Vascos escaldados
La sociedad vasca se comporta como un gato escaldado despu¨¦s de casi 40 a?os de ducha escocesa sobre el final de la violencia nacionalista: primero fue el desprecio de la amnist¨ªa de la transici¨®n (1977), luego el agotamiento de la v¨ªa de la reinserci¨®n abierta por la autoliquidaci¨®n de ETA pol¨ªtico-militar (los polimilis) en la ¨¦poca de la UCD (1981), m¨¢s tarde los sucesivos fracasos de los procesos de di¨¢logo con los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez (1989), Aznar (2000) y Rodr¨ªguez Zapatero (2006). En este ¨²ltimo, la opini¨®n p¨²blica se anticip¨® al atentado de la T-4, d¨¢ndolo por muerto meses antes y atribuy¨¦ndolo a la falta de voluntad de la izquierda abertzale ilegalizada de aceptar las reglas de nuestra democracia, y de ETA de poner fin a la violencia. De la misma manera, los ¨²ltimos datos nos indican que la mayor¨ªa sigue sin creerse que la izquierda abertzale ilegalizada tenga voluntad clara de aceptar las reglas democr¨¢ticas y, menos a¨²n, que ETA y su entramado est¨¦n predispuestos a poner fin a medio siglo de violencia. La sociedad vasca ha aprendido a fijarse m¨¢s en los hechos que en las buenas palabras. Sin embargo, la ret¨®rica y la propaganda desplegada en los ¨²ltimos meses han logrado mermar significativamente esta desconfianza, sobre todo en la sociolog¨ªa vinculada al nacionalismo. Y es que, desde hace d¨¦cadas, hay un clamor casi un¨¢nime de la ciudadan¨ªa vasca de que no hay justificaci¨®n ninguna para el recurso a la violencia en la promoci¨®n o defensa de objetivos pol¨ªticos, por lo que el mantenimiento de la estrategia violenta de ETA y su movimiento evidencia, cada vez m¨¢s, su car¨¢cter arbitrario y gratuito. Por eso, tres de cada cuatro ciudadanos vascos consideran insuficientes los movimientos de ETA y casi dos de cada tres los de la propia izquierda abertzale ilegalizada, a pesar de sus comunicados y manifiestos.
ETA y el movimiento que la apoya deben olvidarse de cobrar cualquier precio pol¨ªtico por el final
Una parte importante de esta sociedad sufre en la cr¨®nica espiral del silencio y siente que sigue viviendo en una especie de libertad condicional, que limita la expresi¨®n cotidiana de su pluralismo por efecto de la subcultura de la violencia, que penetra todas las estructuras sociales. Pero, a pesar de ello y por primera vez en las ¨²ltimas d¨¦cadas, la mayor¨ªa percibe un cambio evidente en el clima social y de convivencia, dispar¨¢ndose hasta m¨¢ximos hist¨®ricos el optimismo sobre la evoluci¨®n del problema de la violencia en el ¨²ltimo a?o. Adem¨¢s, hoy son m¨¢s los optimistas que los pesimistas sobre el final del terrorismo de ETA a corto o medio plazo, tras un claro cambio de tendencia en el ¨²ltimo semestre, no tanto por la predisposici¨®n de esta para poner punto final como por la percepci¨®n mayoritaria de su debilidad por efecto de las pol¨ªticas antiterroristas. Por eso, la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica da su apoyo a la posici¨®n de firmeza de los Gobiernos vasco y espa?ol de rechazar cualquier posibilidad de di¨¢logo sin un abandono efectivo de las armas y cualquier forma de violencia o intimidaci¨®n, reclamando, de forma casi un¨¢nime, una respuesta unitaria de las fuerzas democr¨¢ticas. La sociedad vasca sabe que los terroristas presos han sido, desde siempre, los rehenes y el bander¨ªn de enganche de la acci¨®n estrat¨¦gica de ETA, dando su respaldo mayoritario a la pol¨ªtica de acercamiento selectivo a las c¨¢rceles del Pa¨ªs Vasco o provincias lim¨ªtrofes de aquellos que muestren una clara voluntad de desenganche. Finalmente, ETA y el movimiento que la apoya deben olvidarse de cobrar cualquier precio pol¨ªtico por el final, exigido y no concedido, si tenemos en cuenta que la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica vasca se muestra muy poco predispuesta al perd¨®n sin matices y a la reinserci¨®n de los presos por delitos de terrorismo. Todo esto es as¨ª porque el conflicto vasco al que ellos apelan para autojustificar su trayectoria de destrucci¨®n y muerte es algo que pertenece al imaginario del nacionalismo m¨¢s radical y etnicista, pero que est¨¢ muy lejos de la textura identitaria y del pluralismo de la sociedad vasca.
Francisco J. Llera es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco y director del Euskobar¨®metro.
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