El Gobierno de T¨²nez se resquebraja
Cuatro ministros dimiten del nuevo Ejecutivo por la presencia de figuras del antiguo r¨¦gimen - El presidente y el primer ministro abandonan el partido de Ben Ali
Prometen amnist¨ªas, libertades civiles, elecciones libres, poner tras los barrotes a corruptos y represores del r¨¦gimen de Zine el Abidine Ben Ali. Si fuera necesario, el para¨ªso. Caen en saco roto. Pocos creen en el Gobierno de unidad nacional nombrado el lunes en T¨²nez. El primer ministro, Mohamed Ghanuchi, est¨¢ desbordado. Adopta decisiones trascendentales o traum¨¢ticas cada pocas horas, y permanece muy atento al latido de la calle. El rechazo popular al Gabinete -sabido que seis detestadas figuras del Reagrupamiento Constitucional Democr¨¢tico (RCD), el partido de Ben Ali, ostentan las carteras cruciales del Ejecutivo- forz¨® ayer a tres ministros sindicalistas a renunciar. Tambi¨¦n dimiti¨® Mustaf¨¢ Benjaafar, l¨ªder de uno de los partidos de oposici¨®n legales. La fragilidad del Gobierno es palmaria menos de 24 horas despu¨¦s de su constituci¨®n, por mucho que Ghanuchi y el presidente, Fuad Mebaza, hayan abandonado el RCD, en el que siempre militaron.
"Al¨ª Bab¨¢ se ha ido, ahora faltan los 40 ladrones", gritan los manifestantes
El Ej¨¦rcito es la ¨²nica instituci¨®n que mantiene por ahora al pa¨ªs de pie
Ya no se trata tanto, aunque tambi¨¦n, del odio que profesan la gran mayor¨ªa de los 11 millones de tunecinos al RCD como de la exigencia de que determinadas personalidades desaparezcan del escenario pol¨ªtico. No parece que la poblaci¨®n vaya a transigir con la presencia de Ridha Grira (ministro de Defensa), de Ahmed Fria (Interior) o de Kamel Morjane (Exteriores) en el Ejecutivo. "Al¨ª Bab¨¢ se ha ido, ahora deben marcharse los 40 ladrones", chillan los manifestantes en las protestas que, aunque mucho menos multitudinarias, se celebraron en la capital, en Kasrine, Monastir y otras ciudades.
No merece la pena hacer pron¨®sticos en esta tesitura tan sumamente vol¨¢til. Pero el pa?o caliente de la renuncia al RCD de Mebaza y de Ghanuchi -que el lunes confesaba que todav¨ªa conversaba con Ben Ali para informarle de la situaci¨®n- tampoco parece convincente. Al menos no para los tres miembros de la Uni¨®n General de Trabajadores de T¨²nez (UGTT) dimisionarios, que anoche aseguraban que no regresar¨ªan al Gobierno a pesar de la decisi¨®n del primer ministro y del presidente. Abid Briki, uno de los l¨ªderes del sindicato UGTT, subray¨®: "No seremos parte del Ejecutivo mientras est¨¦n ministros del anterior r¨¦gimen". Ghanuchi queda excluido "al recibir constitucionalmente el encargo de formar Gobierno". El Ejecutivo, no obstante, parece dispuesto a resistir. Y si no le dejan en la estacada, el Partido Democr¨¢tico Progresista y Ettajdid -dos partidos legalizados aunque despreciados y ninguneados por Ben Ali- tal vez sobreviva. Ettajdid exigi¨® que los dem¨¢s ministros del RCD tambi¨¦n abandonen este partido.
El profesor Mohamed Salah, de 60 a?os, natural de Sidi Bouziz y afiliado del RCD, como dos millones de sus compatriotas, explicaba por d¨®nde pasa la soluci¨®n: "El Gobierno deber¨ªa estar formado por personalidades de la sociedad y por tecn¨®cratas para gestionar esta transici¨®n". Tampoco conf¨ªa demasiado en los partidos opositores. "No los conoce nadie", sentencia.
Solo hay una instituci¨®n sobre la que nadie alberga dudas en una naci¨®n que ha sido azotada por el desempleo juvenil, la corrupci¨®n, el nepotismo y la carencia total de libertades. Es el Ej¨¦rcito quien mantiene a este pa¨ªs en pie, quien ha hecho posible que T¨²nez comience de nuevo a funcionar. Por escu¨¢lidas que sean sus filas y por muy escasa que sea su experiencia fuera de los cuarteles, cuentan con un respaldo popular apabullante. Hasta los m¨¢s antimilitaristas, como el profesor comunista Fathi Chamkhi, describen su actitud como "espectacular". A menudo los vecinos lanzan flores a los soldados, los asaltan con abrazos, y los militares, sonrientes, devuelven besos. Sin ellos, el caos estar¨ªa garantizado. Y ah¨ª radica un riesgo. Si en T¨²nez capital su despliegue es masivo, en el olvidado centro agr¨ªcola del pa¨ªs su presencia se reduce muy considerablemente. En los 255 kil¨®metros que transcurren entre T¨²nez y Sidi Bouziz, la ciudad donde naci¨® el alzamiento civil despu¨¦s de que un vendedor ambulante se quemara a lo bonzo el 17 de diciembre, no se ve¨ªa un solo soldado. En los pueblos y autopistas cercanos a la capital, vigilan con celo y los controles son muy frecuentes.
Los islamistas comienzan a asomar la cabeza despu¨¦s de dos d¨¦cadas de sufrir una salvaje represi¨®n. Y tambi¨¦n los m¨¢s radicales del Partido Comunista Obrero de T¨²nez. Aunque hay diferencias sustanciales. El primer ministro asegur¨® ayer que Rachid Ghanuchi, l¨ªder en el exilio del islamista En Nahda (Renacimiento), no podr¨¢ volver a T¨²nez hasta que se legisle sobre la amnist¨ªa. S¨ª pudo hacerlo otro c¨¦lebre opositor, Moncef Marzuki, dirigente del desconocido Congreso por la Rep¨²blica, desde Par¨ªs. Recibido en el aeropuerto por 200 partidarios, Marzuki advirti¨®: "La revoluci¨®n debe continuar". A su juicio, el actual Gabinete es poco menos que un insulto a la inteligencia.
La polic¨ªa ya no dispara contra los manifestantes, aunque alg¨²n tiroteo espor¨¢dico sigue oy¨¦ndose aqu¨ª y all¨¢. T¨²nez vive en la sospecha. Cualquier ciudadano exige al extranjero ense?ar el pasaporte para eliminar suspicacias. As¨ª las cosas, siguen organiz¨¢ndose comit¨¦s populares de defensa en pueblos y barrios. Para muchos ni?os se ha convertido en el juego preferido. Los restos calcinados de barricadas y los j¨®venes que con palos en la mano son la norma cuando comienza a caer la tarde, temerosos de que los pistoleros leales a Ben Ali traten de seguir propagando la anarqu¨ªa.
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