Luz en el escenario

Est¨¢ con un pa?uelo en el pelo y sonr¨ªe. Siempre sonr¨ªe Luz Casal.

Es parte de su delicadeza; una manera de ser, una actitud que es tambi¨¦n una met¨¢fora de su nombre; irradia una luz especial esta mujer golpeada ya dos veces por la l¨¢stima vital que producen las heridas del c¨¢ncer.

Las dos veces se ha despedido de los escenarios dici¨¦ndolo: me voy, estoy enferma, volver¨¦. Y las dos veces que ha vuelto?ha regresado con una sonrisa que parece borrar la complicada aventura de luchar contra un padecimiento que jam¨¢s le quita del semblante esa sensaci¨®n de esperanza que da verla. Ah¨ª est¨¢, a los 52 a?os, dispuesta (es lo primero que dice, "estoy dispuesta") a dar otra vez la batalla.

"En lugar de tanto ajetreo y confusi¨®n, conc¨¦ntrate en lo que llevas dentro"

"No me gusta ense?ar debilidad, desatar afectos bobalicones. No tengo derecho"

El 4 de febrero se sube, con nuevas canciones, "y con el mismo esp¨ªritu", al escenario del Madrid Arena, para ofrecer un concierto muy especial: los beneficios ir¨¢n a la investigaci¨®n contra el mal que la golpea, y que golpea a multitud de personas. No es la primera vez que le da su voz a esa lucha.

Estamos con ella un d¨ªa antes de que acaben las sesiones de terapia. Estamos a mediados de diciembre; se ir¨¢ luego a Asturias, donde est¨¢ parte de su pasado, pues naci¨® ah¨ª aunque vivi¨® luego en Galicia, y finalmente pasar¨¢ por M¨¢laga, de donde es?su compa?ero de tantos a?os, y de tantas?luchas musicales y vitales, Paco P¨¦rez Bryan. En estos nueve meses en que ella ha estado fuera de juego, esa compa?¨ªa ha sido?fundamental, como siempre; si alguna vez se hiciera una historia de c¨®mo las parejas se apoyan en circunstancias que no tienen que ver ni con el glamour ni con las fotos, Luz y Paco estar¨ªan muy altos en el ¨ªndice. Luz ha recibido esta tarde unas flores; en las paredes est¨¢n los cuadros que la pareja ha ido convirtiendo en el paisaje exterior e interior de su vida, y aqu¨ª, donde hablamos, se percibe un silencio que parece el escenario de una meditaci¨®n.

?Dispuesta?, le preguntamos. "S¨ª, estoy dispuesta. Es la manera de sentir que he vuelto a la normalidad". Necesita al p¨²blico, "las respuestas que me da; y como lo que hago es m¨²sica, necesito al oyente, al espectador". La soledad de la compositora precisa del escenario, "saber que hay gente esperando un concierto, saber que cada noche puedes emocionar a la gente de una manera distinta".

El m¨¦dico le dir¨¢ ma?ana "adelante", ella siente que ya se lo va a decir. Pero la normalidad es esto, "preparar el concierto..., una vez pasada la quimio, que es lo m¨¢s duro de llevar, ya est¨¢s encauzada". El temor es que puedas o no puedas, "si aguantar¨¦ o no aguantar¨¦. ?Tendr¨¦ la mente fuerte?, me he preguntado... Pues yo creo que s¨ª, que tengo la mente fuerte".

Y la mano. Entre los papeles que ha escrito, que ser¨¢n canciones de este nuevo concierto, hay algunos rasgos de los que se desprenden qu¨¦ sombras o qu¨¦ luces han ido alimentando su inspiraci¨®n y tambi¨¦n su lucha en estos ocho meses de quimioterapia. Son canciones de amor, o de ansiedad, pero en algunos versos se vislumbran esos rasgu?os que la m¨²sica convierte en met¨¢foras: "Dentro de mi mundo / se ennegrece el aire / con esas palabras / llenas de desprecio / que ¨¦l me dedic¨®...". O "He batido mis alas / huyendo de tus amenazas.?/ He sabido ahuyentar / esos vientos que avivan las llamas...".

