Despidos masivos por una huelga similar en EE UU, en la era Reagan
El entonces presidente moviliz¨® a los militares en agosto de 1981
El cinco de agosto de 1981, el presidente Ronald Reagan despidi¨® a 11.345 de los 17.500 controladores a¨¦reos que trabajaban en los aeropuertos comerciales de Estados Unidos por llevar a cabo un paro ilegal. Con ese golpe de autoridad, Reagan dio por terminada de ese modo una huelga de dos d¨ªas, prohibida por una ley de 1956 que ilegaliz¨® los paros de sindicatos de funcionarios. Los controladores ped¨ªan mejores condiciones laborales: un aumento en sus salarios y una reducci¨®n en su jornada laboral. En sus comparecencias p¨²blicas, Reagan declar¨® que la huelga de controladores era "un peligro para la seguridad nacional".
Sin previo aviso, como ha sucedido en Espa?a, la inmensa mayor¨ªa de controladores -unos 13.000- se ausent¨® de su puesto de trabajo el 1 de agosto de 1981 a las siete de la ma?ana. El presidente les dio a los controladores un ultim¨¢tum: deb¨ªan regresar a su puesto de trabajo en 48 horas. S¨®lo 1.300 obedecieron. El resto fueron despedidos de forma fulminante. Sus l¨ªderes sindicales ped¨ªan un incremento salarial de 10.000 d¨®lares anuales (7.500 euros al cambio actual) y que se redujera su jornada semanal de 40 a 32 horas. Tambi¨¦n exig¨ªan jubilaci¨®n despu¨¦s de 20 a?os de servicio. Todos esos cambios le hubieran costado al Gobierno unos 770 millones de d¨®lares (520 millones de euros).
En lugar de dejar que los aeropuertos se sumieran en el caos, Reagan actu¨® de forma inmediata, llamando al personal militar y a los supervisores de los controladores a que gestionaran el mayor n¨²mero de rutas posibles junto a los 4.500 funcionarios que no hab¨ªan hecho huelga. Durante las 48 horas del paro, el Gobierno logr¨® salvar entre el 60 y el 70% de los vuelos programados. En la segunda jornada, se recorrieron 8.000 de las 14.200 rutas previstas para una jornada normal. La confusi¨®n de los pasajeros fue, sin embargo, la t¨®nica. Las p¨¦rdidas para las aerol¨ªneas se estimaron en 30 millones de d¨®lares (22 millones de euros) por d¨ªa. Finalmente, un juez de Brooklyn lleg¨® a emitir una orden seg¨²n la cual deber¨ªa multarse al sindicato de controladores en concepto de 100.000 d¨®lares por cada hora de huelga.
El Gobierno sigui¨® reuni¨¦ndose con los l¨ªderes de los sindicatos durante semanas, pero cre¨® un sistema de control a¨¦reo paralelo, alargando la misma gesti¨®n en la que confi¨® en los d¨ªas inmediatamente posteriores a la huelga: supervisores y militares controlando vuelos. El Secretario de Transporte Drew Lewis dej¨® claro a los sindicatos desde el primer d¨ªa que no los consideraba un interlocutor, por haber quebrantado la ley, y personalmente, se encarg¨® de abrir un proceso de contrataci¨®n y remodelaci¨®n del sistema que dur¨® dos a?os. No se lleg¨® al mismo n¨²mero de controladores en una d¨¦cada. Aquello signific¨® la muerte definitiva del sindicato de controladores, que dej¨® de existir como organizaci¨®n registrada ante la Administraci¨®n dos meses despu¨¦s. Aquel desaf¨ªo de los controladores result¨® ser una victoria para la Administraci¨®n de Reagan.
![El vicepresidente primero, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, entre Carme Chac¨®n y Jos¨¦ Blanco.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/O4MHKZNQZC4BET6I3JUHEPSEFQ.jpg?auth=61e66219dc98ce3ecd34eb30910a6bb4f3d3f78e44d28ac3333cbb75915c63b1&width=414)
![Pasajeros de Iberia muestran una notificaci¨®n donde se les informa de la cancelaci¨®n del servicio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YQN4H23H2L27CUETAU42SDLVUA.jpg?auth=504fa96824b50157867cabf7283a1f5bf7a908981cf3da3accdf71cdd41a9845&width=414)
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