"Hay muchos escondidos en el desierto, no me extra?ar¨¢ si llegan m¨¢s pateras"
Dos saharauis llegados en patera a Canarias explican los motivos de su viaje
Hamad y Abdal¨¢ est¨¢n escondidos. El martes pasado, a las cuatro de la ma?ana, salieron de la playa de las Negritas, al norte del muelle de El Aai¨²n, con rumbo a Fuerteventura junto a una veintena de compatriotas saharauis y una decena de marroqu¨ªes . Al d¨ªa siguiente, cuando los turistas apenas empezaban la sobremesa, su peque?a z¨®diac de 10 metros de eslora y 40 caballos de motor arribaba en Playa Blanca -muy cerca de la capital de Fuerteventura, Puerto del Rosario-. Los dem¨¢s fueron detenidos y conducidos al Centro de Internamiento de Extranjeros de la isla. Hamad y Abdal¨¢ echaron a correr y se escondieron en la monta?a. A¨²n no han decidido si se entregan a las autoridades y piden asilo pol¨ªtico como sus compa?eros . "Nos da miedo que nos devuelvan a Marruecos", dice Hamad, de 27 a?os, los mismos que su amigo Abdal¨¢. "No podemos regresar. Salimos porque no hab¨ªa alternativa. Todos los saharauis que vinimos en la patera est¨¢bamos en el campamento de Agdaym Izik [que lleg¨® a reunir a m¨¢s de 20.000 personas, convirti¨¦ndose en la mayor protesta en demanda de derechos en el S¨¢hara desde 1975]. La polic¨ªa nos est¨¢ buscando. Hay uno con una herida de bala en un pie que camina mal y otro con una mano fracturada. [Son] v¨ªctimas de la represi¨®n marroqu¨ª".
"No podemos regresar, salimos porque no hab¨ªa otra alternativa"
"La polic¨ªa nos est¨¢ buscando. Hay un compa?ero herido de bala", dice Hamad
Hamad habla espa?ol. Abdal¨¢ solo ¨¢rabe, por lo que en la conversaci¨®n es necesario un int¨¦rprete. Cada uno pag¨® 600 euros para viajar a Espa?a. Abdal¨¢ ha pasado toda su vida en El Aai¨²n en casa de la familia de Hamad. Ninguno de los dos pudo volver all¨ª despu¨¦s del violento desalojo del campamento por parte de las autoridades marroqu¨ªes el pasado 8 de noviembre. "La polic¨ªa entra en las casas dando una patada en la puerta. Se llevan a la gente a la c¨¢rcel y all¨ª te pueden hacer cualquier cosa. Ya han encerrado a m¨¢s de 300, y en muy malas condiciones. Hay much¨ªsima gente escondida que no puede volver a El Aai¨²n y que quiere salir de all¨ª como sea. Ni siquiera sus familias saben donde est¨¢n. La situaci¨®n en estos momentos es dram¨¢tica. No me extra?ar¨ªa que llegaran m¨¢s pateras".
Los dos hab¨ªan participado activamente en el campamento. Abdal¨¢ hac¨ªa labores de mantenimiento y limpieza. Hamad formaba parte del equipo "de orden p¨²blico". "?ramos los que control¨¢bamos a todos lo que entraban y sal¨ªan de all¨ª, y hac¨ªamos los cacheos, como la polic¨ªa y la aduana", explica. Tras la entrada de los militares marroqu¨ªes, huyeron juntos al desierto con otros dos amigos y se escondieron en una jaima en Edchera durante casi dos meses, tomando leche de cabra y lo que hallaban por all¨ª.
"Un chaval al que conoc¨ªan mis amigos se pas¨® por all¨ª para ofrecernos viajar a Espa?a", cuenta Hamad. "El primer d¨ªa que intentamos bajar a la playa nos encontramos con un control y nos dimos la vuelta, pero tras algunos intentos pudimos llegar. All¨ª nos juntamos con los dem¨¢s y nos subimos a la z¨®diac. El viaje fue bastante tranquilo", a?ade. Los dem¨¢s eran una veintena de saharauis y entre ocho y 10 marroqu¨ªes, seg¨²n su relato. La polic¨ªa asegura que todos los que viajaban en la patera y han sido detenidos, 22 adultos y seis menores, dijeron ser del S¨¢hara.