Es una enfermedad dura, y ante ella vale much¨ªsimo la actitud, dice Luz. "Es una dificultad fuerte en la vida, pero sientes que est¨¢s en buenas manos, lo sabes". En las dos ocasiones, el c¨¢ncer "ha sido cogido a tiempo", y a ella la ha hallado consciente de que "no te puedes amilanar". Esa conciencia de que bajo el ala no crece el ¨¢nimo "me oblig¨® a hacer cosas casi cada d¨ªa, a sentirme bien". Hab¨ªa d¨ªas en que eso no era posible, "porque eso no depend¨ªa de m¨ª; eran las consecuencias del tratamiento".

Pero cada d¨ªa Luz Casal ha tenido la agenda llena de compromisos que se creaba consigo misma, de obligaciones musicales que la mantuvieran alerta, como si estuviera ara?ando a la vez el pasado y el futuro, para aliviarse del imprescindible peso del presente. Como ocurri¨® cuando estuvo enferma por primera vez, en 2007, le enviaron flores, naranjas, remedios, cartas; hubo gente que le escribi¨® cada d¨ªa, Internet le ha servido de veh¨ªculo de relaciones viejas y nuevas en las que ella se ha apoyado como quien recibe el aliento de un club de fans. "Ten¨ªa mi agenda de iPad llena de citas o compromisos que ya he borrado, pero la de papel est¨¢ llena ?como si hubiera estado en activo!".

Se empe?¨® en prolongar la normalidad. Y no solo eso, le enviaron libros, y ella se rode¨® de algunos que ley¨® para pensar o para distraerse. Le ped¨ª una lista de algunas de sus lecturas de estos nueve meses. Y me la envi¨®: ley¨® La catedral, de Blasco Ib¨¢?ez; Todo es silencio, de Manuel Rivas; reley¨® El Evangelio seg¨²n Jesucristo, de Jos¨¦ Saramago; ley¨® La noche de los tiempos, de Antonio Mu?oz Molina; le agradeci¨® a David Trueba que le hubiera enviado Homer y Langley, de E. L. Doctorow; "le¨ª dos libros de Maruja Torres que ella me envi¨®"; ley¨® Vida y destino, de Vassili Grossman... "Y no te hablo de poes¨ªa: Mar¨ªa Teresa Atencia, Dante, Rafael P¨¦rez Estrada...".

Le¨ªa, compon¨ªa, "me obligaba a hacer cosas peregrinas; estaba m¨¢s tiempo en casa, en Madrid, y me impon¨ªa trabajos, como por ejemplo cambiar los libros de mi dormitorio a otro lugar. A lo mejor hab¨ªa sesenta, y quer¨ªa releer con urgencia cuarenta de ellos, o leer veinte que a¨²n no hab¨ªa le¨ªdo". Eran tareas que ella se tomaba?como pruebas, "obligaciones que me manten¨ªan... Lo del concierto ben¨¦fico es la?consecuencia de esta actitud. La primera vez, en 2007, me lo plante¨¦ como un objetivo, para explicarle a la gente c¨®mo estaba realmente al final del tratamiento. Esta gente que te pregunta c¨®mo est¨¢s, si te ve en el escenario cantando, ya saben c¨®mo est¨¢s de veras. Y no tienen que insistir, ya no te preguntan m¨¢s c¨®mo est¨¢s".

