La tapadera de Wall Street
Cuando se produjo la crisis financiera, muchas personas -yo incluido- la consideramos una ocasi¨®n de la que pod¨ªamos aprender. Sobre todo, esper¨¢bamos que la crisis recordase a todo el mundo por qu¨¦ los bancos tienen que estar eficazmente regulados. Qu¨¦ ingenuos fuimos. Deber¨ªamos habernos dado cuenta de que el Partido Republicano actual est¨¢ entregado en cuerpo y alma al eslogan reaganiano de que el Gobierno siempre es el problema, nunca la soluci¨®n. Y, por tanto, deber¨ªamos habernos dado cuenta de que, cuando los leales al partido se enfrentasen a hechos que no encajasen con el eslogan, modificar¨ªan los hechos. Eso me lleva a la fallida comisi¨®n para la crisis.
La Comisi¨®n de Investigaci¨®n sobre la Crisis Financiera bipartidista se cre¨® por ley para "analizar las causas, nacionales y mundiales de la actual crisis financiera y econ¨®mica en EE UU". Se esperaba que fuese una versi¨®n moderna de la investigaci¨®n P¨¦cora de los a?os treinta, que document¨® los abusos de Wall Street y contribuy¨® a allanar el camino para la reforma financiera. En su lugar, la comisi¨®n se ha dividido seg¨²n las distintas tendencias partidistas y ha sido incapaz de ponerse de acuerdo siquiera sobre los puntos m¨¢s b¨¢sicos.
El Partido Republicano absuelve a los bancos y echa toda la culpa a los pol¨ªticos entrometidos
Y no es que la historia de la crisis sea especialmente dif¨ªcil de entender. Primero, se produjo una burbuja inmobiliaria generalizada, en EE UU, en Irlanda, Espa?a y otros pa¨ªses. Esta burbuja se hinch¨® por culpa del cr¨¦dito irresponsable, que fue posible gracias a la liberalizaci¨®n bancaria y por no haber extendido la regulaci¨®n a los "bancos en la sombra", a los que no afectaban las normas tradicionales pero que, no obstante, estaban involucrados en actividades bancarias y generaban riesgos similares a los de los bancos.
Luego la burbuja estall¨®, con consecuencias tremendamente perjudiciales. Result¨® que Wall Street hab¨ªa creado una red de interconexiones que nadie comprend¨ªa, de modo que la quiebra de Lehman Brothers, un banco de inversi¨®n de tama?o mediano, pod¨ªa amenazar con hundir todo el sistema financiero mundial. Es una historia sencilla, pero una historia que los miembros republicanos de la comisi¨®n no quieren que se cuente. Literalmente.
La semana pasada, seg¨²n informa Shahien Nasiripour de The Huffington Post, los cuatro republicanos de la comisi¨®n votaron a favor de excluir del informe las expresiones "liberalizaci¨®n", "banca en la sombra", "interconexi¨®n" y, s¨ª, "Wall Street". Cuando los dem¨®cratas se negaron a secundar que se contase la historia de Hamlet sin el pr¨ªncipe, los republicanos siguieron adelante y emitieron su propio informe que, por supuesto, evitaba emplear cualquiera de las expresiones prohibidas.
Ese informe no tiene m¨¢s que nueve p¨¢ginas, con pocos hechos y apenas ninguna cifra. Cuenta una historia que ha sido amplia y repetidamente desacreditada (sin responder en absoluto a quienes la han desacreditado). En el mundo seg¨²n los comisarios del Partido Republicano, todo es culpa de los ingenuos idealistas del Gobierno, quienes emplearon diversas artima?as -especialmente Fannie Mae y Freddie Mac, los organismos de garant¨ªa crediticia apadrinados por el Gobierno- para fomentar la concesi¨®n de pr¨¦stamos a prestatarios con pocos ingresos. Wall Street, es decir, el sector privado, solo se equivoc¨® en la medida en que lo embaucaron para que contribuyese a esta burbuja creada por el Gobierno. Resulta dif¨ªcil exagerar lo desatinado de todo esto. Para empezar, como ya he se?alado, la burbuja inmobiliaria fue internacional (y Fannie y Freddie no se dedicaban a garantizar hipotecas en Letonia). Tampoco garantizaban pr¨¦stamos en el mercado inmobiliario comercial, que tambi¨¦n experiment¨® una gran burbuja.
La sucesi¨®n de acontecimientos demuestra que a los agentes privados no les embaucaron para que contribuyesen a una burbuja creada por el Gobierno. Fue al contrario. Durante los a?os de mayor inflaci¨®n inmobiliaria, Fannie y Freddie se vieron obligados a mantenerse al margen; solo se involucraron en pr¨¦stamos dudosos al final, cuando intentaron recuperar cuota de mercado.
Pero los comisarios del Partido Republicano se limitan a hacer su trabajo, que consiste en defender la narrativa conservadora. Y una narrativa que absuelve a los bancos de haber hecho algo malo, que les echa toda la culpa a los pol¨ªticos entrometidos, es especialmente importante ahora que los republicanos est¨¢n a punto de controlar la C¨¢mara. La semana pasada, Spencer Bachus, el presidente entrante republicano del Comit¨¦ de Servicios Financieros, declar¨® a The Birmingham News que "en Washington opinan que los bancos deben estar regulados, pero mi opini¨®n es que Washington y los reguladores est¨¢n ah¨ª para servir a los bancos". Despu¨¦s trat¨® de desdecirse pero no cabe duda de que ¨¦l y sus compa?eros har¨¢n todo lo posible para impedir una regulaci¨®n eficaz de los responsables de la pesadilla econ¨®mica de los ¨²ltimos a?os. As¨ª que necesitan una historia que sirva de tapadera y que afirme que todo fue culpa del Gobierno.
Al final, quienes confi¨¢bamos en que la crisis brindase una ocasi¨®n para aprender est¨¢bamos en lo cierto, pero no en el sentido esperado. Lo que hemos aprendido es lo que pasa cuando una ideolog¨ªa respaldada por una enorme riqueza y un poder inmenso se enfrenta a hechos molestos. Y la respuesta es que los hechos pierden.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa 2008. ?New York Times News Service. Traducci¨®n de News Clips.
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