El maestro partisano
En el inolvidable ¨¢lbum The Blue Mask de Lou Reed (1982) aparec¨ªa la canci¨®n My house que nos remit¨ªa a los mejores momentos de Berl¨ªn, Coney Island Baby, Rock'n'roll Animal o Transformer, sus mejores trabajos tras la Velvet. En esa canci¨®n, despu¨¦s de muchos a?os en punta de lo anticonvencional, Reed nos describ¨ªa sosegadamente su lugar de reposo, su retiro, su "beatus ille". Uno de los momentos m¨¢s vibrantes de la canci¨®n era cuando un Reed pleno y maduro llamaba a gritos entre los muros de su casa al espectro de su viejo maestro ya muerto, Delmore Schwartz. A?oraba las estimulantes charlas con ¨¦l y hubiera deseado continuarlas en un escenario de reposo como aquel. Delmore Schwartz daba clases a principios de los sesenta en la Universidad de Syracuse. Hab¨ªa nacido en 1913 y formaba parte del grupo de escritores que abandonaron el partido comunista americano antes de la Segunda Guerra Mundial abominando del estalinismo. Cuando la guerra a¨²n no hab¨ªa empezado, se necesitaba mucho valor para denunciar al r¨¦gimen sovi¨¦tico desde la izquierda. Europeos como Sartre tardaron muchos m¨¢s a?os en reaccionar. Varios de los predecesores de esa protesta, bajo la teor¨ªa trotskista de libertad art¨ªstica, fundaron poco despu¨¦s, en 1937, la Partisan Review. A pesar de tal noble vitalidad y mejores reflejos que sus colegas europeos, manten¨ªan la cl¨¢sica admiraci¨®n de las letras americanas por el mundo europeo. El eslogan del primer n¨²mero fue europeizar la literatura americana. En ¨¦l se inclu¨ªa, como plato central, un relato breve de Delmore Schwartz que ahora, por fin, se publica en Espa?a. Es un relato de ritmo implacable en el cual s¨®lo lastima el placer del lector que se acabe tan pronto. En un momento en que la literatura norteamericana estaba tensada entre dos pr¨¢cticas (el estereotipo b¨ªblico de Hemingway y el barroquismo de Faulkner cuya densidad de prosa siempre complica un poco la visualizaci¨®n de las cosas) Schwartz prob¨® un camino diferente, de redefinici¨®n de la percepci¨®n y el ritmo. Un camino que luego transitar¨ªan Nabokov, Auden y otros. Di¨¢fano, desnudo y preciso. Todos ellos elogiaron este relato. La tradici¨®n acad¨¦mica suele despacharlo como el primer retrato de familia jud¨ªa americana, pero no hagan caso. En realidad es algo m¨¢s amplio y obvio: un retrato implacable de una pareja de humanos interaccionando sus anhelos y fobias; reconocible aqu¨ª, en Croacia o en la Rep¨²blica Popular China. Esa es su grandeza. Eso y su capacidad visionaria que empieza en el mismo t¨ªtulo: En los sue?os empiezan las responsabilidades. Lo que hoy llamamos expectativas. Por lo visto, existi¨® una traducci¨®n en castellano hecha en la Argentina de 1945 para la revista Sur, que en principio firm¨® Borges aunque luego se retract¨® enigm¨¢ticamente del asunto. Schwartz muri¨® solo y alcoh¨®lico, como tanto visionario perdi¨® pie en este mundo. En Espa?a, apenas Roger Wolfe lo ha reivindicado. Aqu¨ª tenemos por fin una oportunidad de conocerlo gracias a la excelente y cuidada labor de Albert Fuentes y Xavier Zambrano que han trabajado el texto con el mimo y la obsesi¨®n de un artista. Dec¨ªa Stendhal que escribimos para que nos lea en el futuro aquel tipo de seres a los que podr¨ªamos amar. Vale tambi¨¦n para "traducimos". Tendr¨¢n un inevitable romance de ese tipo con este relato y su traducci¨®n.
En los sue?os empiezan las responsabilidades. Delmore Schwartz. Traducci¨®n y ep¨ªlogo de Albert Fuentes y Xavier Zambrano. Alpha Mini. Barcelona, 2010. 64 p¨¢ginas. 6,50 euros.
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