Relaciones internacionales sostenibles
Un periodista le pregunt¨® hace mucho tiempo a Mahatma Gandhi qu¨¦ pensaba sobre la civilizaci¨®n occidental: "Que ser¨ªa una muy buena idea", contest¨® Gandhi. Su respuesta conten¨ªa en realidad dos mensajes diferentes, uno valorativo y el otro f¨¢ctico. La perspectiva de la existencia de una civilizaci¨®n occidental era algo atractivo e inspirador; pero la materializaci¨®n de algo parecido a un "estado de civilizaci¨®n" en Occidente estaba muy lejos todav¨ªa de poder alcanzarse, seg¨²n Gandhi.
Si a cualquiera de nosotros nos preguntaran qu¨¦ pensamos no sobre la civilizaci¨®n occidental, sino sobre el mundo de relaciones internacionales que hoy d¨ªa se abre ante nuestros ojos, seguro que podr¨ªamos estar tentados de responder de forma muy parecida a como lo hizo Gandhi: estar¨ªa bien tenerlo, pero estamos muy lejos de conseguirlo. ?En qu¨¦ deber¨ªa consistir por tanto ese mundo, esa comunidad global de ciudadanos, a la que tendr¨ªamos que aspirar? ?C¨®mo podr¨ªamos conceptualizarla si, por ejemplo, quisi¨¦ramos otorgarla un papel de "gu¨ªa ideal" que orientara el despliegue de nuestra acci¨®n pol¨ªtica en el mundo? Ahora que Trinidad Jim¨¦nez ha sido nombrada ministra de Asuntos Exteriores y Cooperaci¨®n del Gobierno de Espa?a, creemos que es un buen momento para volver a plantear este tipo de cuestiones. Y m¨¢s que asignar "tareas" para la nueva ministra, lo que pensamos que falta es una idea, o ideal, que sirva de gu¨ªa y de leitmotiv de la acci¨®n exterior de nuestro pa¨ªs.
Apostamos por un ideal que ponga el acento en la no dominaci¨®n m¨¢s que en la no interferencia
Al menos desde los Tratados de Westfalia y el final de las guerras religiosas en Europa, la imagen m¨¢s habitual del orden internacional ha sido m¨¢s bien algo l¨²gubre, en la que cada Estado miraba por sus propios intereses y en la que, en la medida en que las fronteras estatales eran respetadas, no se produc¨ªan interferencias entre unos y otros Estados. Este ideal de independencia como no interferencia ha permanecido bastante inalterado hasta la actualidad, a pesar de la emergencia de nuevas pautas de organizaci¨®n internacional, de resistencia ante el abuso de los derechos humanos y, sobre todo, del despliegue de la ayuda al desarrollo. Sobre la base de la emergencia de estas nuevas pautas, algunos han intentado reemplazar este ideal de independencia como no interferencia por una aspiraci¨®n moral en pro de una justicia global. Pero hay que reconocer que aunque esta idea ha prosperado entre fil¨®sofos, ha tenido bastante menos suerte entre los pol¨ªticos.
Nosotros pensamos, sin embargo, que es fundamental rellenar esta laguna que existe en el ¨¢mbito de las relaciones internacionales, apostando por un ideal que ponga el acento en la no do
-minaci¨®n de los ciudadanos del mundo, y no simplemente en la no interferencia. La gente, los ciudadanos, ser¨¢n dominados por otros si estos tienen el poder de entorpecer el desarrollo de su libertad, presion¨¢ndolos para que se dobleguen ante su voluntad. Y esa dominaci¨®n puede materializarse incluso -y este punto es fundamental- cuando en la pr¨¢ctica no se produzca ning¨²n tipo de interferencia: bastar¨¢ para que haya dominaci¨®n con que los ciudadanos, preventivamente, acomoden sus propios deseos a los de aquellos que podr¨ªan ejercer interferencia.
En este sentido, venimos trabajando durante alg¨²n tiempo en la cuesti¨®n de c¨®mo conceptualizar un ideal en el ¨¢mbito de las relaciones internacionales que gire en torno a la idea de que nadie deber¨ªa ser dominado por otro. En lo que sigue ofrecemos simplemente un primer esbozo de este nuevo concepto, que hemos denominado relaciones internacionales sostenibles, y que gira en torno a las siguientes 10 reflexiones:
1. Estados cooperativos: el ideal internacional de independencia como no dominaci¨®n solamente puede desplegarse por Estados cooperativos que tengan la voluntad de plantear sus relaciones con los dem¨¢s Estados en t¨¦rminos de igualdad. A esos Estados se les requiere que, como primer paso a la hora de alcanzar dicho ideal, adopten un papel efectivo de mantenedores de la paz y limiten a los Estados que rechacen esta constricci¨®n.
