Obama recobra la iniciativa pol¨ªtica con su discurso en Tucson
El presidente apela al civismo y a superar el extremismo partidista
El pa¨ªs ten¨ªa necesidad de consuelo y el presidente acudi¨® en su rescate al epicentro de una tragedia que promete alterar el escenario pol¨ªtico en Estados Unidos. Barack Obama no solo vino a Arizona para unirse al dolor de las v¨ªctimas del tiroteo, lo que hizo de la forma m¨¢s convincente. El presidente cruz¨® el pa¨ªs desde el nevado Washington hasta la soleada Arizona para convocar a todos los norteamericanos al civismo, al debate mesurado y pac¨ªfico de las ideas. Arrinconados quedaban los republicanos en su extremismo. Obama reasum¨ªa plenamente la iniciativa pol¨ªtica.
"En un momento en que nuestro discurso se ha polarizado bruscamente -cuando insistimos en arrojar la culpa de los males del mundo a los pies de todos aquellos que piensan de manera diferente a nosotros- es muy importante que nos detengamos un momento y nos cercioremos de que nos hablamos de una forma que cura, y no de una forma que hiere", proclam¨® Obama en la mejor versi¨®n de sus conocidas dotes para la ret¨®rica.
Obama insufl¨® alivio y esperanza. "Sus palabras curan", dijo un asistente
El presidente obr¨® el milagro de transformar la sangre en esperanza en un momento que definir¨¢ su presidencia. Obama levant¨® de sus sillas a las m¨¢s de 14.000 personas que hab¨ªan esperado m¨¢s de ocho horas para acceder al recinto cerrado del McKale Center. Otras 13.000 personas fueron reconducidas al adyacente estadio de f¨²tbol -la noche del desierto se torn¨® muy fr¨ªa- debido a la falta de espacio en McKale. Millones m¨¢s vieron el discurso por televisi¨®n y se sintieron reconfortados, como ya empiezan a demostrar las encuestas, por haberse reencontrado con el presidente que siempre hab¨ªan so?ado.
La necesidad de consuelo y la entrega del p¨²blico eran tales que en ocasiones el ambiente se volvi¨® festivo, como si los presentes quisieran olvidar la raz¨®n por la que all¨ª se encontraban: la muerte de seis personas -entre ellas una ni?a de nueve a?os-, la bala que ha atravesado la cabeza de una congresista y las graves heridas -f¨ªsicas y psicol¨®gicas- que sufren otros 14 ciudadanos por los actos irracionales de un joven de 22 a?os, Jared Lee Loughner, armado con una poderos¨ªsima arma de fuego. "Sonre¨ªr en la adversidad solo nos hace mejores y m¨¢s fuertes, no es ning¨²n pecado", dec¨ªa Delores Combs, una mujer que consolaba a su marido -aunque impasible y sereno- acarici¨¢ndole la espalda mientras ella no paraba de llorar entre una media sonrisa. "Sus palabras curan", dec¨ªa Combs refiri¨¦ndose al discurso del presidente.
Hubo grandes momentos en el discurso de Obama, quiz¨¢ el mejor de su presidencia. Momentos de esos que los historiadores presidenciales anotar¨¢n para la posteridad y sobre los que algunos ya han apuntado similitudes con las palabras curativas de Martin Luther King. "Lo que de ninguna manera podemos hacer es usar esta tragedia como una ocasi¨®n m¨¢s para volvernos unos contra otros", reclam¨® Obama. "Usemos esta ocasi¨®n para extender nuestra imaginaci¨®n moral, para escuchar al otro con atenci¨®n, para agudizar nuestros instintos de empat¨ªa y recordarnos a nosotros mismos todas las maneras posibles en las que se enlazan nuestros sue?os y esperanzas".
El presidente de todos los norteamericanos pidi¨® algo que parec¨ªa imposible, pero convenci¨® de manera un¨¢nime, a juzgar por los aplausos de unos presentes necesitados de gu¨ªa."Si esta tragedia genera reflexi¨®n y debate, como deber¨ªa suceder, debemos asegurarnos de que est¨¢n a la altura de aquellos a los que hemos perdido. Vamos a asegurarnos de que no entramos de nuevo en el t¨ªpico h¨¢bito de la pol¨ªtica de ganar puntos y de la mezquindad que siempre acaba disemin¨¢ndose en el ciclo de vida de las noticias".
El mandatario dedic¨® unas palabras cargadas de esperanza a Gabrielle Giffords, la congresista herida, a la que visit¨® por la ma?ana. "Gabby abri¨® los ojos", revel¨® Obama. "Ella sabe que estamos aqu¨ª, que la queremos y que la estaremos apoyando en lo que ser¨¢ sin duda un camino dif¨ªcil".
El presidente llam¨® a construir una Am¨¦rica que est¨¦ a la altura de Christina Greene, la ni?a de nueve a?os que naci¨® en la tragedia del 11-S para acabar muriendo bajo las balas de otro ataque fan¨¢tico. "Quiero estar a la altura de sus expectativas", dijo Obama, con su voz apagada por los aplausos y el auditorio en pie en v¨ªtores. "Quiero que nuestra democracia sea tan buena como Christina la imagin¨®". Los ojos de Christina miraban como los de un ni?o, "sin la oscuridad del cinismo o la virulencia que los adultos aceptamos como normal en tantas ocasiones". As¨ª sea.
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