El derecho a la pereza
Pablo Lafargue, mulato cubano-franc¨¦s y yerno de Carlos Marx que vivi¨® unos a?os en Madrid, da varios argumentos para justificar el derecho a la pereza. Uno de ellos es b¨ªblico y se resume as¨ª: Dios trabaj¨® duro seis d¨ªas y al s¨¦ptimo descans¨® para toda la eternidad.
Lo que pasa es que el marido de Laura Marx no cre¨ªa en Dios. Por tanto, los defensores de la pereza, que son millones, tienen que buscar su justificaci¨®n por otros campos.
Pero no carece de raz¨®n Lafargue, que tambi¨¦n dice: "Seamos perezosos en todo, excepto en amar y beber". Un desatino. Acab¨® suicid¨¢ndose. Las penosas circunstancias laborales que estamos viviendo colaboran eficazmente a la pereza de los ciudadanos.
Much¨ªsimas personas tienen nada que hacer, les espera nadie y est¨¢n ansiosos por llegar cuanto antes a ninguna parte. As¨ª est¨¢ el panorama.
En Madrid es m¨¢s siniestro todav¨ªa. Aqu¨ª es mejor no salir de casa. Estamos contaminados hasta extremos preocupantes. Y para m¨¢s inri, el municipio retir¨® las estaciones que miden la poluci¨®n en los puntos m¨¢s sucios de la ciudad, alegando que la contaminaci¨®n hab¨ªa bajado.
La Guardia Civil demostr¨® que esos niveles permanec¨ªan. Ahora el fiscal investiga qui¨¦n orden¨® falsear los datos. El alcalde minti¨®, cosa que es un lunar¨®n grave en la gesti¨®n de Ruiz-Gallard¨®n. La poluci¨®n mata m¨¢s que el tabaco. Es peligroso salir a la calle, lo cual colabora eficazmente a la ociosidad y la galbana de la gente. No en vano Pablo Lafargue tiene una calle en Madrid.
Hay personas que parecen no pertenecer ya a este mundo, que son algo as¨ª como muertos vivientes. D¨¢maso Alonso, en Hijos de la ira, escribi¨®: "Madrid es una ciudad de m¨¢s de un mill¨®n de cad¨¢veres". Un cementerio. El sagrado derecho a la pereza, al dolce far niente, es incompatible con el paro y la poluci¨®n. Pero cada vez somos m¨¢s perezosos.
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