Si te ven fuerte sobre un escenario, dice Luz, "ya tienen la prueba definitiva". "Esa gente te da, adem¨¢s, la fuerza que necesitas para recuperarte del todo, para sentir que has recuperado la normalidad". Pero hay una fuerza previa, un impulso. ?De d¨®nde viene, Luz? ?Por qu¨¦ no la vencen o la postran estas sesiones, qu¨¦ le hace volver a emprender la batalla? "Es una buena pregunta.?Recib¨ªa mensajes de gente que ten¨ªa el mismo problema y que mostraba la misma actitud. Pero tambi¨¦n percib¨ªa la conclusi¨®n de que muchos llevaban fatal las consecuencias de la enfermedad, como una puerta entreabierta al otro lado... Esto me sigue llamando la atenci¨®n. Yo creo que ante una situaci¨®n as¨ª, uno debe mostrarse fuerte, no puedes doblegarte ante cosas as¨ª que son pruebas de la vida. Tengo fortaleza desde muy peque?a; es una fortaleza que se basa en ideales, y se ha basado tambi¨¦n en cierta fortaleza f¨ªsica. Pero fundamentalmente es una fortaleza mental, que me lleva a pensar que eso que alg¨²n d¨ªa nos va a pasar a todos no me da miedo; que me toque cuando sea, pero mientras no me toque no quiero desperdiciar la vida, quiero pasar la vida teniendo experiencias nuevas, viviendo".

Vivir "teniendo metas diarias", buscando, como escribe el poeta Jos¨¦ Luis Pernas, "una esperanza para seguir viviendo". "Y los instantes que uno vive", cree Luz Casal, "son como los amores, nunca son iguales entre s¨ª; si lo ves as¨ª, creo que puedes aprovechar la vida de otra manera. En lugar de tanto ajetreo y de tanta confusi¨®n, de tanto viaje y de tantas tareas externas, conc¨¦ntrate en lo que llevas dentro, f¨ªjate en las peque?as cosas, aprovecha para verte con gente a la que quieres o admiras, lee todo lo que puedas, cultiva a los dem¨¢s cultiv¨¢ndote a ti mismo... Siempre le puedes sacar partido a la vida mientras tengas ilusiones por vivirla. Pensar, al m¨¢s m¨ªnimo traspi¨¦, que eres un desgraciado, eso no va conmigo...".

Tener peque?os descalabros es como pagar impuestos. Eso cree Luz Casal. Esos "descalabros" los ha sobrepasado "sinti¨¦ndome querida o confortada; no me gusta quejarme, creo que soy una persona afortunada, y pienso que, en efecto, esos descalabros son impuestos que va marcando la vida... La lectura me ha ayudado, sin duda; me ayud¨® much¨ªsimo un viaje que hice a Florencia durante unos d¨ªas, ese fue un verdadero chute de energ¨ªa, de sensaciones nuevas, de ampliaci¨®n de los horizontes... Igual me ha pasado con la m¨²sica".

En este tiempo, Luz Casal renunci¨® a la m¨²sica actual, "prefer¨ª escuchar m¨²sica del pasado; he descubierto compositores de cuando empec¨¦ a estudiar m¨²sica, que hab¨ªa dejado porque me ten¨ªa que concentrar en los actuales y no hab¨ªa tiempo para tanto... Redescubr¨ª a Jean Sibelius, por ejemplo, un compositor que me parec¨ªa muy lejano, muy fr¨ªo, aunque este parezca un calificativo un poco simpl¨®n. Redescubr¨ª a Edward Elgar y a otros compositores ingleses de finales del siglo XIX y principios del XX... Cuando tienes poca sabidur¨ªa con respecto a los cl¨¢sicos, siempre recurres a Mozart. Y escuch¨¦ a Mendelssohn, a Bach, a Debussy, a Saint S?ens... Cubr¨ª lagunas, descubr¨ª m¨²sicos turcos, volv¨ª a la egipcia Um Kulzum. Uf, hace poco la estuve viendo por Internet y me llam¨® mucho la atenci¨®n comprobar que el 90% de su audiencia eran hombres...".

