Con el territorio hemos topado
La oposici¨®n a proyectos como el de las veguer¨ªas pas¨® factura al tripartito
Manejar un Gobierno tripartito no es sencillo. Menos a¨²n si el territorio se rebela. El camino del PSC, ERC e ICV ha sido largo y angosto, repleto de peque?as minas que han amenazado con hacer saltar por los aires el pacto pol¨ªtico. En la ¨²ltima legislatura, la Ley de Veguer¨ªas, el almac¨¦n de residuos nucleares y temas que afectan a la ordenaci¨®n del territorio han tenido en vilo a los mandatarios.
El tripartito se firm¨® con el compromiso de aprobar una nueva organizaci¨®n territorial, las veguer¨ªas, objetivo clave para ERC. Significaba trocear el territorio de las cuatro provincias actuales en las siete figuras hist¨®ricas. Para aprobarla, el Gobierno tuvo que batirse en distintos frentes, con muchos alcaldes, la mayor¨ªa de ellos socialistas que tem¨ªan la p¨¦rdida de poder. Mientras, m¨¢s de un convergente aprovech¨® para jugar al desgaste.
Tarragona y Reus reabrieron su rivalidad para ser capital
La Generalitat retir¨® su plan de llenar el Alt Empord¨¤ de molinos de viento
Tarragona y Reus volvieron a discutir sobre a cu¨¢l de ellas corresponder¨ªa la capitalidad. En la zona se presentaron m¨¢s de 5.000 alegaciones. Lo mismo ocurri¨® entre Vic y Manresa por la jefatura en la veguer¨ªa de la Catalu?a central. Lleida se descolg¨® pidiendo un modelo distinto, que no dividiese en tres la provincia. Y en Girona, la comarca del Ripoll¨¨s tampoco acab¨® de ver bien los cambios que se propon¨ªan.
La ley ha sido uno de los ejes del ¨²ltimo a?o de la legislatura. Amplios sectores del PSC se mostraron en contra porque consideraban que era costosa e incluso innecesaria, teniendo en cuenta la crisis econ¨®mica (engorda la administraci¨®n p¨²blica), y pidieron que se pospusiese su aprobaci¨®n hasta despu¨¦s de las elecciones.
Pero el presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla, se mantuvo firme en su compromiso y consigui¨® salvar el proyecto. Y con ¨¦l, el tripartito. En julio el Parlament aprob¨® cuatro veguer¨ªas: Tarragona, Barcelona, Lleida y Girona. En una segunda fase se crear¨¢n las tres restantes: Terres de l'Ebre, Catalunya Central y Alt Pirineu.
Mientras se desactivaba este problema, arreciaba el del almac¨¦n nuclear. El Ejecutivo ha mantenido un pulso con Asc¨® para evitar que se instale all¨ª el silo. La posibilidad todav¨ªa planea sobre la localidad tarraconense.
Montilla ha jugado al despiste. ?l lanz¨® formalmente la convocatoria para instalar el almac¨¦n nuclear en Espa?a en su etapa como ministro de Industria. El alcalde de Asc¨®, Rafael Vidal (CiU), levant¨® enseguida la mano como voluntario a albergarlo porque supone una inversi¨®n de unos 700 millones de euros y unos 300 empleos.
Ante el silencio del presidente, sus socios de gobierno peleaban para frenar la candidatura del municipio. En enero se hizo efectiva. Iniciativa per Catalunya amenaz¨® con salir del Ejecutivo aut¨®nomo si la Generalitat no expresaba su rechazo. En marzo el Parlament firm¨® una moci¨®n no vinculante en contra. Otro fuego apagado, al menos por el momento (Asc¨® sigue en las oraciones del ministro de Industria, Miguel Sebasti¨¢n).
Los problemas se han ido multiplicando en todas las provincias, por todo el territorio: en contra de las incineradoras, en contra de la desalinizadora de El Prat, en contra de los trasvases de agua... En todas, pero especialmente en Girona.
Primero fue la l¨ªnea de muy alta tensi¨®n (que todav¨ªa colea). Luego el macroparque con 64 gigantes de viento que Gamesa propuso montar en la comarca del Alt Empord¨¤, con el apoyo del Departamento de Econom¨ªa, que ve¨ªa con buenos ojos la propuesta. El territorio se levant¨®. La presidenta del consejo comarcal, la socialista Consol Cantenys, encarg¨® la elaboraci¨®n de un mapa e¨®lico propio (en Girona no hay un solo parque, mientras que Tarragona est¨¢ atestada de molinos). Al final, la Generalitat de nuevo evit¨® la cat¨¢strofe: trat¨® de hacer las paces echando atr¨¢s el proyecto de Gamesa.
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