Patolog¨ªas de la obra p¨²blica
A lo largo de los ¨²ltimos 25 a?os las grandes empresas encargadas de obra civil para las Administraciones han pasado de un modelo en cuyo seno dispon¨ªan de los medios productivos y tecnol¨®gicos a otro de externalizaci¨®n de las funciones y de subcontrataciones en cascada, hasta el extremo de haber sido caricaturizadas como "una oficina con una agenda de tel¨¦fonos, una secretaria y un ingeniero".
No es as¨ª, pero ciertamente el trazo grosero del humor tiene alg¨²n fundamento. Los peque?os empresarios no tienen habilitaci¨®n legal para las grandes obras porque exceden su capacidad, y ellos, que s¨ª disponen de obreros y tecnolog¨ªa, son subordinados y sufren las consecuencias del modelo actual: ellos pagan semanalmente a sus empleados, mientras que las constructoras que los subcontratan, que cobran por su trabajo a la Administraci¨®n, difieren los pagos hasta casi lo inveros¨ªmil -un problema que se ha agravado con la crisis, pues los bancos ya no descuentan a las peque?as subcontratas los pagar¨¦s de las grandes constructoras-.
Ni las sucesivas reformas de nuestra legislaci¨®n para trasponer las directivas europeas sobre contrataci¨®n en los llamados "sectores excluidos" (construcci¨®n, automoci¨®n...) ni la vigente ley de 2007 han servido para romper una configuraci¨®n administrativa burocr¨¢tica, jerarquizada y formal. La relaci¨®n Administraci¨®n-constructor se configura como un acuerdo privado en el que la parte p¨²blica goza de una suerte de presunci¨®n de legalidad que hace que el ¨²nico recurso para conocer los errores de los contratos y las posibles ilegalidades sea la lenta v¨ªa judicial.
Este modelo perpet¨²a la opacidad, las bajas temerarias (constructoras que compiten con presupuestos a la baja, muy por debajo de lo que marca la licitaci¨®n, para ganar concursos) y los reformados (Administraciones que compensan los presupuestos hechos a la baja con sobrecostes excesivos y tolerados legalmente), unos mecanismos que se usan para superar los cors¨¦s de las licitaciones y provocan dos clases de situaciones: la obra termina encareci¨¦ndose en sucesivos reformados o acaba en un juicio contencioso-administrativo de duraci¨®n incierta por denuncias de impagos. Estas son las verdaderas patolog¨ªas que convierten este mercado en un sector dotado de escasa transparencia y menor competencia.
Es curioso que este sector tan vital de la econom¨ªa permanezca refractario al modelo regulatorio que impera en los ¨¢mbitos modernos de las relaciones de las Administraciones, las empresas y los ciudadanos (que no s¨²bditos): la energ¨ªa, las telecomunicaciones, el financiero, etc¨¦tera. Ser¨ªa conveniente la supresi¨®n de rigideces burocr¨¢ticas y la existencia de organismos arbitrales dotados de m¨¢s o menos autonom¨ªa, con capacidad de resolver conflictos con inmediatez, dejando los recursos jurisdiccionales como ¨²ltima soluci¨®n; este m¨¦todo se ha acreditado como un buen modelo de gesti¨®n de los operadores empresariales y el Estado, moderno, eficiente, transparente. Sorprende que no se aplique a la contrataci¨®n de la obra civil. Sin duda, esta crisis abre una gran oportunidad de modernizaci¨®n. Pero no se hagan ilusiones... El ladrillo es el ladrillo.
Jes¨²s S¨¢nchez Lamb¨¢s es abogado y director de la Fundaci¨®n Ortega y Gasset.
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