Es curioso, le digo, que la diosa del rock espa?ol ("No me digas eso hoy, que voy vestida como una inglesa de la campi?a...") se fije tanto en la m¨²sica cl¨¢sica para hablar de?los materiales con los ha vivido durante estos tiempos de enfermedad... "Pues as¨ª ha sido... El otro d¨ªa le comentaba a uno de los m¨²sicos de mi banda que nosotros hemos vivido unas d¨¦cadas en las que se hizo una m¨²sica extraordinaria en el mundo del rock. Aunque no caigo en la tentaci¨®n de pensar que ya est¨¢ todo hecho. A¨²n esta ma?ana me he sorprendido viendo la actuaci¨®n de un grupo de chicos que no deb¨ªan de ser mayores de 20 a?os y eran totales. No porque lo que cantaran fuera extraordinario, sino porque el concepto de producci¨®n que representan es diferente, las voces est¨¢n dispuestas de otra forma... Es una cuesti¨®n m¨¢s de disponer sonidos que desarrollar una melod¨ªa o una letra... Me sigue interesando, c¨®mo no, es mi mundo, ah¨ª llegu¨¦, ah¨ª sigo. Y mi preocupaci¨®n por la m¨²sica cl¨¢sica viene de lo mismo: se trata de saber m¨¢s, de tener mayor informaci¨®n para hacer mejor tu trabajo. Pertenezco a lo actual, es inevitable, es f¨ªsico, estamos en lo actual. Por actitud, por dedicaci¨®n. Pero por actitud tambi¨¦n tiendo a ir hacia atr¨¢s, quiero descubrir cosas nuevas. Iba a actuar en Estambul cuando tuvieron que internarme, y esa circunstancia me hizo escuchar m¨²sica turca, por ah¨ª encontr¨¦ vetas que han sido muy importantes para mi m¨²sica posterior, instrumentos de los que no ten¨ªa ni idea...".

De vez en cuando tiene Luz la tentaci¨®n de volver al piano, de tomar clases... Pero lo va dejando, y escuchar le alivia de la mala conciencia de no hacerlo. "Lo que persigo cuando escucho m¨²sica, no cuando trabajo en ella, es emocionarme y sorprenderme. Lo contrario no es un disfrute, es un an¨¢lisis, un rechazo. Vas buscando porque cada vez es m¨¢s complicado sorprenderte; tienes que ir a pozos m¨¢s profundos para encontrar aquello que desconoces, aquello que te va a producir placer. En esa b¨²squeda te das cuenta de que hay mucho que no conoces. Igual me pasa con la pintura o con la literatura, y con el arte en general. A medida que conoces el presente, m¨¢s quieres acercarte a las fuentes, a los or¨ªgenes de los estilos o de las tendencias... Hasta hace poco se me hac¨ªa cuesta arriba el arte contempor¨¢neo; ahora me gusta que el arte est¨¦ en el cuadro o en la escultura, ya no me interesan tanto las instalaciones, las intervenciones en la calle".

Como Picasso, que encontraba aunque no estuviera buscando... "Buscar", dice Luz Casal, "aquello que te sorprenda y que tambi¨¦n te sirva. A Picasso todo le serv¨ªa, s¨ª... A algunos colegas que son muy radicales en sus gustos musicales yo les digo: miren, es que yo escucho todo, incluso puedes sacar partido de una canci¨®n hortera, de un sonido est¨²pido, porque sabes que eso nunca te servir¨¢ para ti. Pero en cualquier cosa puedes hallar una emoci¨®n".

Y hay emociones buenas y malas. En este tiempo, Luz Casal ha continuado leyendo el peri¨®dico, "para emocionarme o para asustarme... Para subrayarlo, para recortarlo. Le¨ª el reportaje que Juan Jos¨¦ Mill¨¢s public¨® sobre la eutanasia en El Pa¨ªs Semanal, y sent¨ª mucha empat¨ªa con ¨¦l. Porque no es que yo haga lo que ¨¦l hace, contar las s¨ªlabas cuando est¨¢ nervioso, pero hago much¨ªsimos de esos juegos con los que pareces evadirte un poco, salir del mundo por un rato. Me hizo gracia que ¨¦l hiciera algo as¨ª para contrarrestar su estado de ansiedad porque verdaderamente debi¨® de ser una circunstancia fort¨ªsima...".

