C¨®mo en-cajar a los excluidos
Si para reflotar las cajas, estas deben convertirse en bancos porque no hay mejor manera de recapitalizarlas (la hay, eso s¨ª, en Noruega), se habr¨¢n salvado las entidades. Ya es bastante. Pero...
Pero si al final de la pel¨ªcula dejan de ser cajas, alguien deber¨¢ realizar aquellas de sus funciones que los bancos no cubrir¨¢n. Lo advert¨ªa la Comisi¨®n Europea el siglo pasado: "Si el valor econ¨®mico y social producido por este tipo de instituciones financieras no puede mantenerse rentable en unos mercados desregulados y competitivos, entonces las autoridades pol¨ªticas se enfrentan a un serio dilema: la cuesti¨®n es c¨®mo mantener los outputs econ¨®micos y sociales" de estas (The single market review, subserie II, vol. 4, 1997).
El dividendo social de las cajas multiplica por siete los 2.000 millones dedicados a la obra social
La cuesti¨®n es c¨®mo recuperar los dividendos sociales, que ahora amenazan con perderse. Pues la tarea de los bancos, viejos, nuevos o pluscuamperfectos es otra: maximizar el beneficio privado.
Al hablar de dividendo social, lo primero que a uno se le ocurre es la obra social de las cajas, antes ben¨¦fico-social, antes ben¨¦fica a secas, en la que invierten unos 2.000 millones de euros anuales. O sea, la cuarta parte de sus resultados netos; el resto suele ir a fortificar las reservas.
Pues no es as¨ª. La obra social es solo el chocolate del loro del impacto social del subsector ahorro. Este incluye adem¨¢s la competencia introducida por las cajas, que ha supuesto un ahorro de los precios soportados por los usuarios de servicios financieros; una mayor eficiencia que repercut¨ªa en menores costes de los productos ofertados; la asunci¨®n de la carga financiera de los sucesivos planes de vivienda; la derivada de la concesi¨®n de cr¨¦ditos blandos a las pymes y la agricultura... Y sobre todo, la reducci¨®n de la exclusi¨®n social financiera.
El conjunto de estos beneficios multiplica por siete el monto de la obra social. Alcanz¨® los 96.480 millones de euros en el decenio 1992-2002, seg¨²n el ex director general de Funcas, Victorio Valle (El dividendo social de las cajas de ahorro espa?olas, Papeles de Econom¨ªa, 100, 2004).
"Las cajas contribuyen a evitar la exclusi¨®n social", concluyen Berges, Ontiveros y Valero en la obra colectiva Pasado, presente y futuro de las Cajas de Ahorro, (Aranzadi, 2009). ?C¨®mo? Mediante una amplia red de oficinas en plazas peque?as (menos rentables) y el acceso f¨¢cil de familias menos pr¨®speras a los productos y servicios financieros.
?Qui¨¦nes eran los candidatos a excluidos? Los atrapados entre estos par¨¢metros: esa mitad de ciudadanos que no accede a Internet; ese 47% de hogares que no dispone de tarjeta de cr¨¦dito; ese 30% de quienes, accediendo a la Red, no la usan para realizar transacciones digitales con tarjeta; ese mill¨®n y medio de vecinos de los 4.862 pueblos de menos de 1.000 habitantes. Esos millones de libretistas que totalizan un quinto del saldo de las cajas: los de la cartilla de ahorro.
C¨®mo reencajar a esos desencajados, de nuevo excluidos. Esta es la cuesti¨®n.
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