La bancarrota necesaria
El escabroso plan de rescate propuesto para Irlanda es un sinsentido. Intelectualmente err¨®neo, es in¨²til en sus objetivos, injusto en su reparto de costes y la semilla de futuros problemas. Y lo que es peor, existe una alternativa mucho m¨¢s sensata.
El plan es intelectualmente err¨®neo porque, como todos los rescates a los que asistimos estos d¨ªas, est¨¢ basado en el efecto Lehman: el convencimiento de que el origen de nuestras desgracias estuvo en haber dejado caer a esta entidad. Esta interpretaci¨®n es en general incorrecta, pues la ca¨ªda de Lehman fue un s¨ªntoma no una causa, pero lo es particularmente en el caso de Irlanda. Uno, porque el coste del rescate compromete las finanzas p¨²blicas m¨¢s all¨¢ de cualquier nivel de prudencia. Dos, porque la experiencia hist¨®rica que se cita para justificar esta locura viene de un periodo donde la banca nacional era clave para el funcionamiento de una econom¨ªa. No es el caso hoy. Las grandes entidades financieras internacionales, muchos de ellas presentes en la isla, estar¨ªan encantadas de sustituir como intermediarios a Bank of Ireland, Allied Irish o Irish L&P si estos fueran insolventes.
El rescate condena a Irlanda a un ajuste fiscal brutal sin garant¨ªa alguna de ¨¦xito
El plan es tambi¨¦n in¨²til. Primero, porque socava los incentivos del sistema econ¨®mico en sus cimientos fundamentales. La econom¨ªa de mercado se basa en la responsabilidad, para lo bueno, las ganancias, y para lo malo, las p¨¦rdidas. Por tanto es inaceptable que los acreedores de los bancos irlandeses no sufran las consecuencias de sus malas inversiones. Segundo, peor a¨²n, el plan "condena" a Irlanda a un periodo de ajuste fiscal brutal sin garant¨ªa alguna de ¨¦xito. El plan ser¨¢ profundamente contractivo y por tanto la m¨¢s probable es que agudice la recesi¨®n y deteriore a¨²n m¨¢s las cuentas p¨²blicas. Recordemos que las intervenciones en Grecia e Irlanda son las primeras en la historia reciente que no vienen acompa?adas de una devaluaci¨®n de la moneda local. En el pasado, los problemas fiscales y bancarios resultaban en una fuerte devaluaci¨®n que incentivaba la demanda externa precisamente cuando est¨¢ m¨¢s se necesitaba. A pesar de que las exportaciones irlandesas han mostrado recientemente un buen comportamiento, dado el tama?o del ajuste no parece este efecto vaya a mitigar lo suficiente la severidad de la contracci¨®n.
El plan es injusto porque no existe motivo alguno para que el contribuyente irland¨¦s satisfaga deudas contra¨ªdas entre dos partes privadas, incluso admitiendo los errores grav¨ªsimos cometidos por su gobierno durante los ¨²ltimos a?os. Y no hablamos de peque?as cantidades: la socializaci¨®n de las p¨¦rdidas va a caer sobre el contribuyente irland¨¦s de forma despiadada. Cuando escribimos estas l¨ªneas Irlanda anuncia un sinf¨ªn de dolorosas medidas como un recorte de los gastos sociales, un incremento impositivo, una rebaja del salario m¨ªnimo de un 12% y una reducci¨®n del n¨²mero de funcionarios. Y aunque algunas de estas medidas por si solas, pudieran ser saludables aplicadas en su conjunto acarrean un coste abrumador. Esto explica el rapid¨ªsimo deterioro pol¨ªtico en Irlanda y la dificultad en predecir si las medidas se aprobar¨¢n o no. Aunque la salud fiscal del tigre celta estaba en gran medida ligada a su burbuja inmobiliaria (como hemos comprobado era tambi¨¦n el caso de Espa?a), los cr¨ªticos problemas presupuestarios de Irlanda se derivan, fundamentalmente, de la il¨®gica asunci¨®n p¨²blica de la deuda bancaria privada.
Y, por ¨²ltimo, el plan es semilla de futuros problemas pues requerir¨¢ una enorme voluntad tanto por parte de Irlanda como de los pa¨ªses involucrados en el mecanismo de estabilizaci¨®n (m¨¢s el Reino Unido). ?Hay alguna garant¨ªa de que los irlandeses ante las perspectivas draconianas que se le ofrecen no opten por "romper la baraja" en cuanto puedan? En el momento que el estado irland¨¦s entre en super¨¢vit y no necesite de financiaci¨®n externa, la tentaci¨®n de declarar una quiebra estrat¨¦gica para disminuir la carga de la deuda ser¨¢ casi imposible de resistir.
La alternativa es, creemos, m¨¢s sencilla: la ayuda financiera ofrecida por el mecanismo de estabilizaci¨®n podr¨ªa utilizarse para llevar a cabo una restructuraci¨®n ordenada (por supuesto, con p¨¦rdidas para los acreedores) de la deuda bancaria, con una garant¨ªa formal de los dep¨®sitos individuales (y nada m¨¢s que los dep¨®sitos) para evitar el p¨¢nico bancario. Esto permitir¨ªa amortiguar el ajuste, calmar a los depositantes, castigar a tanto acreedor irresponsable y devolver Irlanda a una senda de crecimiento sostenida sin la losa de la deuda que el plan actual garantiza.
Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde, University of Pennsylvania y FEDEA. Luis Garicano, London School of Economics y FEDEA. Tano Santos, Columbia University y FEDEA.
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