Ha le¨ªdo con m¨¢s af¨¢n, "como si quisiera rellenar huecos", con la sensaci¨®n "de que deb¨ªa aprovechar el tiempo para llegar a sentirme suficientemente preparada", como si estuviera a punto de examinarse "con la sensaci¨®n de que si no lo aprovecho voy a perder una gran oportunidad". "Un d¨ªa me invitaron a cenar y me pusieron un vino que me gust¨®, aunque yo de vinos no s¨¦, sab¨ªa algo de lo que me contaba Feliciano Fidalgo. Pero este me gust¨®. Pregunt¨¦ el nombre, me dijeron que se llamaba Casta Diva, se me pusieron los ojos como platos y luego estuve casi una semana escuchando todas las versiones de Casta diva para llegar a la conclusi¨®n, como casi siempre, de que la que m¨¢s me mata sigue siendo la de la Callas...".

M¨²sica, escritura, lectura. ?Y c¨®mo ha ido absorbiendo la escritura propia esta experiencia de la enfermedad? "Hago como los surrealistas: leo y entresaco una frase que me viene bien, una frase, tres palabras me ayudan a crear una imagen que luego construyo. Sigo siendo un poco peculiar; raramente escribo un poema porque s¨ª... Me gusta escuchar a los dem¨¢s y sacar de ah¨ª mis preocupaciones o mis m¨²sicas; no s¨¦ si alg¨²n d¨ªa podr¨ªa escribir sin m¨²sica. Lo supedito todo a que se puede cantar".

-?Y lo que ha compuesto ahora tiene que ver con lo que ha vivido?

-Creo que tiene que ver con la posibilidad de haber visto lo que hay alrededor m¨¢s que de mi propia experiencia. Si hablo en t¨¦rminos reales, de una situaci¨®n sobre todo f¨ªsica, porque lo emocional ya es otra cosa, es pena, dolor... A veces compongo canciones de amistad que la gente cree que son de amor, y otras hablo de incompatibilidad y algunos las escuchan como si fueran de fracaso... En este tiempo no he tenido mucha necesidad de decir: "He perdido la fuerza, el mundo se abre bajo mis pies, necesito encontrar el rayo de luz que traspase mi cuerpo...". No. Que luego est¨¦n sutilmente reflejadas esas sensaciones, est¨¢ por ver, pero no me pas¨®. En la primera experiencia, lo ¨²nico que tuvo relaci¨®n con lo que suced¨ªa fue la canci¨®n Sue?os raros, que fueron verdaderamente las alucinaciones de dos d¨ªas en los que estuve tratada muy fuertemente. Y el t¨ªtulo, Vida t¨®xica. Poco m¨¢s.

-?Esa voluntad de segregar su propia experiencia es una forma de defensa, o simplemente su naturaleza se lo impide?

-Hay dos cosas. No me gusta ense?ar la debilidad. Y, adem¨¢s, algo mucho m¨¢s potente; s¨¦ que en cualquier momento la experiencia se mostrar¨¢ de manera m¨¢s brillante. Toda mi vida, todas mis experiencias duras, tan duras como estas, al final me han servido para muchas otras canciones. Y sobre todo para muchas interpretaciones... No tengo por qu¨¦ hacer ostentaci¨®n, frivolizar o provocar sensaciones o sentimientos que desaten afectos bobalicones... Porque, insisto, no tengo derecho. S¨ª siento la necesidad de fijarme en los dem¨¢s, en las personas, en las situaciones, en los conflictos. No soy un cronista, nunca lo he sido. Siempre me ha gustado tener la posibilidad de que las canciones te den tres interpretaciones distintas, por lo menos. Que puedas ser var¨®n o hembra, que puedas ser primera persona, tercera o un simple observador. Creo que eso enriquece. Me interesa la comunicaci¨®n, comunicarme con la gente. Me interesa poner el sentimiento y mi experiencia, pero de manera diluida, aun cantando en primera persona, que es como me gusta. Pero son historias o sentimientos de los otros, lo que yo percibo...

