Revoluciones de un cl¨¢sico
Su discograf¨ªa y sus conciertos ten¨ªan un poder camale¨®nico; iban del purismo a lo rompedor
La abrumadora discograf¨ªa de Enrique Morente quedar¨¢ como un ejemplo de clasicismo y renovaci¨®n musical y po¨¦tica, atenci¨®n a los mejores guitarristas y ganas de compartir travesuras con m¨²sicos de cualquier parte. Su intenci¨®n no fue tanto sacar al flamenco del gueto del purismo como conservar la integridad del cante cl¨¢sico, una hucha a la que siempre volv¨ªa para poder crear cosas nuevas con ¨¦l.
La consecuencia fue que Morente llev¨® una m¨²sica que permanec¨ªa estancada en los clich¨¦s del gitanismo mairenista a espacios de libertad que la c¨¢tedra flamenca consideraba anatema. Su talento, su invenci¨®n y su capacidad de emocionar contribuyeron a darle al flamenco un vuelo contempor¨¢neo y vanguardista con naturalidad, porque arriesgaba por pura ¨ªndole personal, jam¨¢s por pose o por moda. Sol¨ªa decir que uno no era nunca el mismo un a?o y al a?o siguiente.
Tuvo una legi¨®n de enamorados que le persegu¨ªan por garitos roqueros
Las ideas bull¨ªan en su cabeza sin parar y aprovechaba los conciertos para sorprender. Jam¨¢s tuvo pretensiones elitistas, y siendo un cantaor minoritario tuvo una legi¨®n de enamorados, los morentistas, que le persegu¨ªan por garitos roqueros como el Rev¨®lver y templos como el Carnegie Hall de Nueva York. Sus recitales de cante sol¨ªan tener dos partes, una cl¨¢sica y otra morentiana.
Dejaba atr¨¢s los discos antes de haberlos terminado, y afirmaba que lo mejor que hab¨ªa grabado era lo que ten¨ªa que llegar. Una de las ¨²ltimas cosas que hizo fue El¨ª, El¨ª, un tema para el saxofonista napolitano Enzo Avitabile, que Morente envi¨® a N¨¢poles poco antes de entrar en el hospital por correo electr¨®nico.
Su primera grabaci¨®n es Cante flamenco (guitarra, F¨¦lix de Utrera), de 1967. Cuando todav¨ªa era Enrique el Grana¨ªno, grab¨® su antolog¨ªa cl¨¢sica para el sello Hispavox que dirig¨ªa Jos¨¦ Blas Vega. Tras romper el hielo grab¨® con el Ni?o Ricardo Cantes antiguos del flamenco en 1969, y 12 a?os m¨¢s tarde el monumental doble Homenaje a don Antonio Chac¨®n, junto a Pepe Habichuela.
Al mismo tiempo asom¨® el artista comprometido, rompedor y amante de la poes¨ªa. En el Homenaje flamenco a Miguel Hern¨¢ndez (1971), editado en M¨¦xico dos a?os antes del tributo de Serrat, y en Se hace camino al andar (1975), donde cre¨® sus primeros cantes: tangos, siguiriyas y fandangos.
Los a?os siguientes suponen la explosi¨®n de una creatividad sin bridas. Caben el mensaje andalucista y personal de Despegando (1977); el autor incipiente de Sacromonte (1986), y ante la incomprensi¨®n de los serios, el flamenco sinf¨®nico del Allegro Sole¨¢ (1986), en el que cant¨® a Bergam¨ªn, Alberti y dos olvidados del exilio mexicano, Luis R¨ªus y Pedro Garfias. Sigui¨® el hist¨®rico d¨²o en el doble grabado con el viejo maestro Sabicas en 1990; la apabullante y laica Misa flamenca de un a?o despu¨¦s; el homenaje a san Juan de la Cruz y Al Mutamid de Aunque es de noche y el cuban¨ªsimo Negra, si t¨² supieras, grabado con Nuevos Medios en 1992. Todos anticipaban la sabia madurez que caracteriz¨® su obra de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
A esta ¨¦poca pertenecen el fabuloso Omega, editado en 1996 con textos de Poeta en Nueva York y m¨²sicas de Leonard Cohen, la banda granadina Lagartija Nick, Vicente Amigo, Ca?izares o Tomatito. El Morente-Lorca, de 1998, con La Barber¨ªa del Sur y Las Voces B¨²lgaras. La flamenqu¨ªsima exhibici¨®n de El Peque?o Reloj, de 2003, surgida de un poema de Le¨®n Felipe y donde mete su voz y la de su hija Estrella sobre grabaciones antiguas de Sabicas y Montoya. Tras el Morente sue?a la Alhambra (2005), en el que reuni¨® sin despeinarse a Pat Metheny con Mar¨ªa Zambrano, su pasi¨®n por Picasso marca los ¨²ltimos discos: en Pablo de M¨¢laga, de 2008, recupera textos del pintor. La muerte le impidi¨® presentar su ¨²ltima creaci¨®n, El barbero de Picasso, que grab¨® hasta el d¨ªa antes de entrar en la cl¨ªnica. Ser¨¢ un doloroso placer escucharla.
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