"No ten¨ªa para comer y deb¨ªa seguir pagando al banco"
Aunque algo inquieto, por fin ha dormido tranquilo, sin darle vueltas a su dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica, sin tener que buscar soluciones imposibles a sus deudas. Jos¨¦ Antonio Langarita, de 47 a?os, se enter¨® el mi¨¦rcoles, gracias a la llamada de un periodista, que ya no tendr¨ªa que pagar al banco (BBVA) los 28.129 euros que deb¨ªa tras el embargo de su casa. "Ha sido una alegr¨ªa enorme, la mejor noticia que me pod¨ªan dar", asegura. Y no es para menos. Su caso podr¨ªa suponer adem¨¢s un antes y un despu¨¦s en la normativa sobre embargos en Espa?a. Cuando lo supo, ya se hab¨ªa convertido en el protagonista del tema de conversaci¨®n del d¨ªa, en el debate m¨¢s encendido entre expertos economistas y ciudadanos de a pie, muchos en su misma situaci¨®n.
"Espero que el Supremo confirme la sentencia y siente jurisprudencia"
Casado y con un hijo de 18 a?os, Langarita (natural de Zaragoza, pero afincado en Pamplona desde los siete a?os) decidi¨® en 2006 comprar su primera vivienda en propiedad en la localidad navarra de Arr¨®niz. Todav¨ªa no hab¨ªa estallado la burbuja inmobiliaria y "hasta 2009 las cosas fueron m¨¢s o menos bien", relata. Los problemas surgieron despu¨¦s de tres aver¨ªas en su coche, con un importe total de 5.000 euros, que tuvo que pagar a la fuerza porque necesitaba el veh¨ªculo para acudir a su puesto de trabajo, en una empresa de limpieza.
A partir de entonces, no pudo hacer frente a la hipoteca, de 450 euros al mes (entonces ten¨ªa un sueldo de 1.100 euros), le embargaron la vivienda y decidi¨® entregarla al banco en febrero de 2010. Pero la pesadilla no termin¨® ah¨ª. La casa sali¨® a p¨²blica subasta, el banco se la adjudic¨® al 50% y le reclam¨® adem¨¢s 28.000 euros de la diferencia entre la tasaci¨®n primera (71.000) y una segunda realizada por la subasta (42.900). "Entonces, sin que nadie me avisara, el juez actu¨® de forma autom¨¢tica, y ahora me ha dado la raz¨®n". Seg¨²n explica, no ha tenido abogados, no ha acudido a ning¨²n juicio y nadie le ha citado para ninguna vista, pero entiende que "se ha hecho justicia". "Nunca comprend¨ª por qu¨¦ si ya hab¨ªa perdido mi casa, y no ten¨ªa casi ni para comer, ten¨ªa que seguir pagando al banco".
Sin embargo, y a pesar de que, por ahora, ha saldado su deuda con la entidad, su situaci¨®n econ¨®mica sigue siendo complicada. Su familia vive de su sueldo y a¨²n mantiene su n¨®mina embargada porque debe pagar las costas y la liquidaci¨®n de intereses. Tras vivir en casa de un sobrino y en una habitaci¨®n alquilada durante una temporada, ahora reside de alquiler en un piso en Allo. "De momento tendremos que seguir as¨ª", asegura. "S¨®lo espero que el Supremo confirme la sentencia y que a partir de ahora se den m¨¢s casos como el m¨ªo, ser¨ªa una alegr¨ªa enorme".
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