Tanto Hamad como Abdal¨¢ sostienen que est¨¢n en Espa?a porque Marruecos no les ha dejado alternativa. Solo acceden a salir de espaldas en la foto y piden que no aparezcan sus apellidos porque temen represalias hacia sus familiares por parte de las fuerzas del orden marroqu¨ªes. "No queremos de ninguna forma ponerlos en peligro", dice Hamad. "En realidad ni siquiera quer¨ªamos marcharnos de nuestra tierra. Queremos un S¨¢hara libre y luchar por ¨¦l, pero Marruecos no nos va a dejar en paz. En vez de derechos, solo nos da palizas. Quieren terminar con los saharauis y que tengamos tanto miedo que no se vuelva a montar otro campamento como ese", a?ade.
Hamad tiene un hermano que vive en Lanzarote. Lleg¨® en 2006 con la anterior oleada de pateras del S¨¢hara tras la represi¨®n que sigui¨® a la intifada de 2005, y fue de los pocos en conseguir el estatuto de refugiado pol¨ªtico. Casi todas las peticiones, unas 200, se admitieron a tr¨¢mite, pero fueron muy pocos los casos en los que finalmente se concedi¨® el asilo. Uno de los hermanos de Abdal¨¢ tambi¨¦n vive en Espa?a, en Bilbao, y el joven conf¨ªa en poder reunirse con ¨¦l en alg¨²n momento. No tienen claro a¨²n si acudir¨¢n a la polic¨ªa para pedir el asilo. "Tenemos que pensarlo bien, porque realmente tenemos miedo de volver a Marruecos", concluye.
Internamiento temporal
La juez se desplaz¨® ayer al Centro de Internamiento de Extranjeros de El Matorral y decret¨® auto de internamiento -por un m¨¢ximo de 60 d¨ªas- para las 22 personas que viajaban con Hamad y con Abdal¨¢ y s¨ª fueron detenidas, seg¨²n explica uno de los letrados de oficio asignados.
Todos manifestaron a la juez su voluntad de pedir asilo pol¨ªtico, lo que har¨¢n formalmente el martes, seg¨²n un portavoz de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado.
Su solicitud debe estar bien detallada y pormenorizada para que pueda llegar a ser admitida a tr¨¢mite.
En la patera viajaban tambi¨¦n seis menores no acompa?ados, seg¨²n determinaron las pruebas oseom¨¦tricas. En estos casos, la comunidad aut¨®noma tiene que hacerse cargo de ellos y trasladarlos a un centro. As¨ª se hizo. Los menores se repartieron en dos lugares: Playa Blanca y Hondura.
El viernes, cuatro de ellos fueron trasladados a Las Palmas de Gran Canaria, donde residir¨¢n por el momento en un centro de menores. Otros dos se encuentran ahora en paradero desconocido, escondidos en alg¨²n lugar de Fuerteventura, donde al parecer desean quedarse, seg¨²n fuentes policiales.
A la isla canaria van llegando cada vez m¨¢s familiares de los inmigrantes saharauis. Lkoria se desplaz¨® el viernes desde Las Palmas de Gran Canaria muy nerviosa para visitar a su ¨²nico hijo, de 24 a?os, al que espera poder ver ma?ana.
Con ella se encuentra el hermano de otro de los internos del centro, que vive en Las Palmas y se enter¨® apenas hace dos d¨ªas de que su familiar formaba parte de la expedici¨®n de la patera. Con un t¨¦ en la mano, ellos tampoco dejan de hablar un instante de la complicada situaci¨®n en El Aai¨²n y de las dificultades que han atravesado sus parientes y amigos.
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