¡°Hay que vigilar que el sentimiento de omnipotencia no se adue?e de ti¡±
Decoro. Rafael Moneo (Tudela, 1937) se esfuerza en encontrar la palabra exacta. Detiene la conversaci¨®n para pensar, cierra los ojos, arruga el rostro. Es un comunicador autoexigente y, por eso, algo torturado en el gesto. Pero ha dado con la palabra: decoro. Su arquitectura es decorosa. Todo ¨¦l tambi¨¦n.
El decoro es la conciencia de una circunstancia y el respeto a ella por los que una persona se abstiene de hacer cosas vergonzosas. Es tambi¨¦n sin¨®nimo de decencia. Y de dignidad. La casa de Moneo, en la colonia madrile?a de El Viso, es m¨¢s que decorosa: gastada y austera, sin ser severa. Es una vivienda acogedora en la que ¨¦l ha ido interviniendo para hacerla m¨¢s c¨®moda. Los metros no sobran, y en el recibidor un maletero le roba altura al techo y un ropero no lo alcanza para dejar sitio a una repisa en la que aparecen los bustos que Francisco L¨®pez hizo del arquitecto, su mujer y su hija Bel¨¦n. Ahora los bronces sirven para colgar un sombrero de paja. A la derecha, en el escueto comedor, las sillas de Castiglioni est¨¢n plegadas y apoyadas en la pared frente a un barcel¨®. Fotograf¨ªas de sus hijas y sus amigos arquitectos se mezclan con los libros y con algunos dibujos. Conoce su ubicaci¨®n de memoria.
Hablamos de la primera antolog¨ªa de su obra (Apuntes sobre 21 proyectos, Gustavo Gili), aparecida ahora, tras cuarenta a?os de profesi¨®n. Mientras analiza sus edificios para la estaci¨®n de Atocha, la catedral de Los ?ngeles o el Kursaal de San Sebasti¨¢n, la hora marcada por un reloj da cuenta del paso del tiempo. Oscurece y Moneo contin¨²a explic¨¢ndose. Corre la cortina para dejar pasar la ¨²ltima?luz del d¨ªa. Luego, en penumbra, se levanta y enciende una luz lejana y la del recibidor. Esa podr¨ªa ser su idea de la arquitectura: lo justo, nada m¨¢s.
?Cu¨¢nto tiempo lleva viviendo en esta casa? Desde el a?o 67. Bel¨¦n, mi mujer, naci¨® dos calles m¨¢s abajo. Cuando regresamos de Roma [donde estuvo becado en la Academia Espa?ola] pensamos vivir en las afueras. Ten¨ªamos la fantas¨ªa de una vida ensimismada. Pero al final, la madre de Bel¨¦n nos ofreci¨® una casa peque?ita en este barrio que en su modestia era ejemplar. Luego compramos esta y mont¨¦ mi estudio en el s¨®tano hasta que en el 91 lo trasladamos a otra casa del barrio.
?No ha querido dise?ar su propia casa? No lo he hecho por la prudencia de que si encuentras algo con lo que est¨¢s c¨®modo no hace falta m¨¢s.
?C¨®mo debe ser una casa? Un poco neutral para que las personas marquen su presencia.
Usted ha hecho pocas. Tiene raz¨®n. Pero cuando he hecho vivienda he tratado de innovar.
Su obra delata mayor preocupaci¨®n por cuidar la ciudad que al individuo. Lo primero que hice en Madrid fue la casa G¨®mez Acebo, que daba respuesta a una vida ligada al coche. Hace a?os, hice casas en La Haya alrededor de una iglesia donde, por cierto, est¨¢ enterrado Spinoza.
La casa debe ser neutral para que las personas marquen su presencia
Para describir las casas cuenta lo que hay en el barrio. ?Por qu¨¦ le ha interesado tanto la ciudad? Me ha sido ¨²til entender que la arquitectura va irremediablemente ligada al sentido de pasar por este mundo en un determinado momento. Del mismo modo que los edificios nunca est¨¢n solos, tambi¨¦n desde nuestros genes estamos menos solos de lo que nos parece. La arquitectura es el testimonio f¨ªsico m¨¢s flagrante.
?De d¨®nde sale su civismo? Mi ni?ez y mi adolescencia transcurrieron en un pueblo, Tudela, en Navarra. En los pueblos, la estructura de la vida social se ve mejor que en las grandes ciudades. Un ni?o en un pueblo como Tudela, en los a?os cuarenta, entend¨ªa perfectamente cu¨¢l era el sentido de una plaza o de qu¨¦ modo las calles ten¨ªan su jerarqu¨ªa en funci¨®n del uso que les daba la gente.
