Presi¨®n sobre las empresas
La tormenta financiera reactivada desde el mi¨¦rcoles pasado castiga con especial virulencia a Irlanda (las dificultades graves de su sistema bancario son el detonante del nuevo episodio de crisis), Grecia y Portugal. Pero ser¨ªa una insensatez descartar que Espa?a pueda encontrarse en una situaci¨®n parecida; y la insensatez no es un lujo que pueda permitirse ya el Gobierno espa?ol. De hecho, los repuntes de inquietud en los mercados de deuda acrecientan las probabilidades de que en 2011 sea necesario un nuevo ajuste fiscal, m¨¢s dr¨¢stico que el aprobado este a?o; y conforme pasa el tiempo se agota el plazo para concretar la recapitalizaci¨®n del sistema financiero (con capital fresco), la reforma del sistema de pensiones para que surta efecto a medio y largo plazo y corregir de una vez otros desperfectos en el sistema financiero p¨²blico, como el gasto farmac¨¦utico, por ejemplo. El elevado endeudamiento p¨²blico y privado tiene que ser corregido con m¨¢s ahorro y con un crecimiento intensivo de la productividad. Que no es trabajar m¨¢s por menos dinero, como supone toscamente el presidente de la CEOE, Gerardo D¨ªaz Ferr¨¢n.
Las consecuencias de las convulsiones financieras se extienden r¨¢pidamente hacia las grandes empresas espa?olas. Sociedades como Repsol, Telef¨®nica o Gas Natural (por no mencionar los grandes bancos, con problemas propios) tropiezan con un encarecimiento gen¨¦rico de los costes de financiaci¨®n asociados al empeoramiento de las calificaciones del Reino de Espa?a. Los observadores financieros detectan que existe una correlaci¨®n entre la p¨¦rdida de calidad financiera p¨²blica y el encarecimiento de la financiaci¨®n privada. Existe, pero casi nunca es autom¨¢tica; pasa alg¨²n tiempo desde el downgrade estatal y el encarecimiento de los pr¨¦stamos empresariales. Hasta aqu¨ª, todo responde m¨¢s o menos a la l¨®gica impl¨ªcita en un mercado financiero muy deteriorado. No obstante, hay otras consideraciones de detalle que merece la pena recordar.
La primera es que el drama no tiene por qu¨¦ convertirse en tragedia. Las grandes empresas espa?olas, esas a la que la ret¨®rica al uso les asigna la marca Espa?a, integran ingresos, actividades y negocios generados en Europa, Latinoam¨¦rica o Asia; el peso del negocio exterior en las cuentas de resultados corporativas no solo es muy elevado en estos momentos, sino que es imparablemente creciente. Obedece a la inercia de la internacionalizaci¨®n, pero tambi¨¦n a la evidencia de que la gesti¨®n de la econom¨ªa espa?ola tiende a empeorar. La calidad regulatoria espa?ola sufre de un proceso continuo de empobrecimiento desde 1996. Cualquier empresario o directivo con memoria podr¨ªa fechar sin problemas esa descomposici¨®n pol¨ªtica que, por el momento, se manifiesta en la rid¨ªcula pol¨ªtica energ¨¦tica del pa¨ªs. No es de extra?ar, por lo tanto, que las grandes empresas espa?olas se acojan a la estrategia de refugiarse en el exterior. Gracias a esa externalizaci¨®n, el impacto sobre la deuda es menor. Juega adem¨¢s como v¨¢lvula de alivio el hecho de que empresas con recursos y capacidad de gesti¨®n hayan cerrado la financiaci¨®n anual antes de las tormentas de la deuda. No obstante, la financiaci¨®n anticipada no es la soluci¨®n si la desconfianza hacia la calidad crediticia de un pa¨ªs se convierte en cr¨®nica. -
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