?Y ahora qu¨¦?
Pese a la ca¨ªda del dictador, T¨²nez debe a¨²n superar numerosos obst¨¢culos para ser una democracia. El aparato de seguridad se va a resistir a ello
T¨²nez ha vivido lo que es probablemente la primera revoluci¨®n en un pa¨ªs ¨¢rabe sin ninguna intervenci¨®n exterior. El derrocamiento del dictador, el viernes, no deja, sin embargo, del todo expedito el camino hacia la democracia que los tunecinos anhelan. Quedan a¨²n muchos obst¨¢culos.
- El aparato de seguridad. El enorme aparato de seguridad, integrado por decenas de miles de polic¨ªas, jueces, funcionarios de prisiones o chivatos de barrio, puede a¨²n dar muchos sustos. El partido hegem¨®nico del ex presidente Ben Ali, el Reagrupamiento Constitucional Democr¨¢tico, tambi¨¦n se resistir¨¢. Es posible que ambos est¨¦n detr¨¢s de la violencia desatada ayer para crear el caos.
- Colaboradores de Ben Ali. Los ex colaboradores de Ben Al¨ª, empezando por el presidente interino, Fued Mebaza, y el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, no van a trabajar con entusiasmo para desmantelar el r¨¦gimen al que sirvieron. En breve se formar¨¢ un Gobierno de coalici¨®n del que deber¨ªan formar parte, junto con los viejos jerarcas, aut¨¦nticos dem¨®cratas. ?Contrarestar¨¢n la influencia de la vieja guardia que rodeaba al presidente depuesto?
- Debilidad de la oposici¨®n.
La oposici¨®n tunecina ha sido laminada por una represi¨®n despiadada. Llegar¨¢ al poder, a trav¨¦s del Gobierno de coalici¨®n, muy debilitada y sin apenas experiencia. No est¨¢ preparada para participar en unas elecciones democr¨¢ticas dentro de dos meses. Necesita m¨¢s tiempo y lo va a pedir.
- El ¨ªmpetu de la rebeli¨®n.
No todo son trabas. Pese a carecer de l¨ªderes, la revuelta popular ha mostrado una gran madurez. "Cuenta con el apoyo de las clases medias y de las ¨¦lites intelectuales", se?ala Pierre Vermeren, acad¨¦mico franc¨¦s y autor de varios libros sobre T¨²nez. "Soy optimista sobre su capacidad de seguir adelante", recalca.
- El papel del Ej¨¦rcito.
La neutralidad y, a veces, la complicidad del peque?o Ej¨¦rcito tunecino (35.000 hombres) ha permitido el triunfo de la revuelta. Ahora son los militares, y no los polic¨ªas desaparecidos de las calles, los que se oponen a los saqueos. Da la impresi¨®n de que, como en el Portugal de los a?os setenta, las Fuerzas Armadas van a acompa?ar la transici¨®n. Nunca han desempe?ado el poder ni han mostrado deseos de ejercerlo.
- El raquitismo de En Nahda.
Aunque, a principios de los noventa, constituyeron la principal fuerza de oposici¨®n los islamistas de En Nahda (Renacimiento) han sido diezmados por la represi¨®n. No han desempe?ado ning¨²n papel en la revoluci¨®n, seg¨²n reconoce su l¨ªder, Rachid Ghanuchi, que dice anhelar para su pa¨ªs una democracia de corte europeo. A diferencia de lo que sucedi¨® en Argelia en 1991 no van a dar ning¨²n pretexto a sus adversarios para que paren la democratizaci¨®n.
La sociedad de T¨²nez es la m¨¢s homog¨¦nea y avanzada del norte de ?frica. Pese al descontento econ¨®mico, que ha motivado la revuelta, goza tambi¨¦n del m¨¢s alto nivel de vida de la regi¨®n (si se except¨²a Libia cuya alta renta per c¨¢pita es achacable a los hidrocarburos). Su econom¨ªa es la m¨¢s abierta del Magreb. Sobre el papel posee las mejores condiciones para iniciar una transici¨®n democr¨¢tica.
- El papel de Europa.
La Uni¨®n Europea y Francia, la ex potencia colonial, no han movido un dedo en apoyo a la oposici¨®n tunecina, pero ahora s¨ª pueden ayudar a la transici¨®n. Podr¨ªan, por ejemplo, acelerar la negociaci¨®n para otorgar a T¨²nez el "estatuto avanzado". La UE le dar¨ªa as¨ª un trato privilegiado.
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