?Qu¨¦ recuerda de su vida en Tudela? Mucho o todo. Max Aub dijo que uno es de donde ha hecho el bachillerato. Y es bastante verdad. En la adolescencia es donde empezamos a sentir lo que nos apetecer¨ªa hacer o ser. Y eso va ligado a un marco f¨ªsico, a un colegio?
?En qu¨¦ colegio estudi¨®? En los jesuitas. Me cri¨¦ en una estructura social firmemente establecida. Pero? No es que est¨¦ escapando de la sospecha de que quisieras que te respondiera en clave m¨¢s ¨ªntima al decirte que este ¨¦nfasis de la presencia de la ciudad est¨¢ aprendido seguramente de Rossi.
Cu¨¦ntelo, por favor. En los edificios que acent¨²an la ciudad, el arquitecto se hace m¨¢s visible. Pero la gran vivienda es capaz de reflejar el decoro con el que vive un determinado grupo de la sociedad en un momento. Ese decoro est¨¢ en los pueblos y en muchos barrios donde puede verse el gran momento de la vivienda. Y es ah¨ª donde se ven los rasgos de una ciudad. He tenido la suerte de trabajar en esos grandes problemas de la ciudad.
?Por qu¨¦ ha querido llevar m¨¢s decoro que monumentalidad a las ciudades? La arquitectura, en estas ¨²ltimas d¨¦cadas, ha acentuado su capacidad de convertirse en expresi¨®n personal, del modo en que es expresi¨®n personal la obra de arte. Pero no siempre ha sido as¨ª. Por obvias razones. Muchas veces se ha producido en periodos de tiempo que sobrepasaban la vida de un solo arquitecto. Otras veces, los programas o el peso de quien hac¨ªa el encargo era muy fuerte.
Me doy cuenta de que tengo much¨ªsimas obras prescindibles
?Eso le parece bien o mal? Evitando juicios morales, han sido los cr¨ªticos que m¨¢s han pretendido entender la arquitectura como actividad art¨ªstica quienes m¨¢s se han preocupado de asociar la arquitectura a los nombres de los arquitectos. Pero tambi¨¦n es cierto que hay un momento en que la buena arquitectura acaba perdiendo los rasgos personales para crear los rasgos m¨¢s amplios de la ciudad. En un arquitecto como Borromini, ejemplo de arquitecto artista, hay un momento en que veo m¨¢s Borromini como Roma que como Borromini. Este es tambi¨¦n el premio del arquitecto artista. Me parece que la propia raz¨®n de ser de la arquitectura se resiste a esa personalizaci¨®n extrema.
?Cree que alg¨²n d¨ªa se ver¨¢ en el Guggenheim el retrato de una ¨¦poca? El Guggenheim es singular. Parad¨®jicamente es un edificio en la ciudad. Si pens¨¢ramos en ¨¦l en otro lado, no ser¨ªa lo mismo. Gehry, que es un arquitecto extraordinariamente astuto -y la astucia es una virtud de algunos arquitectos a los que m¨¢s valoro-, se dio cuenta de que necesitaba que el Guggenheim estuviera junto al puente. Eso es lo que da valor al museo: la ciudad. Es mucho m¨¢s un fen¨®meno urbano que un museo.
?Cu¨¢l es el museo de la gente hoy? El que todav¨ªa produce estupor y asombro. La Tate es bastante un museo de masas. Y el Pompidou, tambi¨¦n. El Prado es otra cosa. Creo que nuestra intervenci¨®n ha dado lugar a que la gente se mueva en el museo con la naturalidad de quien lo siente como suyo. Lo bonito de este proyecto ha sido esa toma de la gente, adue?arse de lo p¨²blico.
?Por qu¨¦ tienen los arquitectos tanto empe?o en que la gente pierda el miedo a entrar en los museos si estos est¨¢n demasiado llenos de gente que va a hacer cosas que podr¨ªa hacer fuera del museo? Es verdad. Pero yo en esto soy todav¨ªa el ni?o de los a?os cuarenta. Para m¨ª, el museo es todav¨ªa el santuario. El lugar donde se guardan las cosas. Creo que los museos deben recuperar cierta condici¨®n sacra. Entrar en el museo significa haber aceptado que lo que hay merece esa conservaci¨®n y cuidado.
