse con el Fondo Monetario Internacional puede resultar humillante para los funcionarios del Gobierno brit¨¢nico. Pero las empresas establecen l¨ªneas de cr¨¦dito para contingencias futuras todo el tiempo y no le ven nada humillante a recurrir a ellas cuando las contingencias se producen. ?Y qu¨¦ tiene de tan humillante pedirles dinero a sus propios ciudadanos?
Los brit¨¢nicos, como bien sabe George Osborne, est¨¢n dispuestos a prestarle a su Gobierno en gran escala -y en t¨¦rminos que son m¨¢s generosos que los de cualquier oferta del FMI-. Y si a alguien le preocupa que el pueblo brit¨¢nico pueda cambiar de opini¨®n, bueno, la princesa de Wall Street o los barones de Canary Wharf o el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim Geithner, seguramente estar¨ªan dispuestos a vender contratos derivados para proteger a los brit¨¢nicos de cualquier riesgo vinculado al tipo de cambio durante los pr¨®ximos a?os.
Pedirle prestado a nuestro propio pueblo no es especialmente humillante cuando la econom¨ªa est¨¢ atravesando una depresi¨®n, cuando las tasas de inter¨¦s a las que uno puede pedir prestado est¨¢n cerca de m¨ªnimos sin precedentes y cuando cada argumento econ¨®mico reclama gastar ahora y cobrar impuestos despu¨¦s.
Lo que s¨ª es humillante es tener un Gobierno que recorta medio mill¨®n de empleos del sector p¨²blico y causa la p¨¦rdida de otro medio mill¨®n de empleos en el sector privado. En una econom¨ªa de 30 millones de empleos, eso se traduce en un aumento de la tasa de desempleo de 3,5 puntos porcentuales -en un momento en el que no existen fuentes de expansi¨®n de la demanda del sector privado como para mejorar la situaci¨®n-. No es este el mejor momento de Reino Unido.
J. Bradford DeLong, ex subsecretario del Tesoro de Estados Unidos, es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de California en Berkeley y adjunto de investigaci¨®n en la Oficina Nacional para la Investigaci¨®n Econ¨®mica. Copyright: Project Syndicate, 2010.
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