Quiero mi zanahoria
El a?o 2011 naci¨® entre par¨¦ntesis, condenado de antemano al llanto y al crujir de dientes, prolongada cuarentena, annus horribilis desbandado y sin norte del que ya nada se espera personalmente exaltante como dijera Celaya, solo lamerse las heridas y limitar los da?os, salvar los muebles y abandonar los sue?os. Ajo y agua que dir¨ªa un castizo, a joderse y aguantarse, ¨¢spera receta, amarga p¨®cima. Viv¨ªa nuestro mundo, civilizado y ordenado, sometido a la vieja terapia del palo y la zanahoria, y ahora nos dicen que no hay zanahorias para todos. Vorac¨ªsimos roedores, insaciables alima?as, se han comido todas las cosechas y han hipotecado las de los a?os venideros.
Tiempos excepcionales como estos necesitan pol¨ªticos excepcionales que adopten medidas de excepci¨®n. Para limitar los da?os de la contaminaci¨®n galopante que azota la ciudad, nuestro car¨ªsimo alcalde, un pol¨ªtico a la medida de los tiempos, de estos tiempos infames, recurri¨® a una vieja artima?a, cambiar la ubicaci¨®n de las estaciones de medici¨®n, no hay m¨¢s contaminaci¨®n que la que cuantifican los medidores y, aunque no es lo mismo medir en Cibeles que en el Retiro, en Legazpi que en la Casa de Campo, lo que cuenta son los resultados, unas cifras maquilladas para que no nos saquen los colores los organismos supranacionales encargados de velar por la pureza del aire.
La Comunidad ofrece incentivos a los m¨¦dicos para que reduzcan el n¨²mero de bajas
El aire enrarecido que respiramos cuadra con el enrarecimiento generalizado de la atm¨®sfera pol¨ªtica y econ¨®mica que respiramos. Las part¨ªculas en suspensi¨®n PM2,5 que emiten mayoritariamente los motores di¨¦sel han disparado los ingresos hospitalarios en los servicios de urgencias de Madrid, la situaci¨®n es alarmante pero no preocupante porque, seg¨²n los nuevos c¨®mputos de las renovadas estaciones, resulta que la contaminaci¨®n ha disminuido en un 20%, flaco consuelo para los afectados, sobre todo ancianos y ni?os, que desembarcan en los hospitales. Para el resto de la poblaci¨®n, la Comunidad de Madrid ha vuelto a poner en marcha un mecanismo infalible: ofrecer incentivos a los m¨¦dicos de atenci¨®n primaria para que reduzcan el n¨²mero de bajas. No es nada, hombre, una aspirina y al tajo o a la cola del paro, que no est¨¢n los tiempos para andarse con tiquismiquis y perendengues.
Los motores di¨¦sel, que nos vendieron con la falsa promesa de que eran m¨¢s limpios, contaminan seis veces m¨¢s que los de gasolina. Ten¨ªan que vendernos la burra y nadie vende su burra poni¨¦ndole pegas y exponiendo sus lacras. Expertos en la fabricaci¨®n de coartadas, nuestros gobernantes municipales y auton¨®micos no tardar¨¢n en encontrar nuevos chivos expiatorios para cubrirse las espaldas. Los fumadores arrojados a las tinieblas exteriores cubrir¨ªan estupendamente la papeleta, sus mef¨ªticas emanaciones callejeras incrementar¨¢n los niveles de toxicidad atmosf¨¦rica. Algo habr¨¢ que hacer con los ancianos, con los ni?os y, por supuesto, con los fumadores, para que no sigan, unos saturando las urgencias y los otros enturbiando la atm¨®sfera. Tal vez un toque de queda que les mantenga a buen recaudo, fuera de los horarios escolares o laborales, o mejor todav¨ªa, un estado de excepci¨®n permanente que permita militarizar Madrid. El personal se mostr¨® la mar de comprensivo cuando se militariz¨® a los controladores, se hab¨ªa llegado a una situaci¨®n cr¨ªtica y a grandes males, malos remedios.
En un Madrid militarizado y con toque de queda, habr¨ªa menos contaminaci¨®n y menos ruido, menos alcoholismo y m¨¢s seguridad en las calles, menos protestas callejeras, menos accidentes de tr¨¢fico y m¨¢s higiene p¨²blica. Pero no hay que exagerar, tal vez deber¨ªan abrir la mano las noches de los viernes para dejar abierta una v¨ªa de escape. Y para asegurar el cumplimiento de la ley marcial y de paso reducir las cifras del paro, nada como la creaci¨®n de un grupo de vigilantes que cobrar¨ªan a tanto la pieza, un porcentaje de cada denuncia.
Para cubrir las primeras plazas se puede recurrir a los delatores habilitados por la ley antitabaco que hasta ahora ejercen de forma altruista. Eso s¨ª, que les den una gorra de plato a cada uno, pues no hay nada como una gorra de plato para conferir autoridad a los semovientes que ostentar¨ªan el grado de cabos interinos.
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