Gente normal
Ramiro Lastra corre, y corren con ¨¦l nuestros ojos: corren por la plaza de Espa?a mientras ah¨ª, al fondo, se despierta la Gran V¨ªa, y corren por la plaza de Oriente camino de Bail¨¦n, y entonces nuestros ojos se sientan en un caf¨¦ y charlan y luego regresan y olvidan las Vistillas y el Viaducto, y trepan al lugar en el que una chica le asegura que puede -no solo- leer tranquilo. Por Todas las canciones hablan de m¨ª corre su protagonista, Ramiro Lastra, y le acompa?a de puntillas el recuerdo de Andrea, su ex novia, y corren tambi¨¦n las chicas con las que intenta olvidarla y sus amigos -Bruno Bergonzini, que interpreta a Lucas con ternura y humor, est¨¢ espl¨¦ndido-, y desde la butaca corren nuestros ojos.
Tras mudarnos nos topamos con el nuevo barrio y con ¨¦l descubrimos tabernas
La vista no se cansa por los a?os o el esfuerzo, sino por la rutina: mientras buscamos piso -o lo intentamos, igual que anuncia Ramiro Lastra en varios instantes, sin gran convencimiento- nos fijamos en los primeros balcones de nuestra ruta, apuntamos curiosidades y tel¨¦fonos, pero los ojos resoplan al volver la esquina y acostumbrarse a los balcones y las ventanas, y perdemos la intenci¨®n a la segunda hoja, y nos conformamos con lo primero que aparezca, o regresamos a casa con las llaves de siempre. Y al encontrar ese piso, tras mudarnos -los objetos que se borran en la caja de cart¨®n, y la alegr¨ªa con la que se recuperan al desembalar-, nos topamos con el nuevo barrio y con ¨¦l descubrimos tabernas que no conoc¨ªamos, y nos imaginamos brindando en ellas, y descansando en el parque que se intuye desde el portal, y al cruzarnos con sus puertas y sus bancos d¨ªa tras d¨ªa se nos gastan las ganas.
Por eso, por su capacidad para resetear lo aprendido y revelarlo diferente, me gusta la forma en que Jon¨¢s Trueba -el director de Todas las canciones hablan de m¨ª- ha observado Madrid, la sorpresa con la que mira su primera pel¨ªcula. La c¨¢mara y Ramiro Lastra avanzan por calles reales, verdaderas, sin disfrazar, las mismas por las que el espectador se demorar¨¢ al abandonar la sala de cine: Jon¨¢s nos ense?a una ciudad en la que, seg¨²n los ojos que la miren, una fuente entorpece el paseo y un edificio nos hace el favor de ocultar otro horrible. Y me ha gustado que Jon¨¢s retrate Madrid como la ciudad imperfecta que es, que dulcifique su luz sucia, que con cari?o filme esas jugarretas que tuercen a quienes la vivimos. Escribo ojos, mirar, calles: no preocupan los sin¨®nimos. Mirar las calles: insisto.
Las canciones que hablan de Ramiro, interpretado por Oriol Vila, y en cierto modo tambi¨¦n de Andrea, en la piel de B¨¢rbara Lennie, suenan en las voces de Bola de Nieve, Franco Battiato -?qu¨¦ escena!- o Aroah. Sin embargo, yo regresaba a casa tras ver Todas las canciones hablan de m¨ª, compartiendo uno de los itinerarios de su protagonista, y escuchaba m¨²sica y en el reproductor salt¨® Common people, de Pulp: me pareci¨® que Jon¨¢s Trueba y Daniel Gasc¨®n -el coguionista, cuyos relatos no resultan ajenos a esta historia- quiz¨¢ no compart¨ªan gafas con Jarvis Cocker, pero s¨ª su esp¨ªritu, las ganas -insisto- de mirar a la gente normal. Nos creemos que todo eso ocurra con Ramiro y Andrea porque hablan como nosotros, se parecen a nosotros: el amor se les cansa como se cansan los ojos, y sus amigos les aconsejan seg¨²n lo que les cuentan en las revistas, y en los bares les rechazan y los bares los cierran, y vuelven a casa por ir a alg¨²n sitio. Una de sus conquistas reprocha a Ramiro -librero, de la abnegada raza de los fil¨®logos hisp¨¢nicos: Jon¨¢s Trueba reinventa, tambi¨¦n, Ciudad Universitaria- que sus poemas solo hablen de amor y de sexo; ¨¦l responde que no conoce mucho m¨¢s. En Todas las canciones hablan de m¨ª respira la ¨¦pica de lo min¨²sculo, de lo cotidiano, y es a su modo una pel¨ªcula de aventuras: una pel¨ªcula sobre las peripecias que azotan a la gente normal, sobre lo que vertebra nuestras vidas. El amor, el sexo; no conocemos mucho m¨¢s.
Todas las canciones hablan de m¨ª es una pel¨ªcula hermosa y delicada, sin temor a ciertos adjetivos. Late en ella el amor por Madrid, por los buenos libros y las buenas pel¨ªculas; el amor por el amor, tambi¨¦n, y por la amistad. Se habla de Pizarnik y de Pessoa igual que de la novia del amigo o el jefe de la ex novia, con naturalidad, asumiendo que nos componemos de lo que hemos vivido nosotros, pero tambi¨¦n de lo que vivieron -y nos contaron- los dem¨¢s. Jon¨¢s Trueba nos invita a caminar -igual que corre, camina, se demora Ramiro Lastra- con otros ojos por la ciudad en la que vivimos, mirando de otra manera, adivinando qu¨¦ historias esconde ese portal, esa cortina. Todas las canciones hablan de m¨ª me ha entusiasmado. No se la pierdan.
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