El CSIC patrocin¨® trabajos racistas para reafirmar la inferioridad de los negros
Los estudios marcaron el discurso oficial franquista y determinaron la actuaci¨®n colonial de Espa?a en ?frica en los a?os cuarenta y posteriores
"La materia prima que m¨¢s interesa en nuestros territorios es el hombre. ?Qu¨¦ es capaz de hacer este hombre negro, de ojos m¨¢s negros que su piel, grandes pero inexpresivos; de nariz corta y ancha, de boca amplia? ?Qu¨¦ capacidad som¨¢tica y ps¨ªquica alcanza a desarrollar? (...) ?Qu¨¦ trabajo es capaz de desarrollar? La soluci¨®n a todos estos problemas la consideramos absolutamente necesaria, si queremos colonizar racionalmente nuestros territorios. De otra parte cabe preguntar: ?es posible en ?frica una colonizaci¨®n espiritual o solamente hay posibilidad real de una colonizaci¨®n material?". As¨ª comenzaba el libro Capacidad mental del negro, escrito en Guinea Ecuatorial por los doctores Vicente Beato y Ram¨®n Villarino, publicado por la Direcci¨®n General de Marruecos y Colonias, en el a?o 1944 y reeditado por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) una d¨¦cada despu¨¦s.
"Las enfermedades tropicales afectan al individuo. Su psique sufre", dice un libro
Los autores escriben: "La menor capacidad no solo se debe a una tara patol¨®gica"
"El brazo del hombre de color es sustantivo para los fines colonizadores"
Una doctora espa?ola combat¨ªa en los cuarenta estas tesis por racistas
El CSIC estaba liderado por hombre cercanos a Carrero Blanco
"Era una instituci¨®n franquista y aplic¨® aquel discurso", dice un cient¨ªfico
Los m¨¦dicos pugnaban por lograr un servicio de puericultura en las colonias espa?olas de Fernando Poo y R¨ªo Muni, en el coraz¨®n de ?frica, donde estuvieron destinados varios a?os. Si Villarino hab¨ªa pertenecido al Servicio Sanitario Colonial, Beato llegar¨ªa a dirigir el dispensario infantil de Santa Isabel, tras haber sido pensionado por la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios en las maternidades alemanas de Kiel y Freiburg. Tal vez por ello no les resultara extra?o el trabajo desarrollado all¨ª mismo por un m¨¦dico alem¨¢n, el doctor Kramer, pionero de los estudios psicol¨®gicos sobre los hombres de color y que fue enviado all¨ª por el Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial, un buen d¨ªa desapareci¨® s¨²bitamente con su equipo de tierras africanas. Beato se inspir¨® en las tareas de sus colegas alemanes para aplicar los m¨¦todos Bidet-Bobertag y el de Yerkes, "para determinar la edad y el "coeficiente" mental, aplicados al negro", como rezaba el subt¨ªtulo de su publicaci¨®n.
La tesis de los doctores espa?oles era sencilla: las enfermedades tropicales, desde la tripanosomiasis, la temible enfermedad del sue?o, al paludismo, e incluso la lepra, han dejado tales estigmas en el hombre negro que su inteligencia se ha resentido.
"Es la premunici¨®n de Sergent", escriben en su libro, "que confiere al individuo un estado cr¨®nico durante el cual puede llevar el germen de la infecci¨®n, sin que ¨¦l mismo sufra los brotes de la reinfecci¨®n... pero este germen toma definitivamente su asiento (...) e intoxica constante y lentamente todos los humores org¨¢nicos con los productos de su catabolismo (...). Como resultado final de este ataque permanente sobreviene, cuando no la muerte, la destrucci¨®n som¨¢tica y ps¨ªquica del individuo y, a la larga, de la raza".
El colof¨®n de este pr¨®logo se mostraba as¨ª: "Sin ¨¦l [hombre negro], no ser¨ªa posible la explotaci¨®n de este continente salvaje y pre?ado de riquezas. (...) Su brazo es sustantivo para el logro de los fines colonizadores en los tiempos presentes". Para rematar, los doctores espa?oles a?ad¨ªan: "Hemos se?alado c¨®mo las enfermedades tropicales agotan totalmente al individuo desde su nacimiento y c¨®mo con ello sufre su psiquismo. No queremos indicar con esto que toda la inferioridad de las cualidades ps¨ªquicas del negro sea debida a la tara patol¨®gica". Y contin¨²an: "Estimamos que gran parte de ella es consecuencia de un fen¨®meno natural. Es indudable que una sanidad bien llevada mejorar¨ªa la raza tambi¨¦n en dicho sentido".
