Sud¨¢n del Sur clama por la independencia
El territorio, de mayor¨ªa cristiana, vota hoy un refer¨¦ndum para nacer como el 54 Estado africano - El l¨ªder secesionista Salva Kiir advierte al Norte que la convivencia pac¨ªfica es la ¨²nica alternativa
Con el ¨¢nimo disparado hasta el nerviosismo y la seriedad de quien sabe que est¨¢ viviendo un momento trascendente, los sudaneses del sur se preparan para su cita con la historia. Desde las ocho de la ma?ana de hoy, unos cuatro millones de personas acudir¨¢n a los colegios electorales para poner su huella dactilar en unas papeletas dise?adas para la ocasi¨®n con dos c¨ªrculos, el del s¨ª y el del no.
La previsi¨®n en las encuestas y en las conversaciones de calle es que un 99,9% votar¨¢ por el s¨ª, es decir, por la secesi¨®n del Norte. De ser as¨ª, el mapa de ?frica cambiar¨¢ y pasar¨¢ a tener un pa¨ªs m¨¢s, el n¨²mero 54: Sud¨¢n del Sur. Su bandera, negra, roja, verde y azul, con una estrella amarilla y un escudo en el que se lee justicia, igualdad y libertad. El camino no ha sido ni es f¨¢cil. Ayer hubo una decena de muertos en enfrentamientos entre grupos pol¨ªticos rivales y el l¨ªder secesionista, Salva Kiir, tuvo que salir al paso de los malos augurios del presidente sudan¨¦s, Omar al-Bashir, sobre el futuro de Sud¨¢n del Sur. Al-Bashir sostuvo que la formaci¨®n de un nuevo Estado no deber¨ªa precipitarse porque ser¨¢ muy inestable. Kiir le respondi¨® que el proceso no se detendr¨¢ y que el Norte tiene que hacerse a la idea de que la ¨²nica alternativa es la convivencia pac¨ªfica.
La consulta aspira a acabar con 20 a?os de guerra con el Norte musulm¨¢n
Organizar un refer¨¦ndum en un lugar pobre hasta la saciedad y poco acostumbrado a dirigir su propio destino ha sido un reto que alcanza cotas de milagro y que, como no pod¨ªa ser de otra manera, ha acabado resultando en un carajal bastante comprensible, sobre todo en Juba. La capital se ha visto desbordada con la llegada de periodistas, canales de televisi¨®n, observadores internacionales, diplom¨¢ticos, pacificadores y personalidades como el senador John Kerry o el actor George Clooney. El exceso de celo en la seguridad ha hecho que las calles se llenen de gente corriendo de un lado para otro en busca de su acreditaci¨®n para grabar en la calle, o en colas interminables de periodistas bajo un calor de infarto pidiendo un sello del Ministerio de Informaci¨®n para poder trabajar.
Pese a esos inconvenientes, el entusiasmo de los sudaneses por la consulta es contagioso. "No nos iremos a comer hasta que todos los periodistas obtengan su acreditaci¨®n y puedan contar lo que vamos a hacer ma?ana", dice uno de los encargados del papeleo.
En Juba no hay sitio para nadie m¨¢s. Los hoteles, much¨ªsimos y con los precios disparados para la hist¨®rica ocasi¨®n, est¨¢n hasta arriba. La raz¨®n de que existan tantos en Juba resulta parad¨®jica. La ciudad ha hecho del conflicto con el norte su raz¨®n de ser. Desde 2005, fecha del final de la segunda Guerra Civil, son tantos los organismos oficiales que se han citado aqu¨ª para dise?ar un futuro en paz para el pa¨ªs, que Juba se ha adaptado a la situaci¨®n haciendo de su problema el sustento de su econom¨ªa.
En el mercado, James Agwa Cham, un veterano de esa guerra (1983-2005) luce con orgullo una tarjeta que le acredita como observador del refer¨¦ndum. Enfundado en un traje de rayas imposible, el hombre cuenta sus batallas con el orgullo del guerrero que reclama parte del ¨¦xito de este refer¨¦ndum. Tiene 46 a?os pero los surcos de la cara y los ojos enrojecidos le dan 20 m¨¢s: "Luch¨¢bamos con Kalashnikov, con los G3 y con unos rifles de repetici¨®n que disparaban cinco balas. ?bamos a la selva y mat¨¢bamos hombres. No me arrepiento. Me acuerdo de los que mat¨¦. Lo hice por mi pa¨ªs y para ser libre. Y ese momento ha llegado".
Norte y sur llevan 20 a?os resolviendo sus diferencias con la guerra desde que el conjunto del pa¨ªs se independiz¨® de Reino Unido en 1956. La colonia siempre los trat¨® como dos regiones muy diferenciadas pero a finales de los cuarenta decidi¨® unirlos. El norte, donde los ingleses hab¨ªan dejado m¨¢s impronta, acab¨® imponi¨¦ndose al sur. Pasados unos a?os de la independencia, estall¨® la Guerra civil de Sud¨¢n que tras un par¨®n de una d¨¦cada, entre 1972 y 1983, fue retomada para continuar hasta 2005 y dejar un saldo de dos millones de muertos. Uno de los problemas ha sido la religi¨®n; los sudaneses del norte son musulmanes y los del sur, cristianos, aunque con una presencia considerable de religiones animistas. Esas diferencias aumentan cuando hay petr¨®leo de por medio. Los recursos est¨¢n en el sur (75%) pero las instalaciones para sacar partido de ¨¦l est¨¢n en el norte.
La separaci¨®n y las m¨¢s que posibles disputas por la gesti¨®n de esos recursos han hecho que la comunidad internacional haya temido una nueva guerra. Un programa llamado Satellite Sentinel Project, financiado por el actor George Clooney y con la colaboraci¨®n de Naciones Unidas y Google, vigilar¨¢ desde el espacio los movimientos de tropas y cualquier se?al de violencia.
Pero los ¨¢nimos no parecen ir por ah¨ª. El presidente Al-Bashir, acusado por la Corte Penal Internacional de ser un genocida en la regi¨®n de Darfur, al oeste de Sud¨¢n, ha dicho que acatar¨¢ la decisi¨®n del sur. El pa¨ªs entero no puede soportar otra guerra. La pobreza, sobre todo en el sur, es brutal: el 90% de sus nueve millones de habitantes vive con menos de un d¨®lar al d¨ªa, el 85% de la poblaci¨®n es analfabeta y el 33% sufre hambre cr¨®nica, seg¨²n la ONU.
Los enfrentamientos podr¨ªan darse esta vez entre algunas de las tribus que pueblan la frontera, algunas de las cuales conviven en territorios que no han decidido a¨²n a qu¨¦ lado de l¨ªnea quieren quedarse. Por ejemplo, la disputada regi¨®n central de Abyei no sabr¨¢ a qu¨¦ lado pertenece hasta bastante despu¨¦s. El refer¨¦ndum que ten¨ªa que celebrase en la misma fecha se ha pospuesto.
"Esa es mi preocupaci¨®n ahora", dice Piar, de 50 a?os, que debate en plena calle con sus compa?eros sentados todos en unas sillas de pl¨¢stico. "Hemos conseguido esto, pero qu¨¦ pa¨ªs es el que nos dejar¨¢n nuestros hermanos del norte. La comunidad internacional nos ha apoyado en esto, pero ?nos apoyar¨¢ para que reclamemos nuestras fronteras?". Est¨¢ claro que habr¨¢ un nuevo mapa de ?frica, pero nadie sabe a¨²n qui¨¦n y c¨®mo lo pintar¨¢.
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