ETA: menos del m¨ªnimo
La banda terrorista sigue exigiendo un precio pol¨ªtico por un impreciso cese de la violencia
Menos de lo pedido por Batasuna y much¨ªsimo menos de lo esperado por la mayor¨ªa de los ciudadanos. El comunicado de ETA se aproxima m¨¢s a lo de siempre, cese condicionado a una negociaci¨®n pol¨ªtica, que a lo que (con buena voluntad) podr¨ªa deducirse de algunos pronunciamientos de dirigentes como Otegi. Contra lo que este hab¨ªa insinuado y la izquierda abertzale pedido, el alto el fuego no es incondicional y el comunicado no incluye indicios que permitan suponer que lo consideran un paso hacia el abandono definitivo de las armas.
Todo lo contrario: son los terroristas los que se consideran acreedores y exigen que se les conceda aquello por lo que han matado; mientras ello no suceda, ETA "no cejar¨¢ en su esfuerzo y lucha por impulsar y llevar a t¨¦rmino el proceso democr¨¢tico hasta alcanzar una verdadera situaci¨®n democr¨¢tica". Lo que llaman proceso democr¨¢tico consiste en un cambio del marco pol¨ªtico para que se admitan sus principales reivindicaciones: autodeterminaci¨®n y Navarra. El comunicado queda, por tanto, por debajo de lo que el consenso entre los partidos democr¨¢ticos consideraba el m¨ªnimo para tomarlo en serio como aval para la vuelta a la legalidad de Batasuna.
Esto sit¨²a la pelota en el campo de la izquierda abertzale. Si opta por cerrar los ojos e interpretar el comunicado como prueba de su capacidad para convencer a ETA y de su apuesta por la pol¨ªtica, alejar¨ªa la retirada definitiva y, con ello, su propia salida; alternativamente, ganar¨ªa credibilidad si, como el PNV, renunciara p¨²blicamente a participar en una negociaci¨®n tutelada por ETA y admitiera que no ser¨ªa democr¨¢tico que la mayor¨ªa tuviera que asumir el programa de la minor¨ªa para que ETA no volviera a matar.
Ese ser¨ªa el m¨ªnimo exigible. Por razones de principio, pero tambi¨¦n pr¨¢cticas: a estas alturas, una negociaci¨®n como la pretendida por ETA es imposible. Ning¨²n Gobierno se arriesgar¨ªa a iniciar ese camino tras la experiencia acumulada, una de cuyas conclusiones es que resulta m¨¢s f¨¢cil que ETA desaparezca por decisi¨®n propia que como resultado de una negociaci¨®n. La banda se disolver¨¢ cuando sus jefes lleguen a la conclusi¨®n de que les conviene m¨¢s que seguir; y nadie est¨¢ mejor situado para convencerles de ello que Batasuna.
La sentencia del Tribunal de Estrasburgo parte de la consideraci¨®n de Batasuna como "instrumento de la estrategia terrorista". Eso no significa que todos sus miembros lo sean a la vez de ETA, pero s¨ª que ha sido la actuaci¨®n de ese partido lo que ha permitido a la banda dar un sentido pol¨ªtico al terrorismo. De ah¨ª que para recobrar la legalidad Batasuna est¨¦ obligada no solo a condenar eventuales atentados futuros sino a renunciar a cooperar en los intentos de la jefatura etarra de rentabilizar sus asesinatos mediante la negociaci¨®n.
Pero no ser¨ªa realista ignorar que en Batasuna ha habido una evoluci¨®n (motivada por su propio inter¨¦s) que ha abierto una brecha en su relaci¨®n con ETA. La banda ha tardado 10 meses en responder al primer emplazamiento en favor de una tregua cre¨ªble, lo que indica que seguramente ha habido un pulso interno sobre su alcance. Finalmente ha sido corto, pero ser¨ªa absurdo lamentar que ETA se haya visto obligada a oficializar un alto el fuego. En 1996 hubo m¨¢s de 1.000 actos de violencia callejera; en 2010 ha habido 74. La decadencia de ETA es demasiado visible y el principal objetivo deber¨ªa ser evitar que vuelvan a encontrarle un sentido pol¨ªtico a las bombas. La brecha abierta es el resultado de una pol¨ªtica antiterrorista que pasa por la eficacia policial y la resistencia del Gobierno a ceder a los requerimientos para que rebajara su nivel de exigencia con vistas a la legalizaci¨®n. Hay motivos por tanto para felicitarse, y tambi¨¦n para mantener esa pol¨ªtica.
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