El fracaso de la izquierda catalana
El PSC debe decidir si es un ap¨¦ndice del PSOE o alternativa a CiU
El martes de la pasada semana, ¨²ltima de la campa?a electoral, el presidente Montilla anunci¨® que si volv¨ªa a formar Gobierno, Antoni Castells y Ferran Mascarell ser¨ªan los responsables de dos macroconsejer¨ªas, una de econom¨ªa y otra de sociedad del conocimiento. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, Montilla encabezaba el cartel del mitin socialista de fin de campa?a, junto a la ministra Chac¨®n, a Felipe Gonz¨¢lez y al presidente Zapatero. Una flor al sector catalanista y un ramo de flores al PSOE. Podr¨ªa parecer anecd¨®tico y, sin embargo, es un breve compendio de los errores que han deteriorado el proyecto de los socialistas catalanes. Se dec¨ªa que el partido socialista era el que mejor representaba la diversidad del demos catal¨¢n: que en su electorado hab¨ªa gentes de todos los espectros culturales, sociales e ideol¨®gicos. A base de querer contentar a todo el mundo, el PSC puede haber defraudado a casi todos. Apost¨® por los hechos con la esperanza de poder mantenerse en la ambig¨¹edad a la hora de las palabras y ha resultado que los hechos sin palabras que les den sentido no lucen. En el PSC han olvidado que la mayor¨ªa pol¨ªtica en una sociedad no se consigue dici¨¦ndole a cada sector lo que quiere o¨ªr -con el riesgo a?adido de que unas promesas sean contradictorias con las otras- sino ofreciendo un proyecto pol¨ªtico coherente que corresponda a las necesidades y a las preocupaciones de los ciudadanos y genere amplia complicidad, m¨¢s all¨¢ de las fronteras ideol¨®gicas.
La crisis servir¨¢ de coartada a CiU para retrasar sus ¨ªmpetus soberanistas
Esquerra tendr¨¢ que empezar de nuevo tras la desbandada de su electorado
La recesi¨®n puede enfrentar a liberales con socialcristianos en CiU
Mas buscar¨¢ seguramente un gesto de apertura a lo Sarkozy
Con las elecciones de hoy en Catalu?a, empieza en Espa?a un ciclo electoral que culminar¨¢ en las legislativas de 2012, salvo que el presidente del Gobierno se viera obligado a anticiparlas. Son, por tanto, unas elecciones importantes para Catalu?a pero tambi¨¦n significativas para el resto de Espa?a, por las indicaciones de futuro que puedan contener.
Desde hace meses, la fronda del cambio -o del retorno de CiU al poder, si se prefiere- ha prendido en la sociedad catalana, hasta el punto que se ha llegado a la campa?a electoral con la sensaci¨®n de que la suerte estaba echada. De aqu¨ª el tono p¨¢lido y trist¨®n de una campa?a de la que apenas nos habr¨ªamos enterado si no fuera por las aportaciones de Alicia S¨¢nchez-Camacho y del PP a la antolog¨ªa de la infamia, con sus querencias obsesivas con la inmigraci¨®n, y el barullo del debate a dos, entre Montilla y Mas, que la Junta Electoral vet¨® y que, probablemente, ninguno de los dos partidos quer¨ªa de verdad. La campa?a tuvo todos los tintes de la cultura pol¨ªtica de la indiferencia. El debate televisivo a seis parec¨ªa una competici¨®n por ser el candidato con menos atributos precisos, especialmente por parte de los dos principales contendientes. Como me dec¨ªa un amigo convergente, en estas elecciones Artur Mas es mejor candidato que Pujol, porque se le han limado todas las aristas, que es lo que parece que los asesores de comunicaci¨®n entienden que la gente quiere ver. Si en la efervescencia de julio, con la manifestaci¨®n soberanista contra la sentencia del Constitucional, CiU complet¨® su particular acumulaci¨®n de capital electoral, ahora era cuesti¨®n de bajar la intensidad y adecuarse a una sociedad que, como los pron¨®sticos de abstenci¨®n apuntan, est¨¢ m¨¢s trabajada por la indiferencia que por la confianza o la desconfianza. "Hoy por hoy, estamos en un barco com¨²n y no tiene sentido disparar contra un barco en el que est¨¢s a bordo", ha dicho Artur Mas, demostrando, al paso, que los peligrosos nacionalistas perif¨¦ricos son m¨¢s de fiar, cuando las cosas se tuercen, que los patriotas del PP.
El comportamiento electoral de los catalanes se mueve dentro de unos par¨¢metros muy estables, seg¨²n el tipo de convocatoria. CiU ha llegado primera en todas las auton¨®micas, el PSC ha ganado sistem¨¢ticamente las legislativas y ha controlado siempre los grandes municipios. Tampoco esta vez se va alterar el esquema. Y precisamente por esto lo que debe preocupar a Zapatero no es tanto el resultado que obtenga el PSC como lo que ocurra en este partido a partir del d¨ªa despu¨¦s.
Que el PSC pierda centenares de miles de votos entre unas legislativas y unas auton¨®micas es normal (la horquilla est¨¢ entre los quinientos mil y los ochocientos mil) y que dos a?os m¨¢s tarde, en las siguientes legislativas, vuelva a recuperarlos, tambi¨¦n. El problema es que en los ¨²ltimos siete a?os, la construcci¨®n nacional de Catalu?a ha progresado y al PSC se le har¨¢ cada vez m¨¢s dif¨ªcil defender dos lealtades a la vez. En este sentido, lo verdaderamente decisivo ser¨¢ el previsible congreso del PSC, despu¨¦s de las municipales, cuando ya se sepa si conserva Barcelona o no.
