Nunca ser¨¢s abandonado
La literatura m¨¢s desacomplejada, la de la palabra insurgente, brota hoy en los walkscapes, en los caminos fronterizos, en la psicogeograf¨ªa vagabunda. Por all¨ª donde avanza la memoria del andar simult¨¢neo de Charlot, con un paso en la casualidad y otro en la causalidad, el viejo Pibe que rescat¨® el malet¨ªn del malogrado Walter Benjamin, donde vuela a contraviento el cuervo de No¨¦ a la par de su compinche Nevermore de Poe, camino de los tejados del Para¨ªso Inquieto, la aldea de Chagall donde peregrinan las mujeres que llevan erizos astrogr¨¢ficos y contrabando de informaci¨®n esencial en los cestos de la cabeza, guiadas por el Peque?o Salvaje de Fran?ois Truffaut: el territorio de la poes¨ªa y de los llamados cuentos infantiles. La m¨¢s innovadora tambi¨¦n, pero hecha con los huesos y los sue?os de la mejor estirpe: palabra nacida para conjurar el abandono. El miedo al abandono.
Alguien dir¨¢: ?Y la serie negra? Tambi¨¦n esa, en el fondo, es una rama de la insurgente literatura infantil, maldita sea la palabra. ?chenle un vistazo a Hansel y Gretel o a los M¨²sicos de Bremen. Por no hablar, de entre los cuentos tradicionales, del titulado La serpiente blanca, donde unas aves adultas e iracundas expulsan a sus hijos del nido al grito de; "?Fuera de aqu¨ª, carne de presidio!". En la vida real, dicho por humanos, ?no resultar¨ªa hasta enternecedor? Unos y otros personajes se convierten en olvidados, invisibles y desechables cuando el mal de aire de la Macmafia ocupa la Global Poisonville. En el documental Enron (los tipos que estafaron a Am¨¦rica) se narra c¨®mo se hab¨ªa llegado a la vileza "democr¨¢tica" de que eran los empleados, en votaci¨®n, los que decid¨ªan cada a?o a qu¨¦ compa?eros (un 10%) hab¨ªa que echar a la calle: el caballo viejo, el perro cansado, el gato sin u?as, el gallo af¨®nico... Hoy Europa est¨¢ llena de m¨²sicos de Bremen. A veces tocan en la calle con apariencia humana. Pero, ?c¨®mo no reconocer a aquellos leales que tuvieron que huir de sus due?os para no acabar despellejados, despu¨¦s de servirles toda la vida?
En fin, los hermanos Grimm nos llevan a Dashiell Hammett y Caperucita Roja a Chinatown.
Antes de la literatura, ya exist¨ªa la literatura. Por lo menos, la boca de la literatura. Vlad¨ªmir Nabokov la situaba, la primera boca, con aventurada precisi¨®n, en la boca del lobo. Quiero decir, en la del ni?o pastor que gritaba: "?Que viene el lobo, que viene el lobo!". Y el lobo no ven¨ªa. Hoy sabemos que el pastor no era un mentiroso, difamaci¨®n de la que yo mismo fui testigo en tiempos m¨¢s doctrinarios, donde no se afinaba entre la verdad y lo veros¨ªmil. El ni?o pastor era una imagen vanguardista del lobo. Su ficci¨®n anticipaba... el futuro pret¨¦rito.
Hay un cuento con lobo por medio que creo que interesar¨ªa todav¨ªa m¨¢s a Nabokov desde el punto de vista de la t¨¦cnica narrativa. Es el de un m¨¦dico rural, el doctor Salgado, que vuelve de una paseata por la nieve. Cuenta a sus compa?eros de partida de domin¨® que se encontr¨® con un viejo lobo hambriento. Trat¨® de espantarlo con dos tiros de escopeta, pero err¨® la punter¨ªa. El lobo no se arredr¨®. No se movi¨® una pulgada. Clav¨® sus ojos en ¨¦l.
-?Y qu¨¦ pas¨®?
-?Qu¨¦ iba a pasar? ?Me comi¨®!
He ah¨ª la boca de la literatura. As¨ª se termina el mundo. As¨ª comienza el cuento. Al margen de las grandes plantaciones de productos transg¨¦nicos, en la aldea inquieta de Chagall, all¨ª "donde habla todo", como quer¨ªa Italo Calvino, rebrota la literatura infantil con sus cuentos insurgentes. Al calor del fuego, Bruno Bettelheim nos recuerda la historia del p¨¢jaro verde que salva al ni?o arrojado por sus padres al fondo del mar y le dice: "Nunca ser¨¢s abandonado".
Y tal vez por eso, Julio Fisek, camino del pat¨ªbulo, se gira sonriente y nos grita: "?Que nuestro nombre jam¨¢s sea asociado a la tristeza, muchachos!".
Manuel Rivas (A Coru?a, 1957) ha publicado recientemente la novela Todo es silencio (Alfaguara. Madrid, 2010. 280 p¨¢ginas. 18,50 euros. Todo ¨¦ silencio. Xerais. Vigo, 2010. 280 p¨¢ginas. 17,50 euros) y es autor, entre otros relatos infantiles, de Milu. Kalandraka. Pontevedra, 2010. 46 p¨¢ginas. 14 euros), Cuentos de un invierno (Alfaguara), O Sombreiro chichiriteiro y Bala perdida (Obradoiro y Alfaguara)
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