Una revuelta sin l¨ªderes
Los partidos opositores est¨¢n aislados y los islamistas son ajenos a la protesta
La primera Intifada brot¨® en Gaza en 1987 despu¨¦s de un accidente de tr¨¢fico, muy sospechoso a ojos de los palestinos, provocado por un veh¨ªculo militar israel¨ª. En Jordania, son los forofos de un equipo de f¨²tbol alineado con las tribus aut¨®ctonas quienes gritan contra la reina Rania, precisamente por su origen palestino. Y en T¨²nez, el suicidio a lo bonzo de un desesperado, el 17 de diciembre, prendi¨® la mecha. En las autocracias ¨¢rabes apenas existen canales para encauzar reivindicaciones sociales y atenuar la amargura de gran parte de sus habitantes. Y las revueltas fermentan. Lenta pero ineludiblemente. Y suelen sorprender por su espontaneidad, y a veces brusquedad, al m¨¢s pintado. Es lo que ha sucedido en T¨²nez, donde los partidos de oposici¨®n se ven forzados a pelear sin que pueda escucharse su voz.
Las movilizaciones contra el r¨¦gimen sorprenden por su espontaneidad
El Foro Democr¨¢tico por el Trabajo y las Libertades (FDTL), el Partido Democr¨¢tico Popular y Ettajdid son los tres partidos opositores legalizados. Legalizados, pero despreciados por el poder. En los medios de comunicaci¨®n, afectos al r¨¦gimen, est¨¢n ausentes incluso en estas semanas decisivas para el porvenir tunecino. Son partidos de centro-izquierda, alguno, como el FDTL, asociado a la Internacional Socialista. Si un d¨ªa decidieran hacer un llamamiento al desacato, lo tendr¨ªan m¨¢s bien complicado. "Estos partidos no aparecen en los medios de comunicaci¨®n y sufren graves problemas incluso para distribuir sus diarios. Por supuesto carecen de ayudas financieras del Gobierno, ni se benefician de la publicidad oficial. Incluso se secuestran ediciones enteras cuando abordan asuntos conflictivos", afirma Neji Bghouri, presidente del Sindicato de Periodistas, uno de los colectivos m¨¢s perseguidos en estas fechas.
Ni las manifestaciones responden a un plan orquestado desde el extranjero, como afirm¨® el presidente Zine el Abidine Ben Ali, ni est¨¢n vinculadas a movimiento terrorista alguno -en 2002, el atentado contra la sinagoga de Yerba, donde reside una comunidad jud¨ªa que no se esconde ante sus vecinos, fue el ¨²ltimo ataque rese?able en un pa¨ªs que apenas ha padecido ataques terroristas-, ni a organizaciones isl¨¢micas. La herencia del presidente Habib Burghiba, defenestrado hace m¨¢s de 23 a?os por el actual l¨ªder, es palpable en las calles. El sistema educativo fomenta el laicismo y Ben Ali ha seguido los pasos de su predecesor. "?Los islamistas? Eso no est¨¢ presente en absoluto en esta revuelta", precisa Askri, un joven licenciado que gana unos m¨ªseros 130 euros al mes de salario trabajando catorce horas por jornada.
Ben Ali toler¨® durante unos pocos a?os al partido islamista En Nahda (Renacimiento), que aboga por la democracia y que es, seguramente, el m¨¢s moderado de su g¨¦nero en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Pero en 1991 fue ilegalizado. Y en 1992 el director del peri¨®dico Al Fajr, Hamadi Jebali, fue condenado a 16 a?os de prisi¨®n por "agresi¨®n para intentar cambiar la naturaleza del Estado". Rashid Ghannouchi, l¨ªder de An Nahda, reside exiliado en Londres. Ejemplo de ese legado del laicismo es Rahma, una joven periodista que se confiesa creyente. Sobre la cabeza, el velo. Pero en el cerebro, una idea asimilada en sus a?os de escuela, como casi todo tunecino. "El pueblo de T¨²nez es muy progresista. En el colegio nos ense?an que la religi¨®n y la pol¨ªtica deben estar separados". Y Rahma est¨¢ de acuerdo.
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