BandArt se deja dirigir en el Palau
La singular orquesta que toca sin director invita al brit¨¢nico Colin Davis a ser el primero en empu?ar la batuta en uno de sus conciertos
No son pocos los que sin tener conocimiento alguno de m¨²sica cl¨¢sica se preguntan para qu¨¦ necesita una orquesta a ese se?or -las mujeres son pocas- que frente a ellos mueve ese bast¨®n corto llamado batuta. La misi¨®n del director de orquesta es la de concertar, la de unificar la interpretaci¨®n, marcar los tempi, la de dar las entradas a los instrumentos y marcar las din¨¢micas. Pero la figura del director de orquesta tal como la conocemos es moderna en la historia de la m¨²sica. No empez¨® a tomar forma hasta el siglo XIX. Antes, concertaba el propio compositor desde el clavic¨¦mbalo, y, en su defecto, el primer viol¨ªn desde su propio atril. La orquesta BandArt, creada en 2003 al hilo de la Escuela Internacional para J¨®venes M¨²sicos de Lucena (C¨®rdoba), eligi¨® volver a los or¨ªgenes. Tocar sin director y de pie. Pero esta noche, por primera vez en su historia se dejar¨¢n dirigir en el concierto. Ser¨¢ en el Palau de la M¨²sica Catalana y el elegido para empu?ar la batuta frente a ellos en la Serenata n¨²m. 9 Posthorn y el R¨¦quiem de Mozart es el prestigioso director brit¨¢nico Colin Davis (Weybridge, Surrey, 1927).
David Ballesteros apunta que la de la orquesta es una "anarqu¨ªa sana"
"Somos una orquesta independiente y de integraci¨®n social". As¨ª define BandArt el violinista canario David Ballesteros. Independiente porque se autogestiona y de integraci¨®n social porque, adem¨¢s de salas de conciertos, act¨²a en c¨¢rceles, colegios con alumnos problem¨¢ticos, hospitales y geri¨¢tricos.
La orquesta, cuyo repertorio abarca desde la m¨²sica barroca a la del siglo XX, la forman una cuarentena de m¨²sicos procedentes de algunas de las mejores formaciones sinf¨®nicas de Europa. Anta?o en las filas de la Orquestra Simf¨°nica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), Ballesteros milita desde 2000 en la London Symphony Orchestra, al igual que el serbio Gordan Nikolic, quien ejerce de concertino. "Hemos proyectado nuestros deseos e ilusiones en esta orquesta", confiesa con entusiasmo el violinista, quien reconoce que, por muy importantes que sean los conjuntos en los que trabajan habitualmente, en ninguno han encontrado lo que tienen en la f¨®rmula de BandArt.
Y lo que tienen es frescura, energ¨ªa, espontaneidad. Disfrutan tocando y su entusiasmo lo transmiten al p¨²blico, con el que conectan de forma singular. "Creemos en la m¨²sica viva y defendemos la interpretaci¨®n que estimula al p¨²blico compartiendo la experiencia com¨²n de la m¨²sica", sentencia Ballesteros. En 2007 Colin Davis escuch¨® una grabaci¨®n de BandArt en la que interpretaban una sinfon¨ªa de Beethoven y no dud¨® en aceptar el ofrecimiento de presidir la orquesta, aunque hasta ahora no la hab¨ªa dirigido. "No entiendo la m¨²sica de ninguna otra manera que no sea interpretarla con emoci¨®n", dice el octogenario director, que fue el responsable musical del Covent Garden de Londres entre 1971 y 1986 y el primer brit¨¢nico en dirigir en el foso del Festival de Bayreuth.
Para Davis, los m¨²sicos deben sentirse libres para interpretar y considera que como parte de una orquesta han de tocar con todos los sentidos. "Debe haber algo muy placentero en lo que hacemos cuando un mont¨®n de individualidades dejan sus enormes egos en el perchero para hacer cosas en com¨²n", reflexiona el director, quien asegura estar muy entusiasmado de poder dirigir a BandArt. "Lo m¨¢s importante para un director de orquesta es apreciar a los m¨²sicos a los que dirige, porque no soy yo quien toca; soy el que hace que ellos interpreten", dice el director. "?Que si me preocupa que despu¨¦s de que dirija a BandArt por primera vez en su historia no vuelvan a invitar a otro director? No adelantemos problemas. Relaj¨¦monos y disfrutemos", recomienda con una sonrisa.
"No es tan importante que una orquesta tenga o no tenga director. Los individuos deben tener espacio y si un jefe no deja libertad al individuo porque solo cree en la uniformidad, el resultado final es pobre", sentencia David Ballesteros, quien asegura que lo de BandArt es "una anarqu¨ªa sana".
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