Cabr¨¢ aducir, por parte de algunos, que el estado de las investigaciones psicol¨®gicas en aquellos a?os no daba para mucho m¨¢s y que los paradigmas cient¨ªficos eran a la saz¨®n tales como Beato y Villarino los expusieron en su libro. "Pero eso no es as¨ª", precisa el psic¨®logo e historiador de la Ciencia Javier Bandr¨¦s de la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense quien, junto con su colega Rafael Llavona, acaba de desvelar en su revista cient¨ªfica Psycolog¨ªa Latina de noviembre, un estudio sobre el libro de Beato y Villarino. "Ya entonces, en plenos a?os 40 del siglo XX, una doctora espa?ola destacada en Guinea Ecuatorial, Ave Mar¨ªa Vilacoro, que curiosamente tambi¨¦n hab¨ªa estudiado en Alemania, combat¨ªa con denuedo aquellas concepciones por considerarlas netamente racistas", explica Bandr¨¦s.
Pero m¨¢s grave a¨²n que la melod¨ªa de aquel infausto libro fue que diez a?os despu¨¦s, en los albores del fin del aislamiento internacional del franquismo tras el pacto con Estados Unidos previo al fin de la autarqu¨ªa, el libro de Beato y Villarino fue reeditado por el CSIC. El supremo ¨®rgano de la ciencia y del pensamiento de Espa?a estaba regentado por hombres pr¨®ximos al Opus Dei, cercanos a su vez al almirante Luis Carrero Blanco, el hombre m¨¢s pr¨®ximo a Francisco Franco, jefe del Estado. Carrero llev¨® siempre los asuntos africanos en general y guineanos en particular como cuestiones propias. Tanto era as¨ª que, antes y simult¨¢neamente a la reedici¨®n del libro, el general D¨ªez de Villegas, pr¨®ximo al almirante y director del Instituto de Estudios Africanos del CSIC, cargo agregado al de responsable de la administraci¨®n colonial espa?ola en ?frica, encomend¨® a Ricardo Ibarrola una serie de "estudios cient¨ªficos" en Guinea Ecuatorial. Ibarrola era director del Instituto Nacional de Psicotecnia y ejerc¨ªa como or¨¢culo del r¨¦gimen de Franco en lo concerniente a la psicolog¨ªa. Seg¨²n explica Javier Bandr¨¦s, "su misi¨®n consist¨ªa en demostrar que dada la probada inferioridad de los africanos, resultaba superflua la homologaci¨®n del sistema educativo peninsular en la colonia y se justificaba la aplicaci¨®n de criterios que consideraban a los ind¨ªgenas como meros braceros, habida cuenta de su manifiesta deficiencia intelectual".
Sin embargo, las tesis de Ibarrola y de sus mentores hallaron un abierto rechazo por parte de responsables del Ministerio de Educaci¨®n Nacional destacados en la isla de Fernando Poo y en el territorio continental de R¨ªo Muni, que ve¨ªan en aquellos trabajos la coartada oficial perfecta para desproveerles de su funci¨®n como ense?antes en la colonia.
Nada m¨¢s llegar a la cartera de Educaci¨®n Nacional el ministro Joaqu¨ªn Ruiz Jim¨¦nez, Ibarrola fue sustituido por Jos¨¦ Germain al frente del INP, de donde a su vez hab¨ªa sido desplazado por ¨¦ste al culminar la Guerra Civil, durante la cual Germain se hab¨ªa refugiado en Francia, sin combatir en bando alguno. Su rival combati¨® en el bando de Franco.
No obstante, de los "estudios cient¨ªficos sobre el negro" de Ibarrrola obtuvo el almirante Carrero Blanco los mimbres para el discurso colonial oficial, que permaneci¨® vigente, bien que contestado por el de apariencia descolonizadora preconizado por Fernando Mar¨ªa Castiella desde Asuntos Exteriores, hasta el fin de la colonia, en 1968; eso s¨ª, todo blindado por la Ley de Secretos Oficiales que, como una impenetrable losa, sepult¨® en el silencio durante d¨¦cadas todo lo concerniente a la atribulada colonia espa?ola.
Ricardo Campos, historiador de la Ciencia del CSIC se?ala: "La historia de la medicina y de la psiquiatr¨ªa a lo largo del siglo XIX est¨¢ impregnada de retazos de pensamientos racistas. Ah¨ª cabe insertar el discurso colonial espa?ol respecto a ?frica. Posteriormente, en el siglo XX, los fascismos elevaron ese discurso a pol¨ªtica de Estado. Por eso en los cuarenta y siguientes el CSIC, que era una instituci¨®n evidentemente franquista, aplic¨® aquel discurso".
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