El desencanto con el tripartito que todas las encuestas reflejan, solo puede resolverse con el retorno de CiU al poder. No se olvide que si la izquierda ha podido gobernar no ha sido fruto de un gran terremoto electoral sino de una coalici¨®n que sum¨® m¨¢s que el principal. ?Qu¨¦ representar¨¢ un retorno de CiU al poder? Evidentemente, esta noche los detalles ser¨¢n muy importantes. Porque no es lo mismo que CiU ronde la mayor¨ªa absoluta o que tenga que buscar alg¨²n socio con el que coligarse. Las intenciones de CiU son claras: por poco que puedan, gobernaran solos, aunque tengan que buscar acuerdos parlamentarios de per¨ªmetro variable. Artur Mas ha insistido en que un tripartito con CiU no ser¨ªa forzosamente mejor que un tripartito de izquierdas, que lo que se necesita es un Gobierno homog¨¦neo y fuerte.
La coyuntura econ¨®mica condicionar¨¢ los proyectos y a su vez servir¨¢ de coartada para frenar las veleidades soberanistas. Artur Mas buscar¨¢ probablemente alg¨²n gesto de apertura a lo Sarkozy, incorporando alg¨²n nombre pr¨®ximo a la izquierda a su Gobierno. Con lo cual defraudar¨¢ a los que querr¨ªan ver una mayor¨ªa decidida hacia un futuro soberanista. Y en cualquier caso no parece razonable esperar grandes movimientos estrat¨¦gicos hasta despu¨¦s de las legislativas de 2012. Lo l¨®gico es que Artur Mas trate de exhibir coherencia de gobierno y eficiencia de gesti¨®n (buscando la comparaci¨®n favorable con el guirigay del tripartito) y aproveche el clima de austeridad por la crisis (la austeridad ya se ha convertido en una forma de ideolog¨ªa) para hacer alguna reforma en la Administraci¨®n catalana e introducir el virus desregulatorio en un pa¨ªs sin tradici¨®n liberal. De hecho, una de las inc¨®gnitas de la nueva CiU ser¨¢ hasta qu¨¦ punto la nueva generaci¨®n de liberales del partido podr¨¢ con la tradici¨®n comunitarista y socialcristiana del partido que fund¨® Pujol.
A pesar de que las relaciones personales entre Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Artur Mas quedaron pr¨¢cticamente rotas despu¨¦s de que el presidente de CiU se sintiera enga?ado al negarse Montilla a apoyar su investidura hace cuatro a?os, un futuro Gobierno convergente intentar¨¢ recomponer la relaci¨®n con el PSOE. Una vez ganadas las elecciones, el desgaste de la foto con los socialistas les preocupar¨¢ mucho menos que los posibles acuerdos que se puedan conseguir con apoyos puntuales a buen precio. La actitud de CIU, sin embargo, ser¨¢ de expectativa hasta 2012. Una mayor¨ªa absoluta del PP, probablemente conducir¨ªa al gran choque identitario: al desaf¨ªo del concierto econ¨®mico. Mayor¨ªas relativas de cualquiera de los dos grandes partidos dar¨ªan pie a un juego m¨¢s complejo.
Como siempre en Catalu?a, el PSOE podr¨¢ camuflar unos malos resultados del PSC porque los resultados del PP no ser¨¢n para tirar cohetes. Si hay subida ser¨¢ m¨ªnima, de uno o dos esca?os. Sin embargo, envalentonar¨¢ a los que piensan que la suerte de Zapatero est¨¢ echada y que no hay remontada posible. Con el agravante de que las municipales y regionales est¨¢n muy cerca y, por lo menos en Catalu?a, no hay que excluir el efecto bola de nieve.
Sin embargo, lo verdaderamente importante para el PSOE y tambi¨¦n para Catalu?a -por que ha sido siempre una muy ¨²til fuerza de contrapeso- ser¨¢ el destino del PSC. Los socialistas saldr¨¢n seriamente da?ados del segundo tripartito. El primero era inevitable: el electorado de la izquierda no habr¨ªa entendido que se desaprovechara aquella oportunidad. Y adem¨¢s hab¨ªa, por lo menos inicialmente, una idea y un discurso -de Maragall, pero tambi¨¦n de Carod-Rovira- que le daba alma. El segundo, despu¨¦s de c¨®mo acabo el primero, estaba condenado a tener el destino de las decisiones pol¨ªticas tomadas contra raz¨®n. Hay errores estrat¨¦gicos que se pagan. La ilusi¨®n de agarrarse el poder, aunque sea contranatura, tiene a veces castigos muy duros.
La tentaci¨®n del n¨²cleo dirigente -y quiz¨¢s del PSOE- puede ser el retorno al statu quo de los noventa, con el poder auton¨®mico en manos de CiU y el municipal en manos del PSC, con las elecciones legislativas a su favor por el rechazo catal¨¢n a la derecha espa?ola. Si esta es la estrategia de futuro de los socialistas, las municipales amenazan como segunda vuelta de las auton¨®micas, porque, seg¨²n fueran sus resultados, este sue?o anacr¨®nico se caer¨ªa solito. La reconstrucci¨®n del PSC y de la izquierda catalana en general ser¨¢ complicada. La oportunidad de consolidar una izquierda nacional a tres no ha funcionado. Ahora, cada cual buscar¨¢ la supervivencia por su lado. Iniciativa tiene un nicho, modesto de tama?o pero de fidelidades solidas, en el que refugiarse. Aunque cuando uno deja de avanzar siempre hay un d¨ªa que empieza a bajar. Esquerra tendr¨¢ que empezar de nuevo, despu¨¦s de la desbandada que ha triturado el espacio independe
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.