?C¨®mo quedamos, est¨¢ satisfecho con que la gente entre en el Prado o pide reverencia? Hay una cuesti¨®n de escala. Creo que la Tate es m¨¢s un lugar al que ir para entretenerse. El Prado est¨¢ muy ligado a la historia de Espa?a. Y casi lo mejor de la historia de Espa?a es Vel¨¢zquez. Al final, quisi¨¦ramos vernos merecedores de la mirada de Vel¨¢zquez. Antonio L¨®pez habla de ese "respeto con que Vel¨¢zquez ha mirado la realidad espacial o los personajes que retrata". Si la cultura espa?ola significase eso, ser¨ªa maravilloso. Ese ideal extremo lo mantiene vivo la llama del Prado.
Mi mayor dificultad: valorar qu¨¦ es hoy la arquitectura religiosa
?Ha sido su proyecto m¨¢s dif¨ªcil? Estuve siete a?os sin hacer otra cosa porque entend¨ªa que hab¨ªa que estar atento. Se hubiera podido hacer con m¨¢s facilidad con otra gesti¨®n. Pero mi proyecto m¨¢s dif¨ªcil ha sido la catedral de Los ?ngeles. A fin de cuentas, en el Prado, en el primer concurso, con setecientos participantes, la estrategia a seguir era la que yo estaba se?alando. Seguramente porque yo lo conoc¨ªa mejor como arquitecto de Madrid. Luego los proyectos evolucionan y se mueven. Y eso es bonito en nuestra profesi¨®n. La obra va d¨¢ndote cosas en su propio hacerse.
?No se ha sentido nunca incomprendido con el Prado? Muchas veces. Ha sido un proyecto m¨¢s pesado que doloroso. En las obras p¨²blicas debes admitir la cr¨ªtica.
Usted es muy cr¨ªtico. ?No le parece extra?o no recibir habitualmente cr¨ªticas a la altura de su capacidad? Eso es muy verdad a medias. Y es pasar a un terreno m¨¢s ¨ªntimo. Cada uno tiene un modo de ser distinto. El hecho de que yo haya estado muy ligado a la ense?anza y a la cr¨ªtica ha hecho que en el fondo la obra se explique ella misma. No hay tanta necesidad de ex¨¦gesis. Hay gente que ha hablado de mi obra lo suficiente y tal vez m¨¢s de lo que pueda merecer. Pero no me he preocupado de fomentar la atenci¨®n a mi trabajo.
Me consta que se ha preocupado de limitar esa atenci¨®n: rechazando entrevistas y premios, retrasando d¨¦cadas la monograf¨ªa 'Apuntes sobre 21 proyectos' sobre su trabajo? Va ligado a mi modo de entender la profesi¨®n. En un momento dado he sentido temor de organizar mi estudio como una gran oficina. He podido tener m¨¢s trabajo del que he tenido, s¨ª. Pero tambi¨¦n con el trabajo que he tenido, a veces he hecho m¨¢s obras de m¨¢s que de menos. Antonio L¨®pez dice una cosa iluminadora: dice que Vel¨¢zquez no tiene una sola obra prescindible. Hay tan pocos artistas as¨ª?
?Ha intentado trabajar en esa l¨ªnea? Me doy cuenta de que tengo much¨ªsimas obras prescindibles. Pero creo que si hubiera trabajado m¨¢s, tendr¨ªa m¨¢s obras prescindibles de las que tengo.
?Tiene esa sensaci¨®n? Tengo esa seguridad. Tambi¨¦n, a lo mejor, la educaci¨®n de mi generaci¨®n ha estado ligada a una actitud m¨¢s artesana y a la sensaci¨®n de estar muy presente en lo que haces. Y no poder multiplicarte tanto.
?Es un arquitecto intocable? He tenido muy poca confianza a la hora de imponer mi autoridad o a la hora de poder manejar un presupuesto libremente. Se construyeron al tiempo el Guggenheim y el Kursaal. No quiero poner los edificios en el mismo nivel, pero el Guggenheim debi¨® de costar tres veces m¨¢s, ocupando la mitad de la superficie.
Gehry es un arquitecto m¨¢s cuestionado. Despierta amores y odios. Soy lo suficientemente claro y fr¨ªo como para no poner el reconocimiento p¨²blico de Gehry en duda. Yo hablo de que ¨¦l ha tenido la confianza ciega de clientes que han querido gastar el dinero con ¨¦l. En el MIT hizo unos laboratorios en los que se ve que el dinero se ha ido en la visibilidad de la arquitectura. Cuando a m¨ª me toca hacer un laboratorio, ahora mismo en Nueva York, debo hacerlo tan pendiente del presupuesto que espero que no se vea, pero supone un esfuerzo tremendo.