2. Estados eficaces: m¨¢s espec¨ªficamente, dicho ideal solamente puede ser avanzado por aquellos pa¨ªses que sean eficaces a la hora de proveer paz y prosperidad a sus propios ciudadanos. Se deber¨ªa requerir, como segundo paso, que esos pa¨ªses establezcan un sistema de ayuda al desarrollo. Dicha ayuda deber¨ªa estar destinada, en particular, a conseguir que los receptores se convirtieran tambi¨¦n en pa¨ªses eficaces, en el sentido en el que describimos ese concepto aqu¨ª.
3. Estados representativos: en tercer lugar, la tarea de alcanzar un ideal de no dominaci¨®n, solamente deber¨ªa recaer en aquellos Estados que representen a todos sus miembros: como m¨ªnimo, Estados que no violen los derechos humanos de sus ciudadanos. A estos pa¨ªses se les exigir¨ªa, como tercer paso, que adopten medidas razonables para que aquellos Estados que no respetan esta condici¨®n cambien sus pr¨¢cticas de no respeto de los derechos humanos.
4. Estos Estados cooperativos, eficaces y representativos deber¨ªan adoptar medidas que les permitieran disfrutar de independencia como no dominaci¨®n entre ellos y en relaci¨®n con otros actores internacionales: es decir, tambi¨¦n frente a corporaciones multinacionales, bancos, confesiones religiosas, etc¨¦tera. Esa independencia les permitir¨ªa disfrutar de un poder de resistencia frente a la dominaci¨®n militar, econ¨®mica, financiera o cultural que se pudiera ejercer desde fuera
5. Concretamente, deber¨ªan adoptar medidas que permitieran el establecimiento de un orden internacional formado por Estados no dominados, pero que a la vez no dominaran. Dicho orden deber¨ªa ser sostenible a trav¨¦s de las generaciones. Cuanto m¨¢s sostenible fuera dicho orden, m¨¢s perfecto ser¨ªa ese orden internacional basado en la no-dominaci¨®n.
6. En dicho orden internacional, cada Estado deber¨ªa desarrollar medidas autodefensivas, concretamente, medidas por las cuales los Estados m¨¢s d¨¦biles hicieran causa com¨²n frente a los actores m¨¢s fuertes.
7. Para el establecimiento de un orden internacional sostenible basado en la independencia como no-dominaci¨®n tambi¨¦n son necesarios la promoci¨®n y el desarrollo de instituciones internacionales que puedan establecer y ejecutar acuerdos en ¨¢reas como el control de los armamentos, el comercio, las finanzas, ¨¢reas todas ellas en las que la independencia de los Estados siempre est¨¢ en juego.
8. La necesidad de dichas instituciones se refuerza por el hecho de que existen varios "bienes p¨²blicos comunes" que no pueden ser promovidos por Estados de manera individual; nos referimos a la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la transformaci¨®n de nuestro modelo econ¨®mico, la salud p¨²blica, el crimen internacional, etc¨¦tera.
9. El problema reside en que dichas agencias internacionales podr¨ªan ser, a su vez, el origen de dominaci¨®n, ya que, a menudo, el abandono de dichas instituciones por parte de sus miembros no constituye una alternativa realista. Por tanto, otra medida que habr¨ªa que adoptar es que dichas instituciones internacionales fueran democr¨¢ticas y estuvieran sujetas a control pol¨ªtico.
10. Deber¨ªa ser posible evaluar hasta qu¨¦ punto el mundo en su conjunto, y los Estados que lo componen, se encaminan hacia este ideal de independencia sostenible que hemos trazado aqu¨ª. Proponemos, en este sentido, la creaci¨®n de un ?ndice de Relaciones Internacionales Sostenibles, que se publicar¨ªa anualmente y en el que se dar¨ªa cuenta de los progresos realizados.
Philip Pettit es profesor de la Universidad de Princeton y Antonio Estella es responsable del Departamento Internacional de la Fundaci¨®n Ideas. El informe al que hace referencia el texto ser¨¢ publicado por la Fundaci¨®n Ideas en el primer semestre de 2011.
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