Votos como cubitos de hielo
Unas elecciones, y menos las catalanas de dentro de una semana, no son la II Guerra Mundial. Todo el mundo lo sabe aunque no lo parezca. En unas elecciones democr¨¢ticas hasta est¨¢ permitido equivocarse, as¨ª que la histeria progresiva que recorre el espinazo de tantos gritones en los medios de comunicaci¨®n -Internet incluido- tan solo forma parte de un circo repleto de gente estresada, piadosamente confusa y desbordada por expectativas desequilibradas. Obviamente, esa histeria -a su vez producto de la ansiedad de la crisis econ¨®mica generalizada y de un cl¨ªmax de temor y miedo ante el futuro- pese a ser un cl¨¢sico de las campa?as es un convidado de piedra que electriza estas elecciones, las del malestar.
Lo que pase en Catalu?a ser¨¢ le¨ªdo como un mensaje al mundo y a las Espa?as. No nos pasemos
No vamos a elegir al presidente (inexistente) de la ONU, ni al patr¨®n de patronos, ni al rey del mambo y ni siquiera (no se puede) al representante de Europa ante el mundo. Ni siquiera elegiremos al presidente de la Generalitat -cosa que pocos tienen clara- sino a un Parlamento, unos grupos de personas, un partido, con unas ideas y un programa que, en la medida en que sean conocidas y compartidas, puede adquirir la responsabilidad de organizar partes de nuestra vida, tampoco todas.
Seamos justos, mantengamos la cabeza fr¨ªa: no digo que la ceremonia electoral no tenga importancia -es nuestra oportunidad de contribuir en lo que compartimos y, por ello, hay que tratar de afinar lo m¨¢ximo posible en el voto-, sino que valoremos el voto sin aspavientos ni sobredimensiones. Sabiendo lo que nos jugamos: buena parte de una convivencia satisfactoria. No es poco, pero no lo es todo.
Esto es f¨¢cil de decir, pero dif¨ªcil de entender: ?podr¨ªan Mas, Montilla y compa?¨ªa, en caso de que gobernaran Catalu?a, detener la crisis econ¨®mica global o, lo que es lo mismo, controlar las circunstancias en las que se va a desenvolver quien acabe en la Generalitat? ?No vivimos en un mundo tan interdependiente que lo que sucede en China repercute en el Solson¨¨s o en la calle de Mandri? ?Cu¨¢l es realmente el papel, en este mare m¨¢gnum global de comunicaci¨®n instant¨¢nea, indiferencia a la pol¨ªtica y culto al dinero de aquellos, de quienes deber¨ªan gobernarnos en Catalu?a? ?Viven los candidatos estas circunstancias con plena conciencia o pretenden arreglarnos la vida -por ejemplo, con toros y correbous- sin que nadie se lo pida? ?Cu¨¢l es su grado de realismo sobre lo que pueden hacer?
Por sus obras los conocer¨¦is, pues s¨ª. Hay quien dice que no hay derecha ni izquierda; hay quien niega que existe el cruzado m¨¢gico Espa?a(s¨ª)Catalu?a(no) y viceversa; hay quien asegura que todos los pol¨ªticos son iguales; hay quien apela al voto de las v¨ªsceras y sigue esa moda del populismo global; hay quien pretende ser nuestro padre y nuestra madre, hay quien cree que somos tontos de remate.
Algunos se muestran con derecho a gobernar, pocos aparecen sinceros y respetuosos con la gente que va a votar y su pluralidad natural. Otros tienen problemas con ellos mismos y pretenden culpar a los dem¨¢s. Todos, eso es lo m¨¢s claro y lo ¨²nico com¨²n a todas las opciones, tienen su toque conservador que responde a miedos diferentes. Todos son imperfectos, desde luego. Es una suerte. Pero ?lo saben unos y otros? Ahora aseguran que ellos solos se bastan para todo y su disposici¨®n a bajar del burro y achicar con otros el agua que cae a c¨¢ntaros queda aparcada: ?acaso desconocen que la supervivencia colectiva impone gestos generosos y hasta excepcionales? ?Ser¨¢n capaces de esos gestos?
Lo que pase en Catalu?a ser¨¢ le¨ªdo como un mensaje al mundo y a las Espa?as. No nos pasemos. El resultado tan solo -no es poco- ser¨¢ el dibujo del estado de un enfermo de la confusi¨®n generalizada de la que hace gala nuestra ¨¦poca. De ah¨ª que sea imprescindible votar y hacerlo con la mayor frialdad. Quienes estuvimos a?os sin poder votar sabemos que los l¨ªmites de las democracias y del pluralismo son mucho m¨¢s ben¨¦volos que los del pensamiento ¨²nico y las dictaduras. Pues eso: votos como cubitos de hielo.
Margarita Rivi¨¨re es periodista.
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