?Con otros presupuestos habr¨ªa hecho otra arquitectura? Seguramente no.
?Qu¨¦ tipo de arquitecto buscan cuando lo llaman a usted? Los encargos que recibo ¨²ltimamente me hacen pensar que los clientes creen que deben poner sus proyectos en manos de un arquitecto que resuelva, desde la arquitectura, el presupuesto. La arquitectura est¨¢ asociada al poder. Pero el modo en que hay que ejercerlo hoy es dif¨ªcil que sea a trav¨¦s de gestos que en alg¨²n momento han definido la historia de la arquitectura. Me siento practicando la misma disciplina que Bernini en el sentido de que s¨ª estoy dispuesto a aceptar que tengo que explicar al poder que realmente no se trata de imponerse con una ret¨®rica innecesaria. Debo ayudar a que el poder tambi¨¦n entienda c¨®mo hay que hacer las cosas.
?Qu¨¦ le llev¨® a elegir al arquitecto dan¨¦s Jorn Utzon para trabajar con ¨¦l? Suya era la obra que me atra¨ªa m¨¢s entonces, en el 56 o 57. Tuve la suerte de ir a Dinamarca, presentarme en su estudio y trabajar para ¨¦l.
?Llam¨® a la puerta y pidi¨® trabajo? S¨ª.
?Lleg¨® preparado para quedarse un a?o? ?Alguien le recomend¨®? Iba preparado, pero sin recomendaciones. Recuerdo con gran cari?o la sensaci¨®n de que lo que alguien sabe se traslade emanando de la punta de sus dedos. Utzon era una figura carism¨¢tica, un arquitecto muy potente. Curiosamente, la ?pera de Sidney, el emblema de la ciudad, no es que sea un edificio fallido, es que algunas de las cosas que promet¨ªa no se han llegado a resolver.
?Qu¨¦ sinti¨® cuando le dieron el Pritzker antes que a Utzon? Tal como estaban los Pritzker, era un momento en que Utzon estaba m¨¢s all¨¢ del bien y del mal. El premio le debi¨® haber llegado 20 a?os antes. El respeto que yo sent¨ªa por Utzon no hizo nunca que yo creyera que era el Pritzker el que establec¨ªa las jerarqu¨ªas. Yo sab¨ªa ya qui¨¦n era y no sent¨ª que me hab¨ªa adelantado.
?Le cambi¨® a usted la vida ese premio? No. Sabiendo lo que significa, lo mejor de que te den el premio es que nunca m¨¢s vas a alimentar fantas¨ªas porque ya est¨¢n saciadas.
Su estudio ha sido escuela de algunos de los mejores arquitectos espa?oles de hoy. ?C¨®mo les ha transmitido una voz propia? Me halaga ver que gente que ha pasado por el estudio lo hace bien. Da mucha satisfacci¨®n ver que lo que t¨² has sentido por la arquitectura est¨¢ ah¨ª. Esta profesi¨®n todav¨ªa tiene bastante de bottega de artista. Una escuela bien organizada puede dar una buena educaci¨®n intelectual. Pero en el aprendizaje de la t¨¦cnica de proyectar, la proximidad cuenta. Yo aprend¨ª mucho de la proximidad de Oiza, con el que trabaj¨¦ dos a?os. Recuerdo haber abandonado todo inter¨¦s por la escuela y poner todos mis afanes en trabajar con ¨¦l. No hice mucho por tener un curr¨ªculo brillant¨ªsimo. Me daba cuenta de que la arquitectura era otra cosa. El problema hoy es que hay t¨¦cnicas de dise?o que est¨¢n apartadas de las t¨¦cnicas de construcci¨®n del edificio.
Tiene dos hijas arquitectas. ?C¨®mo les ha transmitido la profesi¨®n? Creo que han aprendido por simpat¨ªa. Pero como al final mi estudio tampoco se ha estructurado para sobrevivirse, creo que es mejor que ellas hagan su vida profesional con independencia. Tengo mucha confianza en lo que vayan a hacer, pero me parece que es mejor que no se consideren ligadas a lo que yo he hecho. Es natural que vean mi trabajo con el cari?o de quien ha visto a su padre luchar por esas obras. Pero tambi¨¦n que no se sientan ideol¨®gica o est¨¦ticamente ligadas a ello.
