Alexander Calder
Siempre es bueno volver sobre los grandes maestros del siglo XX, entre los que el estadounidense Alexander Calder (1898-1976) ocupa ciertamente un lugar, pero como logrado a hurtadillas. En cierta manera, le ocurri¨® algo parecido a Klee: que ninguno de los dos fueron lo suficientemente "graves". Grandes dibujantes, eran sutiles y ligeros en una ¨¦poca marcada por lo descomunal, pesante y estruendoso. De todas formas, cuando se piensa en lo aportado por la vanguardia hist¨®rica, es casi imposible prescindir de lo lineal. Cuando Calder se afinc¨® en Par¨ªs en 1926, Picasso andaba empe?ado en el "dibujo en el espacio", cuya versi¨®n tridimensional en hierro iba a revolucionar la escultura contempor¨¢nea. Le sigui¨® muy de cerca en ello Julio Gonz¨¢lez, pero, a su aire, tambi¨¦n lo hizo Calder, que, a partir de 1930, comienza a configurar sus m¨®viles, piezas met¨¢licas coloreadas que danzan en el espacio. Seg¨²n su propio testimonio, capt¨® esta posibilidad al visitar el taller de Mondrian al imaginar que sus formas planas volaban por la habitaci¨®n. Desde entonces y hasta su muerte, explor¨® y explot¨® las m¨²ltiples posibilidades de esta flotaci¨®n retr¨¢ctil de los cuerpos en el espacio.
Alexander Calder
Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez
General Casta?os, 3. Madrid
Hasta el 30 de enero
Uno de los m¨¦ritos de la exposici¨®n monogr¨¢fica que ahora se exhibe en la galer¨ªa de Elvira Gonz¨¢lez, con 18 piezas del artista, entre las cuales hay tres maravillosas joyas, es que compendia pr¨¢cticamente la tipolog¨ªa completa de Calder, lo que es como decir que asimismo representa todas sus etapas. El fant¨¢stico Portrait of Mr. Uhlan, aunque realizado en 1938, nos remite a sus alambicadas siluetas circenses con que se abri¨® paso en el Par¨ªs de la segunda mitad de la d¨¦cada de los veinte. Medio siglo de invenci¨®n, que Calder llev¨® a cabo sin salirse jam¨¢s del debate. Encaja con todo: con los constructivistas y con los surrealistas, pero, si se presta atenci¨®n a sus gouaches, les ves igualmente pr¨®ximo al expresionismo abstracto y al pop. La Fuente de mercurio, que solidariamente emplaz¨® en el Pabell¨®n Espa?ol de 1937 fue, por ejemplo, una de sus grandes ideas que iba dejando caer como si nada. Por eso, siempre puedes volver sobre Calder con gozoso provecho. Al fin, el don de la ligereza hace que todo sea m¨¢s perdurable.
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