Y sigue Luz: "Cuando cantas, te diriges a un determinado grupo de personas. Eso es lo que verdaderamente persigo; sobre todo, adem¨¢s, despu¨¦s de haber pasado por otra experiencia f¨ªsicamente id¨¦ntica en casi todo, ?qu¨¦ raz¨®n tendr¨ªa explicar c¨®mo ha afectado a mi feminidad, que he perdido el pelo? Ni antes ni ahora he sentido como un problema el haberme quedado calva... Ni he sentido ni siento la necesidad de protagonizar nada. Solamente podr¨ªas decir que no tienes fuerzas, que no te ves f¨ªsicamente bonita, que te miras en el espejo y no te reconoces. Pero siempre tengo trucos, me sigo pintando los labios en cuanto desayuno y, bueno, uso mucho gorro, mucho pa?uelo, mucho sombrero..., que adem¨¢s me quedan bien. O sea, que no hay ning¨²n problema.

-?Y d¨®nde ha estado el dolor?

-El dolor ha estado presente muchos d¨ªas. Tampoco quiero parecer imbatible, pero cuando tengo un momento de tensi¨®n, t¨ªpico de nuestros trabajos, el dolor aparece tambi¨¦n... No lo puedo evitar, pues lo tengo que aguantar.

-?Ha aprendido mucho de usted en este tiempo?

-Yo aprendo de m¨ª todos los d¨ªas. Soy mi gran misterio... Pero en este periodo he aprendido m¨¢s de la gente. He estado m¨¢s atenta a sus reacciones que a las m¨ªas; he aprendido que cada vez hay gente m¨¢s distinta. Cada individuo es un mundo, cada vez lo tengo m¨¢s claro. Y cada d¨ªa me atrae m¨¢s la gente compleja. Hay una cierta tendencia a creer que la gente compleja es dif¨ªcil. No. Es que nos puede gustar el caf¨¦ hoy y ma?ana aborrecerlo...

-Cuando ha le¨ªdo los peri¨®dicos en estos ocho meses, ?qu¨¦ impresi¨®n se ha llevado de lo que est¨¢ pasando?

-Que es el tiempo m¨¢s confuso, m¨¢s duro que he vivido. La cosa est¨¢ m¨¢s dura, turbia, sucia y complicada que en tiempos de mi abuelo, que tambi¨¦n tuvo un tiempo dur¨ªsimo. Y eso produce much¨ªsima pena, much¨ªsima tristeza.

-En su historia personal se acaba un t¨²nel y por delante hay una luz...

-Yo no he perdido la luz en todo el tiempo. Pero s¨ª, se acaba este periodo... Creo que lo que resta, por lo menos lo que yo atisbo, ser¨¢ lo que tenga que venir... No creo que vaya a rebajar mi forma de ser, mi autoexigencia, mi deseo de mejorar las cosas... Todo eso no decaer¨¢. Lo que no habr¨¢ m¨¢s es el deseo de llenar un sitio de 70.000 sillas si lo que debo llenar es uno de 7.000... Eso no va a pasar. Porque siento que eso me excita y me produce ansiedad. Ahora estoy m¨¢s cerca del sosiego. M¨¢s alta no voy a ser; lo que voy a intentar es no rebajar la altura sin necesidad de ponerme mucho tac¨®n. Me gusta tener los pies en el suelo. No quiero perder la sensaci¨®n de que piso el suelo.

"Ese es uno de los cambios m¨¢s grandes que intuyo", dice Luz, y sonr¨ªe otra vez. Sonr¨ªe siempre, de cara a la batalla. De nuevo.