?Qu¨¦ hac¨ªa su padre? Le gustaba la literatura, pero era ingeniero industrial. Lo estudi¨® porque su madre era viuda. Ella ten¨ªa una tienda de telas en Tudela. Hab¨ªa sacado adelante a su hijo y ten¨ªa amigos en Bilbao. De modo que lo envi¨® all¨ª a estudiar.
?Por qu¨¦ decidi¨® ser arquitecto? Yo era un estudiante inquieto. Creo que la iniciaci¨®n a la vida intelectual nace ligada a las publicaciones. Hab¨ªamos hecho una revista en el colegio. Luego otra en Tudela en el a?o 53. Yo tambi¨¦n hab¨ªa pintado. Pens¨¦ estudiar filosof¨ªa y letras y mi padre me pregunt¨® que por qu¨¦ no estudiaba arquitectura. Decid¨ª probar. Vine a vivir a Madrid, ingres¨¦ r¨¢pido en la escuela, en dos a?os, cuando la gente tardaba ocho de media de ingreso por los ex¨¢menes de c¨¢lculo. Luego, cuando Oiza necesitaba un ayudante, mir¨® entre sus ex¨¢menes, vio que lo hab¨ªa hecho bien y me dio trabajo. Eso cambi¨® mi vida.
?Su padre lo vio arquitecto? Muri¨® el a?o 82. Ya hab¨ªa hecho Bankinter, la ampliaci¨®n de la plaza de toros de Pamplona, el Ayuntamiento de Logro?o? La ¨²ltima foto que tengo con ¨¦l es en septiembre de ese a?o en Logro?o.
?C¨®mo era su madre? Una persona de una inteligencia natural y una habilidadmanual muy grande. Mi padre era amante de la vida y amigo de disfrutar. Ella, m¨¢s introvertida. Era hija de un magistrado. Se hab¨ªa casado con mi padre en 1935. Pensaban venir a Madrid, estall¨® la guerra y ya se quedaron en Tudela, que qued¨® dentro del bando azul. Tras la guerra, mi padre todav¨ªa hizo oposiciones a ingeniero ge¨®grafo para venir a Madrid, pero ya con tres hijos?
?Por qu¨¦ era tan importante ir a Madrid? Bueno? mi abuelo hab¨ªa sido magistrado en el Supremo y entonces el movimiento natural era hacia Madrid.
Describe a su padre como amante de la vida. ?Se considera tambi¨¦n as¨ª? S¨ª, s¨ª. No s¨¦ si tan espont¨¢neamente como mi padre, pero s¨ª. Creo que en casi todo lo que la humanidad valora hay razones para que as¨ª sea. Puedo disfrutar de muchas cosas. Y la curiosidad intelectual la he tenido siempre.
?Por qu¨¦ le ha interesado hacer vino? Vengo de un pueblo que ha visto su transformaci¨®n de agr¨ªcola a industrial y de servicios. El campo ha estado siempre muy pr¨®ximo. Y siempre en mi familia ha habido un poco de tierra. Empec¨¦ a valorar el vino en Logro?o. Y la idea de fundar una bodega, La Mejorada, la empezamos hace diez a?os. Compramos la bodega y comenzamos a restaurarla. Me gustar¨ªa mucho hacer un buen vino.
Es curioso que tenga ese empe?o con el vino cuando al hablar de vivienda cuenta que, existiendo casas que est¨¢n bien, para qu¨¦ va a hacer usted una m¨¢s. Pues s¨ª. Tienes mucha raz¨®n. Pero La Mejorada es un proyecto de resta?ar un campo muy deteriorado. Al llegar all¨ª se entiende el tir¨®n que tiene para nosotros.
Cuando piensa en un proyecto ?qu¨¦ recuerda?, ?una idea, una soluci¨®n, un lugar, un momento personal? Tiene que ver bastante con momentos de la vida. Lo que pasa es que al final muchas cosas que le han pasado a uno le pod¨ªa haber dado miedo pensar que pod¨ªan pasar. Pero tambi¨¦n las deseaba vivamente.
