Patria y paciencia
Positivo y pragm¨¢tico, Artur Mas, a la tercera va la vencida, ha hecho de su larga espera virtud. Gracias a estos siete a?os se ve ahora mejor preparado para asumir la presidencia de la Generalitat. "No siento que regreso; siento que llego", ha dicho marcando, una vez m¨¢s, distancia con los Gobiernos de Pujol de los noventa, de los que ¨¦l formaba parte. Mas no es el mismo, el pa¨ªs tampoco, pero a la hora de la verdad la tradici¨®n de ambig¨¹edad y prudencia caracter¨ªstica del universo convergente ha vuelto a resplandecer. El nuevo presidente ha dicho compartir la aspiraci¨®n a la plenitud institucional de Catalu?a, pero al mismo tiempo ha advertido que no es "ni un resistente ni un liberador, sino un constructor de la naci¨®n catalana". Y que esta no es una tarea para impacientes. Esta es el secreto del ¨¦xito del nacionalismo convergente: apunta lejos, pero se mueve cerca.
Artur Mas ven¨ªa insistiendo en un Gobierno de los mejores que trascendiera las fronteras del partido. Pero, en la pr¨¢ctica, la mayor¨ªa de las carteras clave ha vuelto a manos de veteranos consellers del presidente Pujol. Y Mas ha dado el paso que Pujol nunca hubiera osado dar. Aprovechando la debilidad del PSC, ha invitado a un militante socialista a su Gobierno: Ferran Mascarell, de reconocida competencia, que lleva veinticinco a?os pensando y dirigiendo pol¨ªticas culturales para la izquierda. Artur Mas, con este gesto, busca probablemente dar satisfacci¨®n a los ciento veinte mil votantes socialistas que optaron por ¨¦l. Y, al mismo tiempo, el n¨²cleo duro del PSC ha opuesto escasa resistencia a este cambio de filas porque le permite sembrar la sospecha sobre las intenciones del sector catalanista de su partido. Estas operaciones de apertura siempre llevan una alta carga de riesgo. Cuando las cosas empezaron a torcerse, los ministros de apertura de Sarkozy fueron cayendo uno a uno.
La solemnidad de la toma de posici¨®n, en que tanto el presidente saliente, Montilla, como el entrante, Mas, hicieron hincapi¨¦ en la continuidad de un pueblo milenario, no impidi¨® que el principio de realidad irrumpiera desde el mismo estrado. La presidenta del Parlamento catal¨¢n, N¨²ria de Gispert, como es preceptivo, invit¨® a Artur Mas a prometer su cargo, en cumplimiento de un real decreto, firmado, por supuesto, por el rey Juan Carlos y por el presidente Zapatero. Artur Mas tiene raz¨®n: hay objetivos que requieren mucha paciencia.
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