Ben Ali despliega el Ej¨¦rcito en T¨²nez
El presidente destituye al ministro del Interior, promete liberar a los detenidos, impone el toque de queda en la capital y asegura que se investigar¨¢ la corrupci¨®n
La inquietud es m¨¢xima sobre lo que pueda suceder en estos d¨ªas cr¨ªticos para el futuro de T¨²nez, un pa¨ªs que en los ¨²ltimos 53 a?os solo ha conocido dos presidentes y que hac¨ªa gala de una estabilidad social poco frecuente entre los reg¨ªmenes autoritarios del norte de ?frica. Pero el que est¨¢ al mando, Zine el Abidine Ben Ali, no ha podido hasta la fecha poner coto a las manifestaciones y protestas espont¨¢neas, acompa?adas en ocasiones de vandalismo, saqueos y pillaje, que salpican T¨²nez de norte a sur y de este a oeste, la revuelta m¨¢s grave en d¨¦cadas. Para sorpresa may¨²scula de los tunecinos, el Ej¨¦rcito se despleg¨® ayer en la capital y en Sfax -segunda ciudad del pa¨ªs, ubicada en el este- y el Gobierno orden¨® el toque de queda entre las ocho de la tarde y las seis de la ma?ana en la capital y sus suburbios.
Otros cinco civiles fallecen en enfrentamientos con la polic¨ªa
Las Fuerzas Armadas gozan de prestigio indudable en el pa¨ªs
Ben Ali, que asumi¨® el poder el 7 de noviembre de 1987 en un golpe de Estado incruento, se esfuerza desesperadamente por atajar los espasmos que sufre T¨²nez desde que a mediados de diciembre estallara la protesta, despu¨¦s de que un licenciado que vend¨ªa verduras fuera abofeteado por un polic¨ªa, se le retirara el permiso para vender su mercanc¨ªa y decidiera quemarse vivo frente a un edificio oficial de Sidi Bouziz, en el centro del pa¨ªs.
Las subidas de precios de art¨ªculos de primera necesidad en los ¨²ltimos a?os, el enorme desempleo en el olvidado interior agr¨ªcola del pa¨ªs, el paro que aqueja a decenas de miles de licenciados, la corrupci¨®n rampante y la ausencia de libertad de expresi¨®n son los ingredientes de un alzamiento popular que Ben Ali no ha logrado atajar, aunque no falten expertos que aseguran que finalmente lo conseguir¨¢, aun a costa de salir debilitado del trance.
Con esa intenci¨®n, el presidente se enganch¨® ayer, al menos ret¨®ricamente, a algunas de las demandas de la oposici¨®n. Destituy¨® al ministro del Interior, Rafik Belhaj Kacem, y nombr¨® al tecn¨®crata Ahmed Friaa en su lugar, anunci¨® la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la corrupci¨®n, y prometi¨® la liberaci¨®n de todos los detenidos en las protestas desatadas a mediados de diciembre. Hasta ahora muchos eran tildados de terroristas.
Son medidas -como la promesa de crear 300.000 empleos antes de dos a?os- que se antojan propias de un dirigente que da bandazos, sometido a una creciente presi¨®n popular en un pa¨ªs en el que el goteo de sangre no se detiene. Ayer muri¨® en Thala (oeste) un hombre sordo de 23 a?os por un disparo en el est¨®mago. Otros cuatro civiles fallecieron en Douz, en el sur, en enfrentamientos con la polic¨ªa, y las denuncias de v¨ªctimas mortales en Tozeur y en la misma T¨²nez se prodigan en p¨¢ginas web y redes sociales. Aunque el Gobierno admite el fallecimiento de al menos 23 personas, numerosas organizaciones hablan de m¨¢s de 50 muertos, de francotiradores que han matado a civiles, y de lacayos del partido en el poder que se dedican a sabotear manifestaciones para culpar a los j¨®venes de la violencia desatada.
Los tunecinos menores de 30 a?os no daban cr¨¦dito a un hecho que no hab¨ªan visto nunca hasta ayer: militares desplegados proteg¨ªan la sede de la televisi¨®n y vigilaban la arbolada avenida de Habib Burghiba en el coraz¨®n de la capital, donde gran parte de los comercios y caf¨¦s ten¨ªan echado el cierre, como suced¨ªa en otras calles c¨¦ntricas. Pero, parad¨®jicamente, la presencia de los veh¨ªculos militares y de soldados, fusil en mano, ha tra¨ªdo cierta tranquilidad a muchos de los 10,5 millones de tunecinos. "Estamos contentos con el despliegue. La polic¨ªa trata a la gente como perros", comentaba un joven escogido al azar.
La sorprendente decisi¨®n tiene visos de ser una apuesta inteligente del presidente porque las Fuerzas Armadas, en un pa¨ªs donde el servicio en filas es obligatorio para los hombres y voluntario para las mujeres, gozan de prestigio indudable. Toda persona consultada alababa su labor. Aunque ahora que se ha declarado el toque de queda indefinido habr¨¢ que aguardar para comprobar la acogida de una poblaci¨®n soliviantada.
Quienes no otorgan credibilidad alguna a los anuncios de Ben Ali son los jefes de dos de los tres partidos de oposici¨®n legalizados, que coincidieron en se?alar a este diario que la decisi¨®n de Ben Ali llega "demasiado tarde". No dan cr¨¦dito a la comisi¨®n que investigar¨ªa la corrupci¨®n, desbocada en el entorno familiar del mandatario, seg¨²n opini¨®n un¨¢nime de todo lugare?o. En realidad, desconf¨ªan de que el presidente pueda encabezar reformas de ning¨²n tipo. Ahmed Brahim, secretario general de Ettadjid, uno de estos dos grupos, apunt¨®: "Exigimos garant¨ªas de transparencia, que la oposici¨®n y organizaciones independientes participen en esa comisi¨®n sobre la corrupci¨®n, pero tambi¨¦n debe convocarse una conferencia sobre la reforma pol¨ªtica para superar la crisis. La gente quiere un cambio radical en la forma de gobierno".
Las escuelas y universidades clausuradas, los comercios a medio gas, el toque de queda en la capital, la falta de informaci¨®n fidedigna sobre lo que sucede en los c¨ªrculos del poder civil y militar alimentan una coyuntura ca¨®tica que da pie a un sinf¨ªn de rumores, a cual m¨¢s trascendental. Se extienden a velocidad de v¨¦rtigo. Nadie confirma, sin embargo, que hubiera un fallido golpe de Estado el martes por la noche o que familiares del presidente hayan escapado a Canad¨¢ y Dub¨¢i.
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