?Por ejemplo? En Estados Unidos me encontr¨¦ dise?ando en el primer lugar donde trabaj¨® Jorge Guill¨¦n cuando toda la familia Guill¨¦n hab¨ªa sido m¨¢s que generosa con nosotros. Luego me encontr¨¦ ocupando un cargo que hab¨ªa ocupado Sert y realizando la Fundaci¨®n Mir¨®, que ¨¦l hab¨ªa construido en Barcelona, en Palma. Me toc¨® hacer el Museo de Estocolmo, que me recuerda el viaje que hice despu¨¦s de estar con Utzon para conocer la obra de Asplund. De repente todo cuadra y pienso que he tenido mucha suerte. Siempre he pensado que con lo que estaba haciendo ten¨ªa suficiente para expresar lo que ten¨ªa que expresar. No me quedo con la sensaci¨®n de haberme quedado sin hacer? Hay que estar atentos a que el sentimiento de omnipotencia no se haga due?o de uno. En la medida en que la carrera de arquitectura es tener las oportunidades de que la sociedad te permita decir lo que quieres, creo que he podido decir lo que he querido decir. Lo he pasado muy bien.
?Cu¨¢ntos sacrificios ha tenido que hacer para pasarlo tan bien? Seguramente muchos. Me gustar¨ªa que mi familia no pudiera reprocharme que no los he atendido bien. Pero tambi¨¦n ellos me han acompa?ado en una cosa que a m¨ª me parece que ha sido interesante. Hemos compartido las cosas buenas que nos ha dado la profesi¨®n. Uno conoce mejor que nadie d¨®nde se queda corto. En ese sentido me gustar¨ªa haber hecho m¨¢s, no ya delante de los dem¨¢s, sino delante de m¨ª mismo.
Ha sido arquitecto del Prado, del Thyssen y de la catedral de Los ?ngeles. ?Qu¨¦ es peor como cliente: un ministro de Cultura, una baronesa o un cardenal? El cardenal de Los ?ngeles ten¨ªa todas las virtudes y defectos de la clase directiva americana. La catedral fue dif¨ªcil por el ejercicio de autoridad de un cardenal que se gobernaba con dureza en el sentido de que no permit¨ªa intrusiones en lo que consideraba su territorio: los santos o la condici¨®n figurativa del arte. Habr¨ªa querido que Agnes Martin o Joel Shapiro estuvieran all¨ª. Pero ¨¦l no quer¨ªa que los feligreses m¨¢s modestos se sorprendieran. Con todo, la dificultad de la catedral no fue lidiar con el cardenal. Fue valorar lo que es la arquitectura religiosa hoy.
?Es usted creyente? Soy un cat¨®lico no practicante. En este momento no ser¨ªa capaz de decir que soy creyente. Pero tengo respeto. Veo valores en lo que ha sido la organizaci¨®n de la Iglesia y la contribuci¨®n del cristianismo en la historia. Habiendo sido educado en un catolicismo ortodoxo, habiendo abandonado la pr¨¢ctica, ?c¨®mo iba yo a hacerme cargo de la construcci¨®n de la iglesia? Ese fue siempre mi temor y trat¨¦ de poner a disposici¨®n del proyecto todo mi conocimiento.
?Siempre lo ha hecho as¨ª? No veo ning¨²n proyecto al que no haya dedicado la misma intensidad. S¨¦ que hay algunos que tienen m¨¢s inter¨¦s que otros. Puedo reconocer los m¨¢s problem¨¢ticos, pero no he abandonado ninguno.
?Un arquitecto no se jubila nunca? Soy bien consciente de que muy pocos arquitectos han acabado haciendo la obra con la misma entereza al final de su vida. El d¨ªa que no haga con gusto lo que hago, lo que corresponder¨¢ ser¨¢ dejarlo. Pero si todav¨ªa puedo decir lo que pienso sobre un proyecto, disfruto con mi trabajo.
Decoro y vocaci¨®n de profesor
Rafael Moneo Vall¨¦s naci¨® en Tudela (Navarra) el 9 de mayo de 1937. Su padre, ingeniero industrial y amante de la literatura, fue quien le pregunt¨® si no le gustar¨ªa ser arquitecto. Se gradu¨®
en 1961 en la ETS de Arquitectura de Madrid. (En la foto, con 16 a?os).
Vivi¨® dos a?os en Roma para estudiar becado en la Academia de Espa?a de la ciudad. Una estancia que influy¨® en su trabajo posterior. Desde 1973 cre¨® su propio despacho y toda su vida profesional ha compaginado la labor pedag¨®gica con sus obras por todo el mundo.
A lo largo de su trayectoria reconoce que lo que m¨¢s ha pesado ha sido el decoro entendido como respeto. En 1996 recibi¨® el Premio Pritzker de Arquitectura, un prestigioso galard¨®n que se otorga a aquellos arquitectos que "han contribuido con sus proyectos al enriquecimiento de la humanidad".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.